Capítulo 01

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1. Primer enfrentamiento.

Jimin respiraba agitadamente mientras permanecía de rodillas en el suelo, con la vista fija en el centro de la cancha

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Jimin respiraba agitadamente mientras permanecía de rodillas en el suelo, con la vista fija en el centro de la cancha. El piso brillante y verde parecía burlarse de él.

El sonido ensordecedor de la pelota que caía a tan solo dos centímetros provocó que una lágrima se deslizara por su mejilla, seguida de muchas más.

El omega temblaba incontrolablemente, su cuerpo pequeño convulsionaba debido al cansancio y la tristeza, o quizás a ambos. Su aroma, habitualmente suave y relajante a malvaviscos, había sido reemplazado por una amargura desconocida que ahora odiaba.

El árbitro tocó el silbato, señalando el final del partido y otorgando el punto decisivo al equipo contrario.

Dos sets perdidos, dos sets en los que el omega lo dio todo, dos sets en los que no logró anotar ni un solo punto.

No pudo ver el otro lado de la cancha.

El omega de catorce años se levantó con dificultad, sus piernas temblorosas y la mirada baja. Su cabello negro cubría sus ojos color miel, que seguían derramando lágrimas sin cesar.

-¡Lo siento mucho, Jiminshie! ¡Es mi culpa! ¡No pude colocar bien el balón! -Hoseok, su colocador, se inclinó en una reverencia perfecta. Jimin simplemente lo miró y negó con la cabeza.

-No es tu culpa, Hobi Hyung, es mía.

El beta sacudió la cabeza y trató de animar a su compañero, pero Jimin parecía perdido.

-¡La victoria es para King Soul! -el público estalló en aplausos en honor a los ganadores.

Jimin observó con tristeza cómo el equipo rival, de otra escuela, recibía un trofeo dorado. Amaba el voleibol; era su pasión y su sueño. Sin embargo, había enfrentado numerosas críticas que le decían que el voleibol era solo para alfas y que nunca triunfaría. Su equipo ni siquiera estaba completo; no tenían un libero, y él debía asumir roles como bloqueador, a pesar de que su altura no era ideal, y rematador, que era su posición favorita y la que más disfrutaba.

El omega adoraba la sensación de golpear el balón, de anotar. Pero hoy, no lo había conseguido. No había anotado ni un solo punto.

Mientras el equipo rival parecía desinteresado en la celebración, Jimin observó con la mirada perdida. ¿Por qué no disfrutaban? ¿Por qué no lloraban de felicidad? La respuesta era simple: les había resultado tan fácil que no les interesaba celebrar; les parecía ridículo.

A excepción de una persona: un alfa de cabello negro como el suyo. Este tenía un rostro completamente furioso, y Jimin no entendía por qué lo miraba con esos ojos tan abiertos, como si estuviera sorprendido por algo.

El árbitro hizo una señal a los organizadores, que comenzaron a despejar la cancha para permitir que los otros equipos se prepararan para su próximo partido. El bullicio y la conmoción en la arena se intensificaron mientras los jugadores se apresuraban a recoger sus cosas y salir del área de juego.

Spike (𝗸𝗼𝗼𝗸𝗺𝗶𝗻; 𝗼𝗺𝗲𝗴𝗮𝘃𝗲𝗿𝘀𝗲) próximamente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora