Entendió las cosas que había estado haciendo, eran muy bajo de su parte ser así con él, cuando no tenía ni idea de lo que estaba sintiendo, era un egoísta, estúpido.
Rápidamente se acercó sin ser insistente, lo abrazó, aún estando los dos acostados. Sintió su aroma desprender, ese tan familiar, que se había vuelto su favorito.
—Perdón —fué lo único que pudo murmurar, escondido en el pequeño espacio de su cuello y su cabeza, suspirando en el proceso.
El revoltijo en el estomago de nuevo se presentó, pero ahora en ambos chicos. Consiguiendo sacarle un leve sonrojo al morocho también.
—Te quiero, Tiago —dijo nervioso, aún no entendía porque hacía eso.
Puta madre, puta madre, puta madre. Se repitió en su cabeza una y otra vez.
—Yo también, Mau. Pero si no me hablás, no te voy entender nunca —susurró cansado.
No habían hablado tanto sobre el tema de su pequeña distancia, siempre que podía Mauro evitaba a toda costa esa conversación, alejandose, cortandole la conversación ahí o cambiando de tema. Siendo tan indiferente en cada una de éstas acciones.
Ahora pudo darse cuenta del pequeño dolor que pudo sentir el pelinegro, se acomodó aún más cerca apegando sus cuerpos, ya no estando en una distancia amistosa.
Pacheco solo se dejó hacer ante sus caricias y palabras murmuradas, una cada vez más inentendible que la otra.
—Sé que estás enamorado, Thomas me contó todo —confesó sin más, Monzón tembló ante esto y trató de alejarse queriendo explicar todo pero fue detenido por su amigo.
—¿Por qué nunca me lo contaste? —preguntó tomando sus manos algo fuerte evitando que lo soltara, ahora lo necesitaba cerca.
Evitó su mirada como también la pregunta, sintiendose más pequeño en ese momento. Mauro mordió su labio no queriendo verlo.
Ahora estaban sentados, enfrentados y en un silencio tenso, muy tenso. Él ojiverde no miraba sus ojos, solo sentía sus manos pesar sobre las suyas y sus lágrimas acumulándose en sus ojos.
—Ey, habláme, quiero vos me expliques que pasa —dijo tratando de tomar su mentón fallando en el intento, él otro había esquivado su agarre poniéndolo aún más ansioso.
—Mauro —lo llamó en modo de reproche, queriendo algún tipo de explicación.
Mauro nego varias a veces antes de soltar algunas lágrimas, se sentía entre presionado y mal por no haberle confesado antes lo que sentía, ahora creía que Tiago seguía ahí por lástima.
Lo sintió abrazarlo suavemente, subiendo en su regazo recostando su cabeza en el pecho de él, largando todo el llanto que venía conteniendo hace semanas por la incertidumbre de no saber que hacer con lo que estaba sintiendo.
Estaba tan vulnerable, tan frágil.
De nuevo esa caricia en el cabello refrescó su mente y todo lo que sentía, ese suave tacto era tan relajante. Ahora era el morocho intentando calmar su llanto.
Luego de algunos minutos, calmó sus sollozos y no pudo evitar suspirar, era como si fuera de nuevo un nene siendo consolado por su madre.
En un momento levantó su mirada al causante de todo el quilombo en su cabeza, lo miró al ojos siendo tan transparente al reflejo del otro, teniendo tanta paz en ese momento, siendo su paz.
Mauro se acercó suavemente a su rostro tratando de pasar desapercibido, él otro también se acercaba ya sabiendo que pasaría.
Pronto sus labios se rozaron en un lindo beso, uno tan tierno y puro. Todo lo que Monzón necesitaba para seguir. Tomando algo de confianza, pasó su mano por la nuca del pelinegro, acercándolo un poco más a él, rozando aún más sus suaves labios.
Un suspiro abandonó la boca de Mauro, sintiéndose tan libre de todo lo que había estado atormentandolo.
El beso no iba más allá que solo una muestra de cariño, que ambos empezaban a experimentar siendo más que amigos, algo sin duda lindo.
Luego de separarse cerró sus ojos queriendo aferrarse a que no era un sueño, recibió un aptetón de mano y una suave risa, que reconocía muy bien.
Al abrir los ojos, la oscuridad aún permanecía en la habitación, pero de alguna manera sentía brillar los ojos del morocho, siendo aún más lindo de cerca.
Dejó un último beso antes de que ambos se acostaran a dormir, aún habían dudas sobre lo que sentían pero esto demostraba que solo terminaba aquella amistad, para contruir algo más significativo entre ambos.
Él ojiverde se acurrucó en el pecho del otro, escuchando sus latidos del corazón, mientras el pelinegro dejaba caricias por la extensión de su espalda bajando y subiendo. El cabello de Mauro era su debilidad, tan suave y el delicioso aroma que desprendía.
Acarició su cabello cariñosamente antes de besarlo por última vez y quedarse dormido en los brazos de su ya no tan amigo.
Resolviendo su gran duda, al final no todo salió tan mal.
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𝗰𝗮𝗳𝘂𝗻é
Fanfiction𝐢. 𝗖𝗔𝗙𝗨𝗡É ❪ 𝖿𝗂𝗇𝗂𝗌𝗁𝖾𝖽 ❫ ━━el acto de acariciar el cabello de una persona cariñosamente.