Una nueva etapa...

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El sol de la mañana brillaba intensamente sobre los muros blancos del colegio Juan bosco occhiena. Era el primer día de clases de secundaria, y el aire se sentía lleno de nerviosismo y emoción. Los alumnos de primero de secundaria se arremolinaban en la entrada, charlando sobre las vacaciones, mientras el timbre anunciaba el inicio de un nuevo año.

Benjamin ajustó la corbata de su uniforme con una expresión de aburrimiento. Para él, este colegio no era nada nuevo. Llevaba allí desde la primaria, y ya conocía cada rincón del edificio: desde el aula de ciencias hasta el campo de fútbol. A pesar de la familiaridad del lugar, había algo en este nuevo comienzo que le producía un ligero cosquilleo en el estómago.

—¡Benja! —gritó su amigo Soto, dándole una palmada en la espalda—. ¿Listo para la secundaria?

—Como siempre —respondió Benjamin con una sonrisa confiada—. No creo que sea muy diferente a la primaria.

Pero, en el fondo, sabía que algo había cambiado. No era el colegio, ni los profesores. Era él. El verano había sido extraño, lleno de pensamientos confusos que no podía ordenar del todo. Quizás las cosas sí serían diferentes este año, pero no estaba seguro de por qué.

Mientras caminaba hacia el aula, vio a un chico que no había visto antes. Estaba de pie junto a la puerta, mirando alrededor con cierta timidez, como si estuviera perdido. Tenía el cabello negro y lacio, y sus ojos oscuros se movían inquietos, evitando el contacto visual con los demás. Era evidente que era nuevo.

Benjamin frunció el ceño. Sabía lo que era ser el "chico nuevo". Aunque él siempre había estado en el colegio, recordaba cómo algunos de sus compañeros más rudos trataban a los recién llegados. Decidió acercarse.

—Hola —dijo con una sonrisa, tratando de no parecer demasiado invasivo—. ¿Eres nuevo aquí?

El chico levantó la mirada, sorprendido, y asintió lentamente.

—Sí... Me llamo Damián —respondió en voz baja, casi como si temiera molestar a alguien.

—Yo soy Benjamin. Si necesitas ayuda o algo... puedes preguntarme. Llevo aquí desde la primaria —dijo, señalando con la mano el pasillo que tenían delante—. ¿Sabes cuál es tu clase?

Damián sacó un papel arrugado de su bolsillo y se lo mostró. Benjamin lo revisó rápidamente y sonrió.

—Estás conmigo. Ven, te enseño dónde es —dijo, y empezó a caminar, con Damián siguiéndolo de cerca.

Durante el trayecto, Benjamin notó que el chico no hablaba mucho. Parecía estar en su propio mundo, mirando el suelo o a las paredes mientras caminaba. Pero había algo en él que le intrigaba, algo que no lograba descifrar del todo.

Al llegar al aula, Benjamin se detuvo en la puerta y señaló los asientos.

—Podemos sentarnos juntos, si quieres —le ofreció, sin saber muy bien por qué. Tal vez porque veía algo en la mirada de Damián que le recordaba a sí mismo cuando era más pequeño.

Damián sonrió levemente por primera vez desde que habían comenzado a hablar.

—Gracias... me gustaría —dijo, y se sentó junto a él.

El resto del día transcurrió de manera rutinaria. Las presentaciones de los profesores, la explicación de las asignaturas... pero cada vez que Benjamin miraba de reojo a Damián, algo en su pecho se agitaba. Era raro. No lo entendía.

Cuando sonó el timbre para la hora del recreo, Benjamin se levantó y esperó a que Damián hiciera lo mismo. Juntos caminaron hacia el patio, donde los otros chicos ya jugaban al fútbol o charlaban en grupos.

—¿Te gusta el fútbol? —preguntó Benjamin, tratando de iniciar una conversación.

—No mucho... prefiero leer —respondió Damián, rascándose la nuca con nerviosismo.

—Eso está bien —dijo Benjamin, intentando sonar despreocupado—. Yo tampoco soy muy bueno, pero mis amigos siempre me arrastran a jugar.

Ambos se sentaron en un banco al borde del campo, observando a los demás correr detrás del balón. Un silencio cómodo se instaló entre ellos, y por primera vez en mucho tiempo, Benjamin sintió que no necesitaba hablar para sentirse acompañado.

—Este colegio es muy grande —comentó Damián de repente, rompiendo el silencio—. Todavía me estoy acostumbrando...

—Te acostumbrarás pronto —respondió Benjamin, dándole una palmada en el hombro—. Además, ya tienes a alguien que te ayude, ¿no?

Damián lo miró directamente a los ojos por primera vez. Sus miradas se encontraron y, aunque fue solo un segundo, Benjamin sintió una extraña conexión entre ellos. Como si, de alguna manera, entendieran algo el uno del otro sin necesidad de palabras.

—Gracias, Benjamin —dijo Damián con una pequeña sonrisa.

Y en ese instante, aunque no lo sabían, algo empezó a cambiar entre ellos.

Así comienza la historia de Benjamin y Damián, dos chicos que, sin buscarlo, están a punto de descubrir una amistad que irá más allá de lo que alguna vez imaginaron.

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JAJJSJSJAJAJ QUE MIERDA ESTOY ESCRIBIENDO

- dato curioso: el benjamin es mi ex novio XDDD

¿Solo amigos? (Benjamian)Where stories live. Discover now