El omega se encontraba en el gimnasio de voleibol a las seis de la mañana, realizando sentadillas con salto en una serie casi interminable. Su respiración era agitada, y el sudor ya empapaba su frente y su camiseta pegada al torso. Había decidido entrenar tan temprano porque no había podido dormir: la frustración lo había mantenido despierto toda la noche. No podía aceptar cómo Namjoon lo había sacado del equipo de voleibol de un día para otro, como si sus esfuerzos no valieran nada.
Y todo por culpa de ese alfa prepotente.
—Jeon Jungkook —murmuró el omega entre dientes, sintiendo cómo la rabia le quemaba el pecho.
Lleno de enojo, soltó un grito que resonó en las paredes vacías del gimnasio, y sin pensarlo dos veces, empezó a correr. Sus piernas se movían a una velocidad impresionante, y el aroma dulce de malvaviscos que solía desprender se tornó agrio, reflejando la intensidad de su frustración. El eco de sus pisadas llenaba el gimnasio mientras intentaba dejar atrás la humillación y el dolor con cada zancada.
De pronto, la puerta del gimnasio se abrió de golpe. La interrupción lo tomó por sorpresa, y en medio de su carrera furiosa, tropezó y cayó de rodillas al suelo. Un jadeo de dolor escapó de sus labios, y por un instante sintió que las lágrimas estaban a punto de brotar. Pero cuando levantó la vista, su rabia volvió a encenderse al ver quién estaba parado, sin decir nada, en la entrada.
—¿Qué haces aquí, idiota? —espetó el de cabello chicle.
Era Jungkook, observándolo como si estuviera loco, como si no hubiera sido el causante de todo.
—¿Qué haces aquí tan temprano? —preguntó el alfa, ignorando completamente la pregunta de Jimin.
El omega no le respondió de inmediato; en cambio, se levantó del suelo con la poca dignidad que le quedaba, sacudiéndose las rodillas.
—¿No es obvio?
Pero Jungkook ni siquiera parecía prestarle atención. Con calma, tomó una pelota de voleibol del canasto y empezó a botarla de manera despreocupada, como si la presencia del omega no significara nada, como si fuera el único que importaba en ese gimnasio.
—Ah, con razón no creces... si no duermes —comentó Jungkook, con una sonrisa burlona mientras seguía botando la pelota.
La mandíbula de Jimin se tensó, sintiendo cómo la rabia le subía a la cabeza de nuevo.
—Lo que a mí me falta de altura, a ti te falta de un alfa, idiota —murmuró.
Jungkook alzó una ceja, claramente habiéndolo escuchado, y su expresión cambió de burlona a molestia.
—¿Qué mierda dijiste? —dijo, su voz baja pero peligrosa.
El omega no se permitió temblar cuando Jungkook dejó de lado la pelota y comenzó a caminar hacia él, sus pasos firmes, la mirada fija en Jimin. Podía sentir la tensión que se acumulaba entre ambos, pero no retrocedió; no estaba dispuesto a dejarse intimidar.
—Lo que escuchaste, poco alfa... Molestar a un omega más pequeño que tú debe ser lo único a lo que te atreves —dijo Jimin, manteniéndole la mirada con determinación.
Jungkook apretó la mandíbula y se acercó aún más, su respiración agitada y sus ojos oscurecidos.
Sin pensarlo dos veces, el alfa extendió su mano y tomó la barbilla de Jimin, aplicando una leve presión que hizo que el omega alzara el rostro para mirarlo de frente.
—¿Qué decías? —preguntó Jungkook, su tono desafiante, mientras sus dedos se aferraban con firmeza a la suave piel de Jimin.
El omega mantuvo la mirada fija en el alfa, su rabia y orgullo reflejados en sus ojos oscuros. Aunque sentía la presión de los dedos de Jungkook, no iba a ceder, no iba a darle el gusto de intimidarlo.
—Lo que escuchaste —repitió, desafiándolo.
Jungkook mantenía su agarre firme en la barbilla de Jimin, mirándolo con dureza, pero de repente, un recuerdo se deslizó en su mente. Recordó que hace no muchas horas, había visto a Jimin desnudo en los vestuarios: la piel suave del omega, el cortorno de su cintura y su pecho... Ese recuerdo había sido fugaz, pero ahora le regresaba con fuerza, y, para su sorpresa, sintió una oleada de calor recorriéndole el cuerpo.
Su respiración se hizo un poco más pesada mientras lo miraba, y, sin poder evitarlo, sus dedos temblaron levemente sobre la piel de Jimin. Había querido confrontarlo, hacerle entender que no debía desafiarlo, pero esa imagen había despertado algo en él, algo que no esperaba sentir en medio de su rabia.
Jimin notó el cambio en la expresión de Jungkook, y eso solo hizo que frunciera aún más el ceño, incómodo por la cercanía y por la mirada del alfa que ahora estaba completamente oscurecida.
De repente, como si hubiera tomado una decisión, el alfa se apartó del omega de un salto, rompiendo la tensión que había llenado el aire. Sin una palabra, comenzó a hacer su rutina de calentamiento, estirando los brazos y las piernas con movimientos fluidos y controlados, ignorando por completo al omega que seguía parado ahí, confundido y con el ceño fruncido.
Jimin se quedó ahí, aturdido por el cambio repentino de Jungkook. La rabia que había estado acumulando se transformó en frustración. ¿Acaso pensaba que podía simplemente ignorarlo después de todo lo que había sucedido?
El alfa continuó con sus ejercicios, saltando suavemente de un lado a otro, como si Jimin no existiera.
La indiferencia de Jungkook lo hería más de lo que quería admitir, y el lobo interior del omega bufó indignado, maldito alfa.
Sin saber qué más hacer, Jimin caminó hacia donde Jungkook había dejado la pelota de voleibol. Decidió que si él no le prestaba atención, al menos podía concentrarse en mejorar su juego.
Mientras el omega continuaba con sus intentos torpes de sacar la pelota, un mal cálculo hizo que esta se disparara en una dirección completamente equivocada.
Oh no...
La pelota voló con una sorprendente velocidad y, para su sorpresa, impactó de lleno en la cabeza de Jungkook.
El sonido sordo del golpe resonó en el gimnasio vacío, y, aunque Jimin intentó contener la risa, no pudo evitar soltar una carcajada. La expresión de Jungkook cambió de dolor a incredulidad, girándose lentamente hacia el omega.
—¿En serio? —dijo Jungkook, tocándose la cabeza mientras fruncía el ceño, pero la seriedad de su expresión no duró mucho, porque Jimin seguía riendo sin parar.
Jungkook se quedó completamente absorto en la risa del omega.
El de cabello color rosa reía con tanta sinceridad que sus ojos se cerraban en medialunas. Cada carcajada hacía que su pecho se moviera de manera encantadora, y Jungkook sintió cómo una sonrisa involuntaria se formaba en sus labios.
No podía evitarlo.
Nunca había escuchado al omega reír, y esa risa, le hizo olvidar por completo su enojo.
El lobo interior de Jungkook se inquietó y comenzó a mover la cola.
Lo observó fascinado.
Pero luego Jungkook reaccionó, como si un rayo de realidad lo golpeara de repente.
—¿¡Acaso me querías matar!? —exclamó, la incredulidad asomándose en su voz, mientras su ceño se fruncía.
Su cabeza dolía.
Jimin dejó de reírse de inmediato, sus ojos se abrieron con sorpresa ante el repentino cambio de actitud del alfa.
—¿Qué? —preguntó el omega, aún intentando procesar lo que acababa de suceder.
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Spike (𝗸𝗼𝗼𝗸𝗺𝗶𝗻; 𝗼𝗺𝗲𝗴𝗮𝘃𝗲𝗿𝘀𝗲) próximamente
Hayran Kurgu៚ · ♡ | Jimin, un joven omega con aroma a malvaviscos, ama el voleibol desde que tiene memoria y sueña con convertirse en el mejor jugador del mundo. A medida que enfrenta desafíos tanto en la cancha como en su vida personal, se encuentra con viejos...