A la mañana siguiente, fue el sol que se filtraba por la ventana lo que hizo que Martin abriera los ojos. Primero el izquierdo, luego el derecho. Sentía el calor, y las sábanas pegadas a su cuerpo. Se detuvo unos segundos a reflexionar, deduciendo que no había dormido nada mal esa noche. Se le escapó un bostezo. Odiaba el verano, siempre se despertaba con la misma sensación: la garganta seca. Quería beber algo fresco, un vaso de agua con hielo. Frunció el ceño cuando escuchó el sonido de una cámara disparando. No era el de una cámara digital, sino el típico ruido que hacía la cámara del móvil al tomar una foto. Ese mismo sonido que hacían los teléfonos de las abuelas cuando intentaban fotografiar a sus nietos, el que nunca sabían configurar para silenciar.Martin levantó la cabeza del pecho desnudo de Juanjo. También desenvolvió las piernas que le rodeaban la cintura únicamente cubierta por los calzoncillos. Se frotó los ojos, bostezando de nuevo.
—Pero no te muevas, Martín. Espera, vuelve a cerrar los ojos, creo que la foto salió borrosa. Con lo monos que estabais... —se quejó la mujer desde la puerta de la habitación. Luego intentó enfocar la cámara de nuevo—. Finge que estás durmiendo, quiero que Tinet vea lo efectivo que es mi trabajo desde el primer día. Nadie me valora lo suficiente, ¿sabes? Las mujeres poderosas asustan. Por eso Manu se fue, porque no supo qué hacer con una mujer como yo. En fin, no quiero hablar más de eso. Sé que os interesa mi relación con él, hay muchos rumores jugosos, pero tendréis que superarlo. Yo ya lo hice. Ahora vuelve a dormirte como estabas, voy a repetir la foto. ¡Buenos días, Juanjo! ¿Te importa cerrar los ojos unos segunditos más?
No supieron qué fue más sorprendente: que Noemí irrumpiera en la habitación sin llamar para sacarles fotos, que despertaran abrazados, o que hubieran dormido tan bien acurrucados el uno contra el otro. Sin mirarse, se separaron bruscamente, como si de repente la piel que les había parecido cálida y suave durante la noche ahora quemara. Noemí seguía quejándose mientras revisaba las fotos en su móvil. Juanjo se frotaba los ojos y Martin observaba la almohada que había usado como barrera entre ambos, ahora en el suelo.
No querían mirarse, pero lo hicieron por un segundo, coincidiendo a la vez. Ninguno pudo evitar recordar la última vez que habían estado juntos en una cama, aunque aquella vez no amanecieron juntos, mucho menos abrazados como esta mañana.
—¿Cómo hago...? —comenzó Noemí, mirando la pantalla del móvil por encima de sus gafas. Llevaba su bata de leopardo, la misma con la que los había recibido el día anterior—. ¿Cómo le mando la foto directamente a Tinet? Ayúdame, chico.
La mujer se sentó en la cama y se deslizó entre ellos sin ningún tipo de pudor, paseando el dedo por la pantalla del móvil mientras se inclinaba hacia Martin para que la ayudara. Aún aturdido por el brusco despertar. Él se frotó los ojos y entrecerró los párpados para enfocar.
—Creo que tienes que pulsar justo ahí —indicó Martin. El panel de contactos apareció y Noemí empezó a buscar entre ellos—. 'Rata canosa'... —leyó Martin en voz alta sin darse cuenta, abriendo los ojos arrepentido.
—¡Ese es! ¡Gracias, Martin! —le pellizcó la mejilla con los dedos, a lo que él respondió frunciendo el ceño—. ¿Qué? Es un apodo cariñoso, entre colegas del gremio.
Juanjo, observando la escena incrédulo, se rascaba la nuca, incómodo. Noemí lo miró con una sonrisa que podría definirse como maliciosa. Martin lo observó y se vio reflejado en él: ninguno entendía nada. Desde que entraron en casa de Noemí, todo había sido confuso.
—¿Y tú qué, cariño? ¿Tienes mal despertar? Seguro que te vendría bien un café —dijo Noemí, mirando a Juanjo con convicción. Luego se volvió hacia Martin—. Vamos, prepáraselo.
ESTÁS LEYENDO
The Alchemy
FanficDonde Juanjo y Martin, dos actores emergentes en la industria, tendrán que aislarse de todo lo que los rodea para tratar de encontrar aquella química que tanto les falta frente a la pantalla. Porque coprotagonizar la nueva promesa cinematográfica d...