Capitulo 4

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Fátima

Me incliné respetuosamente cuando el Sultán se acercó, pero no pude evitar mirarlo con curiosidad. "¿De dónde venís, mi señor?", pregunté, intentando sonar inocente.

El Sultán se detuvo y me miró fríamente. "No te concierne, Fátima", dijo. "No te debo explicaciones de mis movimientos".

Me sonrojé ligeramente, pero no me retracté. Sabía que estaba arriesgándome al cuestionar al Sultán, pero no podía evitar sentirme preocupada por él. "Lo siento, mi señor", dije. "Pero como miembro del harem, es mi deber preocuparme por vuestra seguridad y bienestar".

El Sultán se rió. "No te preocupes por mí, Fátima", dijo. "Soy capaz de cuidarme solo. Y no te olvides de tu lugar. No eres mi consejera, eres mi hermana"

Me incliné de nuevo, esta vez con una expresión de sumisión. "Sí, mi señor", dije. "Lo siento si he sobre pasado mis límites".

Pero mientras me inclinaba, no pude evitar pensar en lo que había visto en el rostro del Sultán. Una sombra de duda, una chispa de curiosidad. Sabía que él estaba escondiendo algo, y estaba decidida a descubrir qué era.

El Sultán siguió su camino, dejándome detrás. Pero yo sabía que esto no era el final. Estaba decidida a seguir investigando, a seguir preguntando. Porque sabía que había algo más en juego, algo que podría cambiar todo.

Sultán Arin

Me encontraba caminando hacia la biblioteca cuando un sirviente se acercó a mí, inclinó la cabeza y me dijo: "Mi señor, hay un embajador que pide una audiencia con usted".

Un embajador... Me parecía extraño. No esperaba visitas de este tipo. "Hazlo pasar", le dije al sirviente. "Iré en un momento".

Tomé un respiro antes de entrar en la sala del trono, con sus altas paredes adornadas con tapices de seda y sus ventanas que daban al jardín. La luz del sol entraba por las ventanas, iluminando el suelo de mármol y los rostros de mis consejeros, que me miraban con curiosidad.

Me dirigí a mi trono, un imponente asiento de madera tallada con incrustaciones de oro y piedras preciosas. Me senté, ajustando mi túnica de seda y mirando al embajador que se encontraba de pie frente a mí.

Era un hombre alto y delgado, con un rostro pálido y ojos oscuros. Llevaba un traje formal de terciopelo negro y una cadena de oro alrededor del cuello.

"Bienvenido seas a mi reino, embajador", dije, intentando sonar amable. "A qué se debe la visita y de dónde vienes".

El embajador se inclinó ligeramente y respondió: "Vengo de un reino lejano, mi señor. Y tengo información importante sobre Patricia, la princesa mexicana que se encuentra en su palacio".

Me sentí sorprendido. ¿Qué podría saber este embajador sobre Patricia? Me incliné hacia adelante, interesado. "Habla", le dije.

Me sentí sorprendido y intrigado al mismo tiempo cuando el embajador me reveló que Patricia era en realidad una princesa mexicana, hija de un poderoso rey. No tenía idea de esto, y mi curiosidad se despertó de inmediato.

Fátima, que estaba presente en la reunión, parecía igualmente intrigada. "¿Qué más sabes de ella?", preguntó, su voz llena de interés.

El embajador explicó que Patricia había sido enviada al palacio para protegerla de una amenaza en su reino. Me pareció razonable, pero no podía sacudir la sensación de que había algo más detrás de esta historia.

Mientras tanto, pedí que se me permitiera ver a Patricia. Quería saber más sobre ella, y sentía una conexión extraña con esta misteriosa princesa.

Pero Fátima se opuso, argumentando que Patricia era una amenaza para la estabilidad del reino. "No sabemos nada de ella", dijo. "Podría ser una espía o una traidora".

Me molestó su oposición, pero decidí no presionar el asunto... por ahora. En cambio, pedí al embajador que me diera más información sobre Patricia y su familia real.

Y entonces, justo cuando pensaba que había escuchado todo, un embajador extranjero pidió audiencia conmigo. "Tengo información importante sobre Patricia", dijo, su voz llena de gravedad.

Me sentí intrigado. ¿Qué podría saber este embajador que yo no sabía? Y ¿por qué parecía tan urgente? Decidí escuchar lo que tenía que decir, y así descubrir más sobre la misteriosa princesa que había capturado mi atención.
Así que decidí que Fátima se retirará del salón y le dije .
"¡Fátima, sal del salón!", ordené, con mi voz firme y autoritaria. Fátima me miró con sorpresa, pero no discutió. Se levantó y salió del salón, cerrando la puerta detrás de ella.

Una vez que estuvimos solos, el embajador extranjero se inclinó hacia adelante, su voz baja y conspirativa. "Sultán, tengo que revelarle un secreto sobre Patricia", dijo. "Ella es mitad vampira y mitad humana".

Me sentí sorprendido, pero no del todo. Había algo en Patricia que me había atraído desde el principio, algo que no podía explicar.

"¿Y qué tiene que ver eso conmigo?", pregunté, mi curiosidad picada.

El embajador sonrió. "Sultán, usted es vampiro. Y Patricia, con su sangre mixta, podría ser la clave para que usted tenga descendencia".

Me sentí como si me hubieran golpeado. ¿Descendencia? ¿Era posible? Había creído que mi linaje estaba condenado a extinguirse conmigo.

"¿Qué quieres decir?", pregunté, mi voz llena de emoción.

El embajador se inclinó hacia adelante, su ojos brillando con entusiasmo. "Sultán, si se casa con Patricia, podría tener hijos. Hijos que hereden su trono y su poder".

Me sentí como si estuviera soñando. ¿Era posible? ¿Podría realmente tener una familia, un futuro? La idea me llenó de esperanza y emoción. Y en ese momento, supe que haría cualquier cosa para hacer que eso sucediera.

Fátima

Salí de la sala de reunión con una mezcla de confusión y frustración. El Sultán Arin me había ordenado que me retirara sin explicación alguna. Me sentí como si hubiera sido despedida, como si mi presencia ya no fuera necesaria.

Mientras caminaba por los pasillos del palacio, mi mente no paraba de dar vueltas. ¿Qué había pasado? ¿Por qué el Sultán me había tratado de esa manera?

De repente, escuché un murmullo de voces que hablaban sobre una princesa mexicana llamada Patricia. Me acerqué sigilosamente, tratando de escuchar más.

"...es la hija del rey de México", decía una de las voces. "El Sultán Arin ha decidido casarse con ella para formar una alianza con México".

Aún estaba indagando sobre el origen de Patricia, la misteriosa princesa mexicana que había capturado el corazón de mi hermano, el Sultán. A pesar de que había descubierto que era una princesa, todavía había mucho que no sabía. Me enteré por medio de rumores que era miembro de una poderosa familia de vampiros mexicanos, pero no sabía si era cierto.

Mientras tanto, mi hermano me contó sobre su creciente relación con Patricia. Me contó sobre la riqueza y la belleza del reino de Azalia, donde él gobernaba. Me habló de la capital, la ciudad de Azal, con sus mercados vibrantes y su arquitectura impresionante.

Pero yo no estaba convencida. Sabía que Patricia era diferente. Y sabía que los vampiros puros de Azalia no aceptarían a alguien como ella como su futura reina.

Me sentí cada vez más preocupada por la creciente influencia de Patricia en mi hermano. Sabía que su relación era peligrosa, que podía causar problemas en el reino. Y sabía que debía hacer algo para detenerla.

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⏰ Última actualización: Sep 08 ⏰

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