04: Día de prueba

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Después de almorzar sola en mi casa, ya que mi madre llegaba por la tarde, mi hermano estaba en casa de mi tía, y mi padre llegaba a la noche. Todos los días almorzaba sola. Mejor eso a que pasara lo de anoche.
Hoy sería mi primer día de trabajo. Iría sobre las seis, cogería el autobús ya que mi madre me dijo la ubicación de la señora llamada Cristina.
Me puse ropa cómoda y vieja, que no me importara manchar de lejía o productos de limpieza. Mamá me dijo que solo tenía que llevar un par de paños, las fregonas, el cepillo y el resto de productos me los prestaría Cristina, obviamente.

Estaba demasiado nerviosa, quería causar una buena impresión a la familia, y también, hacer bien mi trabajo.

Mamá me comentó que tenían un hijo que no solía pasar por casa, mejor, no tendría que lidiar con niños pequeños que me estorben para hacer mi trabajo.

Al llegar a casa de la señora y tocar el timbre empecé a ponerme más nerviosa de lo que estaba ya antes. Una mujer de pelo rubio corto y ondulado me abrió la puerta. Cristina, supongo.

-¡Hola querida!-Sonrió y después me estrechó en un abrazo.-¿Eres Natalia, cierto?-Asentí.-Pasa, querida, estás en tu casa.-Se hechó a un lado dejándome espacio para entrar a la casa.-Mira, ahí tenemos el salón, la cocina por ahí.-Me iba dirigiendo a cada lugar que decía. Subimos las escaleras. -Esta habitación es la mía y la de mi marido, la de aquí, es la de mi hijo.-Entramos a una habitación grande, con las paredes en blanca, una cama en el medio y estanterías por todas partes. En ellas había balones, trofeos,...En las paredes pósters de jugadores de fútbol, y una camiseta donde pude leer en el dorsal "H.Fort", "39".

Me explicó que en la habitación de su hijo cuanto menos entrara mejor, solo quitarle el polvo a las estanterías. También me pidió que hoy me encargara de limpiar los grandes ventanales que había en la primera planta. Me indicó donde estaban los productos de limpieza, que los tenía bien organizados en una pequeña habitación al lado de la cocina.

La casa era bastante grande, me costaría limpiarla entera de tres horas, por lo que Cristina y yo acordamos que daría un repaso barriendo y fregando, pero sin demorarme mucho, y que cada día que viniera, además de eso, ella me pediría que hiciera algo en especial, por ejemplo, hoy me pidió que limpiara los ventanales.

Estaba ella sola en casa, su marido trabajaba hasta tarde, aunque ella salió a correr poco después de yo llegar.

Intentaba que las ventanas quedaran limpias, cuando escuché un ruido procedente de la segunda planta. Me relajé cuando el ruido dejó de sonar. Pero mi tranquilidad no duró mucho,  porque el ruido volvió a pronunciarse. Decidí subir a ver qué pasaba, cogí la escoba por si acaso, para estar protegida. El ruido no dejó de escucharse mientras yo subía las escaleras, procedía del baño. La puerta estaba cerrada, abrí de golpe y empecé a pegarle escobazos al aire. Poco después me di cuenta de que había alguien en la ventana.

-¡Qué haces loca!-Gritó el ladrón al ver que intentaba hacerlo caer de la ventana.

-¿Qué haces tú aquí?-Pregunté, haciéndome la dura cuando tenía las piernas temblando.

-Vivo aquí.-Dejé de golpearle.

¿Vivía aquí?

-¿Y qué haces entrando por la ventana?-Enarqué una ceja.

-Se me han olvidado las llaves.-Resopló.

Mi cara pasó de ser blanca como un fantasma por el susto a ser roja como un tomate por haber pegado con una escoba al hijo de la mujer a la que trabajaba.

-Joder, lo siento.-Me disculpé.

El chico tenía los ojos marrones profundos, el pelo rizado y castaño oscuro, venía con ropa de deporte, al parecer todos en esta familia eran deportistas.

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⏰ Última actualización: Sep 06 ⏰

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