Capítulo 2

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Los días avanzaban con una lentitud casi palpable, y la sugerencia de Alessandro persistía en los pensamientos de Charlie como un eco constante. Era plenamente consciente de que, cuando finalmente llegara la fecha prevista, tendría que recoger sus cosas y emprender el camino hacia el hogar de Alessandro. Esa casa sería el punto de partida para una nueva fase en su vida, un lugar que, a partir de la mañana siguiente, se transformaría en su nuevo refugio. La idea de este cambio llenaba su mente de emociones encontradas, pues lo que había sido su vida habitual se desvanecería para dar paso a un futuro incierto pero lleno de posibilidades.

Charlie se despertó temprano esa mañana; el sol aún estaba en sus primeras etapas de ascenso, apenas elevándose sobre el horizonte y pintando el cielo con suaves matices de rosa y naranja. Al abrir los ojos, una mezcla de nerviosismo y expectativa invadió su ser. Era plenamente consciente de que este día significaría el comienzo de una nueva etapa en su vida, un cambio que había anhelado durante mucho tiempo. Se levantó de la cama, sintiendo el suave roce de las sábanas en su piel, mientras los primeros rayos de luz iluminaban su habitación, llenándola de calidez. Todo parecía estar cargado de posibilidades, y no pudo evitar sonreír al pensar en lo que estaba por venir.

Después de disfrutar de un nutritivo desayuno y tomar una rápida ducha que la despertó completamente, comenzó a organizar sus pertenencias para iniciar un nuevo capítulo en su vida. Con meticulosidad, fue colocando cada objeto en su maleta, sintiendo cómo cada uno de ellos evocaba recuerdos de su vida anterior. Cada prenda de ropa, cada libro y cada enser que empaquetaba traía consigo una historia y una conexión emocional que la transportaba a momentos significativos de su pasado. Sin embargo, a medida que sus ojos recorrían la habitación y su mano sellaba la maleta, también sentía una creciente emoción, ya que estaba a punto de lanzarse hacia una aventura completamente desconocida, llena de posibilidades y desafíos que la esperaban en el horizonte. La mezcla de nostalgia y expectativa vibraba en el aire mientras se preparaba para cerrar un capítulo y abrir otro lleno de incertidumbres y esperanzas.

Cuando concluyó de organizar sus cosas y de cerrar cuidadosamente las maletas, un sonido suavemente resonante captó su atención: el motor de una limosina que se acercaba a toda velocidad. Intrigada, se acercó a la ventana y al asomarse pudo observar a Alessandro descendiendo del elegante vehículo. Sin embargo, en lugar de recibirla con la cálida sonrisa y el abrazo lleno de afecto que había anticipado, Alessandro le brindó un saludo marcado por una expresión gélida y distante, lo que la llenó de una sensación de desasosiego.

_ Date prisa, Charlie. No tenemos todo el tiempo del mundo _, dijo Alessandro, con un tono cortante que carecía de la amabilidad que solía emplear en otras ocasiones.

Su voz, firme y directa, subrayaba la urgencia del momento. El ambiente a su alrededor parecía intensificarse, y Charlie podía sentir la presión en el aire, como si cada segundo contara. La expresión en el rostro de Alessandro reflejaba la seriedad de la situación, y Charlie sabía que debía actuar rápidamente.

Charlie experimentó una extraña sensación de inquietud en el estómago al momento de entrar en la limusina. El viaje hacia su nueva casa transcurrió en un silencio incómodo y lleno de tensión. A su lado, Alessandro no mostró el más mínimo interés en entablar una conversación, lo que intensificó aún más el malestar de Charlie. Mientras tanto, él se sumió en sus pensamientos, mirando fijamente por la ventana y tratando de desentrañar las razones detrás del brusco cambio en la actitud de Alessandro, que antes parecía tan abierto y amable. Cada segundo que pasaba en aquella limusina se transformaba en una eternidad, mientras la incertidumbre crecía en su interior, preguntándose qué había provocado esta distancia entre ellos.

Cuando Alessandro arribó a la casa, condujo a Charlie hacia su habitación con una actitud apresurada y un gesto que reflejaba cierto desinterés.

_ Este es el lugar en el que vas a quedarte _, dijo de manera rápida, sin detenerse a observar más allá de lo esencial. _ Haz lo que creas necesario para sentirte cómoda y adaptarte _, añadió antes de abandonar la habitación sin pronunciar ninguna otra palabra.

De este modo, Charlie se quedó sola en un entorno que apenas había tenido la oportunidad de explorar.

Esa noche, mientras se acomodaba en su nueva cama, Charlie no pudo evitar sentirse inmersa en una profunda soledad y una confusión abrumadora. A su alrededor, los ecos de su reciente mudanza reverberaban en la habitación, recordándole lo incierto de esta nueva etapa de su vida. Tenía la certeza de que el camino que se extendía ante ella estaría repleto de obstáculos y dificultades por enfrentar. Sin embargo, en medio de esa incertidumbre, una nueva inquietud empezó a rodar en su mente: la desconfianza hacia Alessandro. Se preguntaba si realmente podría confiar en él y cuáles eran las verdaderas intenciones que motivaban su invitación. ¿Era un gesto genuino de amistad o había algo más detrás de su amabilidad que le resultaba difícil de descifrar? Esa pregunta la mantenía despierta, mientras trataba de encontrar respuestas en la penumbra de su habitación.

Tras pasar varios minutos confinada en su habitación, Charlie llegó a la conclusión de que había llegado el momento ideal para salir y disfrutar de un poco de aire fresco. Con un curioso contraste de calma y apuro, se dispuso a abrir la puerta de su cuarto, sintiendo cómo la emoción y la inquietud se entrelazaban en su interior. Con paso medido, comenzó a descender las largas escaleras que conducían al salón, cuidando cada movimiento como si temiera perder el equilibrio.

Mientras sus pies se deslizaban por los peldaños, la luz que provenía de abajo empezaba a calentar su rostro, prometiéndole un respiro renovador. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de alcanzar la puerta de salida, una voz profunda y firme resonó en el aire, deteniéndola de inmediato. Su tono, cargado de una autoridad que no admitía réplica, congeló el momento y el corazón de Charlie, obligándola a reconsiderar el paso que estaba a punto de dar.

— ¿A dónde piensas ir? —preguntó con un tono autoritario—. Ni siquiera has tenido la oportunidad de ver al bebé.

Maldito Alessandro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora