02: Nuevo trabajo

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Me levanté con prisas. La hora se me había venido encima. Supuestamente solo me echaría una siesta de media hora. Esa media hora pasó a ser dos horas. Hubiera seguido durmiendo el resto de la tarde si no fuera porque mi madre entró regañando a mi hermano Marcos.

-¡Y tu hermana sigue durmiendo!-Gritó mi madre al verme tumbada en el sofá.-¿Ya has hecho tu tarea? ¿Estudiaste para el próximo examen? No quiero volver a castigarte, así que ponte las pilas.-Advirtió al ver que poco a poco yo me iba incorporando en el sofá.

-Hola para ti también, mamá.-Sonreí irónicamente.

Mi madre acababa de llegar del trabajo y había recogido a mi hermano de casa de nuestro primo, que tiene la misma edad que él. El horario de mi madre cambiaba respecto a los días. No era un trabajo fijo. Trabajaba limpiando casas, empezó hace unos años, cuando a mi padre le empezó a ir peor en su trabajo, ella intentó echarle un cable para pagar los gastos. A pesar de tener que cuidarnos, hacernos la comida, lavar la ropa, limpiar nuestra casa, también se encargaba de traer un poco de dinero a casa. Tenía cuatro señoras mayores a las que le iba únicamente a limpiar sus casas por la tarde. El viernes era el único día que tenía libre-sin contar sábados y domingos-, durante su día libre, se ocupaba de limpiar nuestra casa. Trabajaba constantemente.

Me iba a levantar para dirigirme a mi habitación y comenzar a hacer la tarea que ya debería de tener hecha, cuando mi madre se sentó a mi lado.

-¿Podemos hablar?-Preguntó ella después de mandar a mi hermano a su habitación. Yo asentí escuchándola.-Hemos estado pensado en que quizás podrías empezar a trabajar.-

¿Trabajar? ¿Para qué? ¿No tienen suficiente con lo que ganan? O, mejor dicho, ¿no tengo yo suficiente con los estudios?

-No entiendo para qué, ¿os falta dinero?

-Es por ti.-Excusó.-Cariño cuando seas mayor, querrás ir a la universidad.-Asentí.-Ambas sabemos que una beca, no es muy probable que te den.

-Vaya, gracias por tu confianza en mí.-Y es que era verdad, no era especialmente buena en los estudios, de hecho, el curso pasado, pasé bastante raspada.

-No es por ofender, pero a no ser que cambies tu mentalidad...-Se cortó ella misma, y mejor, me acabaría enfadando, odio hablar de los estudios, porque odio saber que no lo estoy haciendo bien, odio saber que no están orgullosos de mí y que quieren que dé más, cuando eso es todo lo que puedo dar.-¿No te gustaría ser profesora?-Asentí. Es lo que llevo queriendo desde chica.-Dudo que en un futuro tengamos más dinero del que tenemos ahora, ¿y si quizás no tenemos suficiente para pagarte la universidad? No me gustaría verte trabajando en algún trabajo como el mío.-Es verdad que no somos especialmente ricos, tampoco somos pobres, tenemos suficiente para comer y pasar el mes, raspados, pero bien.-Sé que eres muy joven para trabajar, soy consciente, pero, vamos, ¿no te gustaría tener dinero para tus caprichos?

-¿No decías que ese dinero sería para la universidad?

-Claro, también.

-No sé mamá...Creo que tengo suficientes cosas como para pensar en trabajo.-Dudé. Solo tengo dieciséis años, no tengo experiencia ninguna, y, como mucho, sabía fregar un plato y fregar el suelo.

-Es lo mejor para ti, cielo. Sabemos que eres pequeña para preocuparte por dinero, pero no me gustaría tener que verte sin conseguir el trabajo de tus sueños solo por no poder pagarte los estudios.

-Puedo esforzarme más y conseguir una beca.

-O, también puedes ser realista, cielo, tus notas el curso pasado rondaron el seis, casi traes un suspenso, ¿crees que este año te irá bien por la bendición de Dios?-Preguntó irónica. -Sé que si quieres, puedes hacerlo, el problema es que no le dedicas suficient-

-¡Ay mamá!-La corté. No iba a soportar volver a escuchar el sermón de siempre.-Está bien, trabajaré, solo búscame trabajo y ya.-Accedí para que me dejara en paz de una vez.-Con una condición, solo trabajo un día a la semana, y por la tarde, obviamente, los martes o jueves no, tengo atletismo. -Ella asintió.

-Dos.-Sentenció.-Lunes y miércoles.-Yo accedí resoplando, por suerte, no me dijo los días de entreno.

Llevo haciendo atletismo desde que tengo siete años, se me daba bien, era rápida y había ganado muchas competiciones, tenía mi habitación llena de trofeos y medallas.

La idea de trabajar me asustaba, pero, no sería tan malo, al fin y al cabo, sería para pagarme la universidad, y también, consentirme un poco. Mi sueño siempre fue ir al Camp Nou y ver algún partido del Barça, llevo ahorrando años para ello, tengo veinte euros, aún me queda bastante, si guardo un poco del sueldo que me den, podría ir y cumplir mi sueño.

Mi madre me explicó que trabajaría como ella, limpiando casas. La señora se llamaba Cristina, una de sus amigas le contó sobre mi madre, y empezaron a hablar, mi madre se negó a trabajarle a ella, no por nada en concreto, solo quería tener algún día libre, además la casa no era precisamente pequeña.

Comenzaría el lunes que viene, cuatro horas, cobraría unos doscientos euros al mes, no estaba nada mal para ser mi primer trabajo, y para tener dieciséis años.

TAN DIFÍCIL DE SALIR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora