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Sigo.

Y sigo, sigo, sigo.

Me arrastro pensando, creando escenarios, imaginándome el espacio.
Sólo me ahogo, haciendo cuentas de que esté dolor solo es mío.

     Siempre fue solo mío.

Lo fue cuándo mis manos heladas tocaron el fondo, lo fue cuándo mis labios resecos se marchitaron, lo fue cuándo olvidé que que color eran mis ojos.
     
      Pero recordaba los tuyos.

Sigo esperando a que se vaya, a qué salga por la puerta y por fin el insomnio le tome la mano, qué tan solo ya no estén bailando en la misma habitación.

Porque este dolor, es mío.

Solo mío.

𝒫𝑜𝓇 𝒮𝒾𝑒𝓂𝓅𝓇𝑒 𝒮𝑜𝓁.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora