Capítulo 8

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Esas palabras fueron como interruptor para el agente de policía conocido como Gulf Kanawut, su mirada cambio de una de terror a un brillo alegre, por supuesto que sabía quién estaba hablándole, era su hombre, el único amor de su vida, Smith Boorananut, aquel que había logrado cambiar todos sus esquemas y hacerlo libre, la única persona que logro que se comportara tal como era y como si fuera una película todo lo que había pasado en los últimos meses comenzó a pasar por su cabeza dándose cuenta de todo lo que había hecho.

Estaban en uno de las provincias más alejadas de Tailandia, cuando recibió una llamada de su jefe inmediato, debía presentarse al trabajo, el año sabático que le dieron se le había terminado, tenía que volver a la acción, algunas cosas extrañas habían comenzado a pasar y debían investigar, pero él no quería volver, se encontraba feliz en donde estaba ahora, sin embargo, al ver el informe que su jefe le había mandado, se dio cuenta que estaban cerca, la policía tenía un indicio de donde buscar, el estúpido de Hamilton se había metido en medio de sus planes.

La policía estaba cada vez más cerca de ellos, incluso algunos agentes que conocía estaban rondando el pueblo en donde se encontraban, no podía dejarse ver por nadie, eso solo le traería dolores de cabeza y saldría a la luz su problema; sus padres eran psicólogos y desde que era un niño se habían dado cuenta que tenía un problema de trastorno de personalidad, era dos personas a la vez, una parte era racional y correcta, la otra era todo lo contrario; era alguien al que no le importaba romper las reglas, razón por la cual siempre lo habían mantenido medicado, aquellas pastillas que sus padres se encargaron de suministrarle para toda la vida, reprimían la mejor parte de su personalidad.

Por eso un día decidió dejar todo atrás, quería ser libre, pidió un año sabático en su trabajo y dejo de tomar el medicamento, así fue que lo conoció, cuando lo vio seguirlo en aquel estacionamiento supo que Smith era especial, había algo en él que le hacía querer experimentar lo que quisiera hacer con él, no era tonto, aquella noche había visto sus intenciones en sus ojos y la verdad es que no le importaba lo que hiciera con él mientras pudiera ser libre.

Y tuvo razón, aquel hombre lo hizo ser libre, dejo que pudiera ser el mismo, el tiempo que viajaron juntos, fue el mejor momento de su vida, por eso odio que todo aquello tuviera que acabar, la policía estaba cada vez más cerca de ellos, su hombre estaba asustado, no quería perderlo, se pertenecían el uno al otro y sabían que si los encontraban iban a ser separados, ya no podrían esparcir su arte por el mundo, así que Smith tomo la decisión por los dos, se entregó a la policía y confeso sus crímenes.

Esa acción lo había devastado, lo protegió como nadie nunca lo había hecho, por eso supo que las cosas no podían terminar de esa manera, pero sabía que por sí solo no iba a poder hacer nada, así que sin muchas opciones tuvo que dejar salir a flote su otra personalidad, el psicólogo y agente de policías Gulf Kanawut era el más idóneo para aquella misión, con sus conocimientos de las leyes y con las órdenes dadas por su jefe inmediato supo lo que tenía que hacer, tenía algunos contactos y conocía a las personas correctas para poder llevar a cabo su plan.

—¡Amor lo logramos! —, grito Boorananut feliz de estar con su chico nuevamente.

—Así es, ¡lo hicimos! —. Las lágrimas recorrían el rostro de pelinegro.

—No espere que vinieras por mí, verte cuando entre en esa sala de interrogatorio fue como ver el cielo— Smith se había cambiado al asiento de copiloto y tomo el rostro de su chico entre sus manos, para luego estamparle el beso apasionado que se había estado conteniendo los últimos tres días.

—¡No podía dejarte allí! —, exclamo Gulf emocionado —Eres mi otra mitad, no podía dejar que murieras por mí, no podría seguir viviendo sin ti.

TrastornadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora