Capítulo 3

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Capítulo 3.

Al abrir los ojos, me encontré en una cama suave y blanda. Estaba semidesnuda, mis pechos se encontraban cubiertos por mi propio vestido. Sentí el aire pasar por mi columna, alegando que estaba desnud4.

—¡Dios mío! –exclamé aterrada y me levanté, apoyando mi cuerpo sobre mis manos débiles.

—Tranquila señorita, la estoy curando. Soy médico –explicó la voz apagada del Duque —¿cómo se le ocurrió venir de paseo en estas condiciones? Podría haber muerto. Tiene... las heridas infectadas.

—Oh... soy torpe y... —murmuré intentando buscar una excusa pero él me interrumpió.

—No le pregunté que le ocurrió –contestó y lo observé con una ceja levantada –lo único que quiero es una esposa. No quiero volver a pasar por todo el compromiso de nuevo. Es tedioso.

—¿Entonces no le preocupa lo que me ocurra? –cuestioné, no podía verle, solamente por el rabillo del ojo –mierd4.

—Claro que no. Pero no volveré a buscar mujer nunca más, es tedioso cómo lo mencioné anteriormente. Es hermosa, y fértil perfecta para darme mis herederos. Es mi único interés en usted –explicó y giré el rostro levemente para verlo.

—¡Es un...!

—¿Qué calificativo quiere usar en mí, señorita? Soy sincero. No vengo a ofrecerle una mejor vida, que veo obviamente no tiene –dijo sin rodeos y una sonrisa se posó en sus mejillas.

—¿Disfruta mi sufrimiento? –pregunté sorprendida.

—En absoluto señorita. Solamente velo por mis propios intereses –explicó y luego, volvió a pasar algo sobre mis heridas.

Cuando terminó, me cubrí rápidamente mis pechos.

—No se preocupe. No es la primera vez que veo a una mujer desnud4 –dijo sin rodeos y lo observé de mala manera.

—Bien –dije sentándome de forma rápida. Pude percatarme que las heridas, ya no ardían. Sonreí sin poder evitarlo, y bajo un extraño impulso, le dí un abrazo.

Nuestros rostros, quedaron a tan escazos centímetros, recordé a mi prometido y me separé.

—Sé que estaba comprometida con un... soldado.

—Oh... —comenté sin saber que añadir —¿No cancelará la boda? –cuestioné con miedo.

—¿Debería? No está embarazada por lo que revisé. Sigue siendo una buena candi...

—¿Acaso me tocó? –pregunté histérica y me paré de golpe. Tomé una bandeja de plata, y lo apunté con ella —¡Es un...!

—¿Un qué? –preguntó y sus pies, poco a poco se juntaron frente a los míos. Su mandíbula cuadrada, se volvió mas tensa y sus ojos, estaban volviéndose oscuros. Sus labios entreabiertos, eran una fina línea parecían dispuestos a atacarme. –Dígame...

—N—nada... —comenté temblorosa, cuando levantó mi barbilla con su mano derecha. Su aura peligrosa, provocó un escalofrío en mi cuerpo.

—Perfecto, la llevaré.

Vendida al DuqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora