Capítulo 02.

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Advertencia: se hace mención de violencia física.

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Tras lo ocurrido con Jaesung, el lobo de Jimin se había apagado, entró en un letargo que parecía no tener fin, dejó de sentir a su omega, su instinto lo había dejado completamente solo. Ahora Jimin no era nada, era seguro que tendría una muerte lenta, al final lo merecía.

Su parte humana era la que estaba sobreviviendo, todo parecía extraño, no se percibía su aroma, su cuerpo dejó de funcionar como un omega, fácilmente podía pasar como beta, venían los tiempos en que su celo debía llegar y nunca apareció, su parte omega parecía haber muerto.

Igual, Jimin estaba acostumbrado a que todos lo dejaran de una u otra manera. El abandono y el desamor, eran constantes en su vida.

Suspiró sentimental hablándose así mismo: —Omega torpe, se supone que tú eras el único que debía permanecer a mi lado, aunque no lo creas extraño tu calor en mí —dijo a la nada, intentando encontrar a su lobo dormido, aún guardaba la esperanza que volviera a aparecer.

Los días habían pasado, el dolor y resentimiento fueron acumulándose en su corazón formando una gruesa capa, Dongwoo nunca más mencionó de Jae, parecía que el cachorrito nunca hubiera existido.

Jimin odiaba su existencia.

Odiaba la vida.

Jimin se odiaba a él mismo.

Odiaba estar vivo.

Hoseok era más de lo que podía pedir, agradecía con pequeños gestos la compasión del omega, era bueno y se arriesgaba por él, poniéndose en peligro cuando se escabullía por la casa para darle algo de comer, o por ir a curar las marcas de las heridas que el alfa dejaba.

Cada vez que tenía la oportunidad de escaparse un poco de la casa, iba a donde se encontraba la gran arbolada, le gustaba la sensación que le transmitían los rayos del sol colándose a través de las copas de los árboles, la mañana era fresca.

Un día hace mucho tiempo atrás intentó ir más allá de los frondosos árboles y lo único que se encontró fue con un gran muro, supuso era custodiada por alfas por el fuerte olor que se percibía.

El suave viento revoloteó en algunos de sus rizos, su cabello estaba débil y frágil, justo como él. Eran muy pocos ese tipo de momentos y cuando los tenía los atesoraba con el alma.

Jimin se encontraba recostado sobre el césped, admirando las hojas caer. Por unos segundos se olvidó de todo y cavando en su memoria, recordaba las palabras que su madre le decía cuando estaba gravemente enferma.

"—Tienes que escucharme amor, recuerda siempre mis palabras cachorro; tú eres tan fuerte y valiente, no permitas que nadie arranque esa bella sonrisa de tu rostro, eres un omega muy hermoso. No escuches los malos comentarios que te denigran por ser un omega varón.

—Pero mami, no quiero ser fuerte ni valiente, yo te quiero a ti, no me quiero quedar solito —respondió el pequeño sorbiendo su nariz.

—Ay, mi pequeño, ven aquí —la omega con gran esfuerzo y con el corazón roto sentó a Jimin en su regazo—. Nunca vas a estar solo bebé, yo siempre voy a estar contigo cuando más me necesites.

—Está bien mami, te amo —Jimin se abrazó a ella sorbiendo su nariz.

—Yo también te amo, tanto como el cielo mismo, mi pequeño cachorro, siempre que me necesites ahí es donde me encontrarás —Hanna lo arrulló hasta que el pequeño se quedó dormido en sus débiles brazos."

cenizas  ᡴꪫ  kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora