ONE SHOTS

Tiempo.

Tomo la foto que está sobre mi escritorio.

Nos conocimos cuando teníamos tres años o eso dijeron nuestros padres.

Crecimos juntos.

Su actitud me molestaba, siempre tan correcto.

Odiaba que sin importar lo que pasará él podía conservar su sonrisa.

Cuando todo se derrumbó a mi alrededor creí que siendo un hijo de puta podría protegerme y entonces, él vino con esa jodida sonrisa y me ofreció su mano.

Estuvo conmigo durante horas, la gente dirá que solo tomamos hasta emborracharnos pero la verdad...él me dió una familia.

Y yo decidí traicionarlo.

Fue sencillo olvidar nuestros años de amistad.

Cuando descubrió mi traición espere que gritara, que me golpeara pero solo recibí una mirada decepcionada. Se fue sin mirar atrás.

Toda las veces que intente provocarlo fueron ignoradas.

- ¡¿Qué es lo que quieres? - me había preguntando

¿Qué era lo que quería?.

Quería a mi hermano de regreso...pero incluyo sé que fuí yo quien lo jodió.

¿Y para qué?... Al final no valió la pena, solo fue algo del momento, lo supe cuando perdí su amistad y sin importar lo que hiciera jamás la recuperaría.

Después, conocí a alguien que me hacía ser diferente, yo quería cambiar y tener algo bueno en mi vida, ella valía la pena.

Pero volví a joderlo, y ella no era la clase de mujer que perdonaba.

Los había perdido a ambos. Fueron trasladados a otra central por trabajo.

Mi padre decidió traer a gente muerta y volví a los mismos errores.

Y entonces, las dos personas que habían válido algo en mi vida, regresaron. Fue difícil pero estaba feliz por ellos.

Lo que arruiné fue construido por ellos, ni siquiera podía sentir odio, envidia o celos, porque ellos me importaban más de lo que demostraba.

Me acerque a ellos para resolver las cosas, tenían el derecho de repudiarme y en su lugar, me convirtieron en el padrino de su hija, ámbar.

Todo iba perfecto y entonces el consejo atacó, tuvimos que correr. Los italianos nos tenían en la mira.

- Tienes que cuidarlas, Christopher - me suplicó.

- Por favor - le suplique para que no hiciera lo que estaba pensando.

- No puedes arruinar ésto, prometelo - me suplicó.

- No te dejaré - le dije con la voz quebrada.

- ¡PROMETELO, HERMANO! - me suplicó llorando.

- Lo prometo, hermano - le dije

Y él me sonrió, esa misma sonrisa que me había salvado en el pasado.

Me entrego a su esposa embarazada y la beso.

- Dile que las amo, ellas son lo más importante en mi vida, dile que lo siento - me pide

- se lo diré - le digo con las lágrimas invadiendo mis ojos.

- quiero que mi hija se llame ámbar - me dice