Por fin después de dos años regresaba a su hogar. Ahora era muy diferente a como era cuando se marchó de Whiterlande. A sus veinticuatro años, SuNoo había madurado entre las elegantes calles de Nueva York y los suntuosos restaurantes. Su trabajo lo había hecho más responsable y paciente, más distinguido y sensato de lo que fue en alguna ocasión.
Tras meses de tratar con extravagantes personajes, entre los que podían llegar a catalogarse tanto artistas como clientes, estaba totalmente preparado para volver a ver a Ni-Ki Nishimura y no saltar ante sus provocaciones. Esta vez venía decidido a no caer de nuevo entre sus brazos como un joven insensato y buscar al fin a ese hombre ideal que la estaba esperando en algún lugar. Si por casualidad Nishimura conseguía mostrarle que él era ese hombre, tal vez, sólo tal vez, se rendiría a la evidencia y accedería a su alocada propuesta.
Hacía un año que había cambiado su viejo coche por uno nuevo y más exquisito, mucho más lujoso y apropiado a su nueva imagen de hombre de negocios: un deportivo descapotable de color plateado que apenas aparentaba ser de segunda mano. Gracias a las comisiones de sus ventas en la galería de arte, había conseguido ahorrar algo para poder decidir qué hacer en esos instantes en los que retornaba a casa sin un rumbo concreto marcado en la vida. Lo primero sería buscar a sus hermanos para sorprenderlos con su llegada adelantada y su nueva imagen de chico perfecto.
¿Serían capaces de reconocerlo con su nuevo aspecto? ¿Lo reconocería Ni-Ki después de tanto tiempo? ¿O podría jugar un rato con él simulando ser otro? Tal vez podría enredarse con él en un bar, seducirlo en el baño y después de besar esos excitantes labios, de acariciar esos fuertes brazos y ese musculoso pecho, de dejarse avasallar por su pasión salvaje y penetrar por su duro miembro mientras observaba la imagen de ambos en el espejo y le confesaba entre embestidas quién era, entonces él... ¡Mierda! Todavía no lo había visto y ya se estaba volviendo loco de deseo, ¿se puede saber qué narices tenía Nishimura para hacerlo recaer siempre ante su persona? Lo mejor sería buscar a sus hermanos y olvidarse de Ni-Ki por un tiempo, al menos hasta que sus hormonas dejaran de estar revueltas y su cuerpo estuviera menos avivado.
SuNoo aparcó delante de la tienda de alimentos del señor Templen, bajó de su coche dejando a todos los curiosos de los alrededores con la duda acerca de quién sería, cerró con delicadeza y guardó las llaves en su bolso rojo de Tous, regalo de un artista algo chiflado por haber vendido todos sus cuadros.
SuNoo se dirigió con paso firme hacia la tienda sobre sus zapatos rojos de diseño y buscó entre las personas de la tienda a Jeff Templen, uno de los cotillas más grandes del lugar. Si él no sabía dónde estaban sus hermanos, entonces no lo sabía nadie.
—Buenos días, señor Templen, ¿me podría decir dónde están mis hermanos? Estoy deseoso de volver a verlos después de tanto tiempo; por cierto, lo veo igual de joven que siempre —comentó SuNoo sonriente.
—Esos modales tan refinados y de perfecto jovencito solamente pueden ser de SuNoo Kim —dijo sonriente el viejo tendero mientras lo abrazaba fuertemente con cariño—. A ver que te vea — expresó apartándolo de sí para fijarse otra vez en su nueva imagen—. Apenas te reconocería si no fuera por tus exquisitos modales. ¿Y bien? ¿Vienes para quedarte, o te irás con tu arte a otra parte? —bromeó el señor Templen.
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mpsa ♯݊ˢᵘⁿᵏⁱ
Fanfiction𓆏 ❝Kim Sunoo y Nishimura Riki se declararon la guerra desde pequeños. En cuanto se conocieron se convirtieron en acérrimos enemigos, pues Sunoo es «Don Perfecto» y Ni-Ki un niño un tanto salvaje. Pero ¿qué ocurre cuando los niños cr...