Capítulo 1

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Charlie se encontraba frente a la ventana de su diminuto apartamento, sus ojos se perdían en el horizonte mientras contemplaba cómo las luces de la ciudad titilaban con un brillo vibrante en la lejanía. Era un espectáculo hipnótico que contrastaba con la soledad de su hogar, un espacio que había decorado con esmero pero que, en esos momentos, se sentía vacío. Nunca había imaginado que su existencia experimentaría un cambio tan radical; su vida había sido una serie de decisiones guiadas por su deseo de independencia y una determinación inquebrantable. Siempre había creído firmemente en su habilidad para afrontar cualquier desafío que se le presentara. Sin embargo, todo lo que había construido y en lo que había puesto su confianza se tambaleó con la inesperada propuesta de Alessandro, un hecho que sacudió los cimientos de su mundo y la llevó a cuestionar todo lo que creía conocer.

Alessandro De Luca, un destacado empresario multimillonario conocido por su influencia en el mundo de los negocios, había irrumpido en su vida de forma sorpresiva. Su presencia era difícil de pasar por alto: con un porte que exudaba confianza y seguridad, acompañado de una mirada intensa que parecía desnudar los pensamientos más profundos de quienes lo rodeaban, se convirtió rápidamente en una figura dominante en el entorno en el que se movía. Era el tipo de persona que consideraba la palabra no como una simple invitación a la negociación, sin dejar lugar a la duda o la inseguridad. Ahora, se encontraba frente a ella ofreciendo un trato que prometía transformar su existencia de manera radical e irrevocable, planteando oportunidades que jamás había imaginado.

— Charlie, necesito que tomes el papel de madre para mi hijo — declaró Alessandro, su voz sonaba segura y decidida, transmitiendo confianza en su petición. Sin embargo, había una delicada vulnerabilidad en sus palabras que Charlie no había previsto.

Charlie cerró los ojos con fuerza un par de veces, y cuando finalmente los abrió, lo hizo con tal intensidad que parecía que intentaba asimilar cada una de las palabras que acababa de oír. Su expresión facial era un claro reflejo de una profunda sorpresa combinada con confusión, evidenciando su notable desconcierto ante la situación. Las cejas se alzaban y la boca entreabierta manifestaba su asombro, mientras su mente trataba de dar sentido a lo que acababa de escuchar.

— ¿Qué significa esto? — preguntó, con una voz que denotaba incredulidad —. ¿Por qué me haces esta solicitud a mí?

Alessandro dejó escapar un profundo suspiro mientras se pasaba una mano por su oscuro cabello, como si intentara despejar su mente de la tristeza que lo envolvía.

— Mi hijo, Matteo, apenas tiene cuatro meses —comenzó a decir, su voz cargada de emoción. Hizo una pausa, como si las palabras se le atascasen en la garganta, y se obligó a recobrar la compostura antes de continuar —. Su madre... — la palabra pareció pesarle como una carga. Luchó por mantener el control sobre sus sentimientos, sintiendo cómo la angustia lo invadía —. Su madre nos dejó. Necesito a alguien de confianza que pueda cuidarlo con dedicación y amor. Y tú... tú eres la persona ideal para asumir ese papel.

Charlie experimentó una intensa y confusa mezcla de emociones. No lograba comprender cómo era posible que él estuviera tan convencido de que ella aceptaría su propuesta, especialmente considerando que él se estaba comportando de una manera tan despreocupada y segura al caminar hacia su hogar. La confianza que emanaba de él parecía casi surrealista, y la certeza de que ella reflexionara sobre el contrato dejaba a Charlie en un estado de inquietud y asombro.

La propuesta que le presentaba era completamente absurda, pero la sinceridad que brillaba en los ojos de Alessandro logró tocar su corazón de una manera inesperada.

