CAPÍTULO 3: LA FIESTA

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Estábamos llegando al parking más cercano a la casa de Jordan

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Estábamos llegando al parking más cercano a la casa de Jordan. Íbamos en el coche de Marc, él junto a Rox y Sarah, mis amigos desde el primer año de universidad. Habían pasado cinco años desde que nos conocimos y seguíamos juntos, como el primer día... o como el segundo. Rox y yo tardamos en conectar, y Sarah me parecía una impertinente al principio, hasta que logré confiar en ella. Pero Marc siempre me transmitió ternura desde el comienzo.

—El plan es que yo os lleve para que os emborrachéis y me dejéis tirado con algún amigo plasta de Jordan, ¿verdad? —preguntó Marc, dando por hecho lo que iba a ocurrir en las próximas horas.

—Estas dos van a ir de reconocimiento y yo voy a necesitar a alguien que se deprima conmigo, así que no, el plan es que tú te emborraches también —respondió Rox inmediatamente, mientras buscaba una emisora de música rock en la radio.

—O todos o ninguno... son las reglas. Yo no pienso quedarme en una esquina esperando a que me caiga un tío del techo y Julia tampoco. Así que hoy bebemos —sentenció Sarah.

—O una tía —completó Rox, asomando la cabeza entre los dos asientos delanteros.

—A ver, a ver... parad el carro. Ni tía, ni tío, ni perrito caliente. No he venido a ponerme ciega, he venido para hacerle un favor a mi hermano y no quedar mal...

—Venga, que sí, pesada... —Sarah terminó de retocarse los labios y se bajó del coche, sacudiendo el pelo como si fuera a pisar una alfombra roja.

Rox era más normal, más como yo, menos extravagante... o sí, pero a otro nivel. Su camisa hawaiana y shorts desgarrados contrastaban con el vestido azul verdoso y ceñido de Sarah, o sus Vans de dibujitos frente a las sandalias de tacón cuadrado de alguna marca cara. Marc iba casual, con su camisa cerrada de Volcom azul marino y sus bermudas mostaza, y yo... bueno, yo era fan de las camisetas largas a modo de vestido, combinadas con sandalias hippies. Odiaba los tacones, y con mis 1.80 de altura, ya tenía suficiente.

En la entrada había un grupo de chicos mazados, probablemente compañeros de Jordan en el equipo de fútbol. Jugaba en un equipo federado de Eagle Town y había sido compañero de instituto de mi hermano. Eran inseparables, hasta el punto de competir hasta en quién cagaba más rápido.

CUANDO NADIE NOS MIREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora