CAPITULO 1

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Mi nombre es Patricia López, soy una estudiante universitaria originaria de Puebla. Actualmente estoy en la India, en un intercambio de la universidad de ingeniería automotriz. No necesito estudiar, ya que soy de la realeza, con el secreto mejor guardado del mundo. Pero luego les contaré.

Llevo casi un año aquí y puedo decir que todos los días son interesantes, cada día se aprende algo nuevo. Pero quién hubiera apostado que mi vida daría un cambio radical al conocerlo a él. Les contaré.

Unos meses atrás, un viernes por la tarde, mi amiga Charlot me recordó que no olvidara mi libreta. "¿Patricia!, se te olvidó tu libreta", me dijo. "Gracias, Charlot", le respondí. "No hay de que. Recuerda el ensayo para el lunes". "Cómo olvidarlo. Bueno, nos vemos".

Se preguntarán ¿quién es Charlot? Es mi mejor amiga desde que llegué aquí. Ella fue la única que me aceptó. Es la única que sabe mi secreto.

En ese momento, me dirigí a mi apartamento, la habitación es de tamaño moderado, con paredes pintadas de un suave tono crema y un piso de madera oscura. El techo es alto y abovedado, con molduras de yeso que añaden un toque de elegancia.

La cama es la pieza central de la habitación, con un dosel de tul blanco y sábanas de seda en un tono suave de rosa. Las almohadas están adornadas con fundas de encaje y flores frescas, lo que añade un toque romántico al espacio.

En una esquina de la habitación, hay un escritorio de madera blanca con una silla de terciopelo rosa. Sobre el escritorio, hay una lámpara de estilo vintage con una pantalla de seda blanca, y un jarrón con flores frescas.

En otra pared, hay un gran armario de madera oscura con puertas de espejo, que reflejan la luz y hacen que la habitación parezca más grande. El armario está adornado con perchas de ropa de diseño y cinturones de cuero.

En el rincón opuesto a la cama, hay un sillón de terciopelo rosa con una mesita de café de madera blanca. Sobre la mesita, hay un jarrón con flores frescas y un libro de moda abierto.

La habitación está iluminada por una lámpara de araña de cristal que cuelga del techo, y por las lámparas de mesa que hay en el escritorio y la mesita de café. Las cortinas son de tul blanco y están adornadas con flores frescas, lo que añade un toque romántico y femenino al espacio. Me encanta estar aquí porque no es muy grande ni muy chico, es cómodo, amplio, con buena ventilación. Empecé a subir las escaleras. Vivo en un tercer piso, llegué, abrí la puerta y me encontré con una carta con sello. Normalmente, este tipo de cartas solo son enviadas por el sultán.

Me pregunté, ¿quién soy yo para recibir una carta como esta? Sin más que hacer, abrí la carta y comencé a leer: "20 de julio del año 2033. Por medio de la presente se solicita mi presencia en el palacio del Sultán Arin Nayak justo, mañana a las 8:00 am. Se me recomienda llegar puntual, ya que su majestad Arin Nayak no tolera la impuntualidad. Gracias por su atención. Atte: Amil Nayak".

No lo podía creer, lo más raro para ser una carta oficial me sorprendió que no viniera más detallada y no estuviera bien redactada, pero por si las dudas, tendría que presentarme. No quiero enfurecer al sultán.

Cuando mi amiga llegó, le mostré el documento que me mandaron, y me dijo que era muy raro porque solo hacían la invitación una vez al año y que este año no estaba pronosticado que hiciera alguna invitación a su palacio. Decidí no darle tantas vueltas al asunto y decidí que tendría que escoger bien la ropa que llevaría ese día para no ofender a su alteza. Teniendo en cuenta que mi secreto implica un poco a la realeza, pero en fin...

Le propuse a mi amiga que me acompañara a comprar un sari para la ocasión, ya que sería este fin de semana y no quería ir con algo inapropiado. Ella aceptó con gusto y me dijo que saliendo de la universidad iríamos de compras, ya que ella tendría una mejor idea de vestimenta en una ocasión especial.
"¡Vamos a buscar el sari perfecto!", exclamó Patricia, mientras caminábamos por las calles empedradas del mercado de ropa tradicional de India. Charlotte y yo la seguimos, emocionadas por la aventura.

El mercado estaba lleno de colores y sonidos. Los vendedores nos llamaban desde sus puestos, ofreciéndonos telas de seda y algodón en todos los colores del arcoíris. Patricia se detuvo en un puesto y comenzó a hojear las telas, buscando el patrón perfecto.

"¿Qué te parece?", me preguntó, mostrándome un sari de seda azul con flores blancas. "Es hermoso", respondí, "pero creo que podemos encontrar algo aún mejor".

Charlotte, mientras tanto, se había enamorado de un sari de algodón rojo con bordados dorados. "¡Este es el mío!", exclamó, envolviéndose en la tela.

Patricia y yo nos reímos. "No te preocupes, Charlotte", dijo Patricia, "encontraremos algo que te haga sentir como una princesa india".

Después de probar varios saris, Patricia finalmente encontró el perfecto. Era un sari de seda verde esmeralda con flores doradas y plata. Se lo puso y se miró en el espejo. "¡Este es el mío!", exclamó, sonriendo.

Charlotte y yo nos miramos y asentimos. "Es perfecto", dije. "Te hace lucir como una verdadera princesa india".

Con nuestros saris nuevos, nos sentimos como si fuéramos parte de la cultura india. Nos tomamos fotos juntas, riendo y sonriendo, y prometimos volver al mercado pronto para buscar más telas hermosas.

Fue un día inolvidable, lleno de risas y aventuras. Y nuestros saris nuevos serían un recuerdo eterno de nuestra amistad y nuestra aventura en la India.
Hoy es el día de la presentación en el palacio del Sultán. Me desperté temprano, nerviosa pero emocionada. Mi amiga Charlotte me ayudó a arreglarme, empezando por mi cabello. Me lo cepilló y lo recogió en un moño elegante, adornado con una flor de jazmín.

Luego, me ayudó a ponerme el sari que habíamos comprado en el mercado. Era un sari de seda verde esmeralda con flores doradas y plata, que realzaba mi belleza. Me lo puse con cuidado, ajustando cada pliegue y cada doblez para que quedara perfecto.

Después, me maquilló con sutileza, resaltando mis ojos y mis labios. Me veía radiante, como una verdadera princesa india.

Una vez que estuve lista, nos dirigimos al palacio del Sultán. El coche nos esperaba en la puerta, y nos llevó a través de las calles empedradas del palacio. La seguridad era estricta, pero finalmente llegamos a la entrada principal.

Un servidor del palacio nos recibió y nos guió a través de los pasillos hasta llegar al salón del trono. Allí, me esperaba el Sultán Arin, sentado en su trono, rodeado de sus consejeros y guardias.

Me incliné respetuosamente, como se me había enseñado. El Sultán me miró con curiosidad, y luego sonrió. "Bienvenida, Patricia", dijo. "Es un placer conocerte".

Me enderecé y sonreí, tratando de ocultar mi nerviosismo. "El placer es mío, Su Alteza", respondí.

El Sultán me miró fijamente, como si tratara de leer mi mente. Luego,se volvió hacia sus consejeros y les dijo algo en voz baja. Ellos asintieron y se retiraron, dejando al Sultán solo conmigo.

"¿Quieres sentarte?", me preguntó el Sultán, indicándome un cojín a su lado. Asentí y me senté, tratando de parecer tranquila.

El Sultán se volvió hacia mí y sonrió. "Hablemos", dijo. Y así comenzó la conversación que cambiaría el curso de mi vida.

Corazón de hielo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora