Ecos de un Amor Perdido
En el eco de un adiós sin voz,
se quiebra el tiempo en suspiros rotos.
Llego tarde, con el corazón en llamas,
a un amor que se desvaneció entre sombras.Entre recuerdos que laten sin fin,
el tiempo me lleva lejos de ti.
Llegué cuando el amor ya partía,
demasiado tarde para tu melodía.Despertó sobresaltado, el sudor frío perlaba su frente mientras su corazón latía con fuerza. Giró la cabeza hacia la derecha, sus ojos se posaron en el reloj que reposaba silencioso sobre el buró. Las agujas, crueles testigos de su tormento, mostraban las 4:00 AM. El cansancio lo embargaba de tal manera que apenas podía creer que, una vez más, ese mismo sueño se había apoderado de su descanso.
Pero esto no era una simple pesadilla; era el espectro de un pasado que lo perseguía sin descanso, una sombra de lo que pudo ser y nunca fue. Cada detalle, cada escena se repetía con una precisión desgarradora, recordándole su fracaso con una intensidad que lo destrozaba por dentro. Intentó, desesperado, conciliar el sueño, pero después de revolcarse entre las sábanas durante lo que parecieron veinte interminables minutos, se rindió. La oscuridad de la madrugada le revelaba una verdad inevitable: este caso, dormir sería imposible.
Con un suspiro pesado, se levantó de la cama, la misma sensación de malestar se aferraba a él, como un constante golpeteo en su corazón. Otra vez, su rutina continuaba de la mano de la monotonía de una vida que ya no parecía suya.
Se coloco un conjunto deportivo junto con un brazalete igualmente deportivo, tomo un poco de agua en su termo. Y mientras tomaba las llaves y abría la puerta de su departamento recordó como unos años atrás como siempre recibía un abrazo por la espalda de unos brazos delicados antes de salir, sin olvidar el beso en sus omoplatos como despedida acompañada de un "te amo, ten cuidado" con una voz adormilada. Era un adiós cálido, un ritual de amor que ahora solo existía en su memoria.
Cerro sus ojos tratando de olvidar el eco del triste recuerdo. Finalmente salió a dar su recorrido matutino, la brisa de una madrugada melancólica lo atrapo, todavía el cielo no mostraba signos de amanecer y con cada paso que daba, sentía el peso de sus acciones, como si el pasado lo persiguiera.
Después de una hora de correr, buscando en la actividad física una salida de su pasado, regresó a su departamento, deseoso de purificar su cuerpo y mente bajo una ducha de agua fría. La fría cascada de agua no solo limpiaba su piel, sino que también le proporcionaba un breve alivio de su desagradable humor además de alejar el penetrante olor que lo envolvía. Sin embargo, el tiempo bajo la lluvia artificial le resultaba cada vez más tortuoso. Su mente no podía evitar revivir el dolor que aún lo atormentaba mientras se frotaba con la esponja de baño. Cada vez que cerraba los ojos, un resplandor azul con destellos verdes, el mismo color que había amado, se le aparecía en la mente, intensificando el dolor del recuerdo.
Apoyó su frente contra la pared, sintiendo la desesperación del momento. La monotonía de sus mañanas lo ahogaba, y se daba cuenta de que debía buscar alguna distracción externa para romper con la depresión que lo consumía. No podía continuar así, dejándose dominar por un ciclo interminable de sufrimiento que parecía no tener fin. Necesitaba un cambio, algo que lo sacara de ese hoyo emocional.
Decidido a mejorar, se puso su ropa casual, la misma que usaba para el trabajo, y con una sonrisa en el rostro—una sonrisa que él mismo no estaba seguro si era genuina o simplemente una máscara—saludó al valet en el conjunto de departamentos donde vivía. Subió a su auto con pasos firmes y decididos, y emprendió camino hacia su oficina.
Aunque su rutina pudiera parecer monótona y aburrida, realmente amaba su oficina. Era un lugar lleno de personas creativas y cargadas de energías positivas. Se negaba a ser el único que se sintiera desganado en ese entorno vibrante. Sus empleados lo conocían como el jefe enérgico y divertido que había sido cuando decidió fundar su empresa. Ahora, sin embargo, lo único que podía hacer era mantener la fachada y fingir que todo estaba bien, como el hombre que solía ser hace dos años.
ESTÁS LEYENDO
Tarde
Fanfiction𝙼𝚒 𝚙𝚞𝚎𝚛𝚝𝚊 𝚗𝚞𝚗𝚌𝚊 𝚚𝚞𝚎𝚍ó 𝚌𝚎𝚛𝚛𝚊𝚍𝚊, 𝚙𝚘𝚛𝚚𝚞𝚎 𝚗𝚞𝚎𝚜𝚝𝚛𝚘 𝚏𝚒𝚗𝚊𝚕 𝚚𝚞𝚎𝚍ó 𝚊𝚋𝚒𝚎𝚛𝚝𝚘 𝚈𝚘 𝚗𝚞𝚗𝚌𝚊 𝚍𝚎𝚜𝚌𝚞𝚒𝚍é 𝚝𝚞 𝚖𝚒𝚛𝚊𝚍𝚊, 𝚖𝚎 𝚕𝚊 𝚚𝚞𝚒𝚝ó 𝚞𝚗 𝚖𝚊𝚕𝚍𝚒𝚝𝚘 𝚊𝚎𝚛𝚘𝚙𝚞𝚎𝚛𝚝𝚘 𝚈𝚘 𝚜é 𝚚𝚞𝚎...