Charlie se quedó mirando a Alessandro, tratando de procesar la magnitud de su propuesta. La habitación parecía haberse encogido, y el aire se sentía denso con la tensión de la conversación. Alessandro, con su porte imponente y su mirada intensa, esperaba pacientemente su respuesta.

Ella tenía una clara conciencia de que un hombre que pertenecía a ese estrato social, y que poseía una personalidad marcada por la determinación y la astucia, jamás realizaría una propuesta sin que, de algún modo, existiera una condición o un compromiso asociado a dicha oferta. Era plenamente consciente de que, tras cada sugerencia o invitación que formulaba, se escondía una expectativa o una demanda subyacente. Su carácter no le permitía actuar de manera desinteresada, y entendía que cualquier ofrecimiento conllevaba un intercambio implícito; es decir, no era posible que las cosas se presentaran sin que hubiera algo más en juego, sin una reciprocidad esperada.

— ¿Cuál es la condición? —repitió Charlie, su voz apenas un susurro.

Alessandro se acercó un poco más, sus ojos reflejando una mezcla de determinación y vulnerabilidad.

—  Una vez que cumplas con todas las obligaciones que se establecen en este contrato, recibirás una suma total de un millón de dólares. Sin embargo, la condición que debemos dejar absolutamente clara desde el principio: ninguno de los dos debe enamorarse — afirmó Alessandro, mostrando una determinación inquebrantable en su voz, con un tono que reflejaba firmeza y resolución —. Este acuerdo es exclusivamente un compromiso económico entre nosotros; un arreglo que resulta beneficioso para ambos. No implica nada más allá de eso. Si en algún momento llegas a desarrollar sentimientos hacia mí, el contrato se considerará nulo y sin efecto de manera inmediata. —dijo con firmeza—. Este matrimonio será un contrato, una alianza para el bienestar de Matteo. No habrá lugar para el amor romántico entre nosotros.

Charlie sintió un nudo en el estómago. La propuesta era tan inusual, tan fuera de lo común, que no sabía cómo reaccionar. Por un lado, la idea de proporcionar un hogar y una figura materna para Matteo la conmovía profundamente. Por otro, la condición de no enamorarse parecía una trampa emocional.

— ¿Y qué pasa si uno de nosotros rompe esa condición? —preguntó, tratando de mantener la compostura.

Alessandro suspiró, como si hubiera anticipado esa pregunta.

— Si alguno de nosotros rompe la condición, el matrimonio se disolverá inmediatamente —respondió—. No quiero que Matteo crezca en un hogar lleno de conflictos y desilusiones. Necesito que esto funcione por su bien.

Charlie asintió lentamente, sus pensamientos corriendo a mil por hora. La propuesta de Alessandro era una oportunidad para cambiar su vida de manera radical, pero también implicaba un gran sacrificio personal. La independencia que tanto valoraba estaría en juego, y la posibilidad de desarrollar sentimientos por Alessandro complicaría aún más las cosas.

Charlie movió su cabeza hacia abajo con una lentitud casi deliberada, y ese pequeño gesto, aparentemente insignificante, delataba su conformidad con lo que se había dicho. En el fondo de su ser, una sensación intensa y palpable le indicaba que estaba a punto de embarcarse en un viaje que podría transformar su existencia de forma irreversible. Una mezcla de ansiedad y emoción se apoderaba de ella, mientras contemplaba la magnitud de lo que estaba por venir.

Tras un breve momento de reflexión, en el que sus pensamientos se agolpaban en su mente como hojas llevadas por una fuerte ráfaga de viento, sintió cómo un profundo suspiro brotaba de las profundidades de su ser, cargado de una nueva y renovada determinación. Decidida a manifestar lo que llevaba dentro, se preparó para articular sus ideas de manera clara y contundente, utilizando una voz firme y persuasiva que resonara con seguridad.

—De acuerdo —respondió con firmeza, mostrando una convicción clara en su voz—. Acepto la propuesta.

Maldito Alessandro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora