Capítulo 8

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Llegue a un hospital privado con los guardias de mi abuelo, el señor Carter me guio hasta adentro, me dieron un gorro que tuve que colocarme para al menos tapar parte de mi rostro, ya que las personas piensan que estoy en el infierno, o tal vez en el cielo, pero muerta y mi alma en donde sea que vaya cuando muera.

Entramos en una habitación privada, y vi a mi abuelo recostado en la cama con máquinas conectadas en todo su cuerpo, mis ojos comenzaron a cristalizarse al ver a mi cómplice de muchas travesuras recostado allí, se ve muy enfermo, me acerque a la cama y tome su mano, podía sentir su calidez pero no la que siempre me mostraba pero aún seguía un poco de ella allí

—Abue, aún no puedes irte, dijiste que vivirías hasta las 100 y todavía te falta mucho

<<Se fuerte Jenrich las personas no son eternas>>

—Señorita Jenrich — me llamo Carter

Trate de calmarme para no terminar llorando aquí —Sí — dije tratando de ocultar el dolor que sentía en ese momento moderando mi tono de voz al neutral que siempre tengo

—Vienen personas — me informo el señor Carter escuche pasos cerca, era muy tarde para salir de la habitación sin ser descubierta, mire alrededor el único lugar para ocultarse la habitación del baño, fui hacia allí, entre y Harrison también

Le mire a Harrison y él sin decir nada solo me abrazo, sentir su calidez me hacía sentir mejor, su abrazo es el mejor consuelo que mil palabras en este momento para mi corazón.

Escuche el sonido de unos tacones—¿Que hacen aquí? — ese odioso tono de voz tan familiar

<<Ana>>

—Solo nos aseguramos que el señor Jenrich este bien — comento el señor Carter con ese tono de seriedad propio del secretario de mi abuelo

—Pueden retirarse me quedare con mi padre un rato — ordeno Ana con desdén típico de ella

—Si señora —comento Carter y lo escuche salir

Escuche el sonido de unos tacos —¿Cuánto tiempo de vida le dan? — pregunto Ana sin ninguna nota de nostalgia en su tono de voz

<<Se nota el aprecio que le tiene a su padre>>

—Va depender de que si pasa la noche — la voz de su asistente <<Sigue teniendo el mismo, eso es un milagro>> que Ana tenga el mismo asistente por años sí que lo es, solía despedir a sus asistentes a los tres meses

—Aunque despierte seguro le dirán que no podrá ir a la empresa en mucho tiempo, y con su querida nieta muerta tomare las acciones que le pertenecían, más las mías seré accionista mayoritaria, y la presidenta desde luego, me quedare con todo lo de mi padre

Mi cuerpo se tensó al escuchar a Ana, haciendo que sostuviera con firmeza el abrigo de Harrison para contener mi ira de no salir y sacarla de la habitación por las idioteces que dice

<<Mi abuelo está mal y ella pensando en su herencia>>

—Las instrucciones que el señor Jenrich dejo es que la señorita Reshelle maneje sus acciones si algo le pasa a él — le manifestó su asistente

—Pero ella está muerta, pronto seré muy rica, gracias papá por la herencia — dijo con descaro Ana

<<Abue, Ana es una mierda>>

Luego de unos minutos escuche el sonido de esos tacones, la puerta abrirse <<Ana salió>>

—¿Estas bien? —pregunto Harrison levantadme el rostro para verlo directamente, esa mirada fría parecía tener en ella un poco de preocupación

Recordar - Diavolo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora