Capítulo 7

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Existió una época en la que los demonios no teníamos muchos enemigos. Los dragones, orgullosos desde la punta de su hocico hasta el final de su cola, no veían la necesidad de enfrentarse a nosotros. A ambos bandos nos bastaba con ignorarnos mutuamente, cada uno en su territorio y sin inmiscuirse en los asuntos del contrario, pues de haber una lucha abierta, existirían más pérdidas que ganancias.

Los espíritus, por su lado, permanecían contentos en su propio mundo y no íbamos a ser nosotros quienes perturbaran la paz. No tenía sentido.

Pero entonces, llegaron los humanos y su incapacidad de quedar conformes. Al principio, nos temían, demasiado débiles y sin poder como para hacernos frente. Pero se sentían amenazados, creían que en cualquier momento nuestro rey ordenaría marchar sobre ellos para aniquilarlos. Así que se prepararon para una guerra que todavía no existía.

Crearon armas, estrategias. Buscaron alianzas traicioneras y fuentes de poder que no les pertenecía. Surgieron los primeros magos, burdos e inexpertos, y también los primeros cazadores, tenaces y peligrosos. Los llamaron Magos Exorcistas, Devil Slayer, como si nosotros fuéramos de pronto una plaga que necesitaba ser exterminada.

Desde su aparición, los demonios dejamos de poder dormir tranquilos.


Diario anónimo. Año 800.





Al final, dijo que sí. No tenía ni idea de si estaba tomando la decisión correcta o no, pero algo en la mirada de Makarov le aseguraba que estaba hablando en serio y ella quería desesperadamente pertenecer a un sitio.

Familia.

Así fue como Makarov describió a Fairy Tail. ¿A qué se refería de verdad con eso? ¿Acaso se podía tener familia más allá de la sangre? ¿Estaba siendo una tonta por querer creerle?

Con los pensamientos hechos un lío, Mira intentaba poner en orden sus ideas bajo la sombra de un árbol. Frente a ella se extendía el claro en el que siempre se refugiaba, en esos momentos desierto y sin actividad. Oculta bajo los pliegues de su falda, la marca del gremio adornaba ahora su muslo izquierdo.

Notaba un cosquilleo en la zona, sin llegar a ser desagradable pero tampoco posible de ignorar. Era magia ajena adhiriéndose a su piel, pequeñas agujas que se incrustaban hasta dar forma a ese peculiar símbolo bajo el que se reunía Fairy Tail. Había cierta sensación de pertenencia ahí, un sentimiento que Mira todavía no se atrevía a desentrañar pero que aguardaba apreciar en un futuro. Ciertamente, sus hermanos estaban encantados con sus respectivas marcas.

Supuso que con eso tendría que darse por satisfecha.

Escuchó un ritmo de pasos conocido, acompañado del aroma picante del humo y la madera quemada. Natsu surgió de entre el follaje con la misma actitud sigilosa de siempre pero sin esforzarse en ocultar su presencia y Mira no pudo evitar sonreír en su dirección. Era la primera vez que lo veía en toda la semana.

—Bienvenido de vuelta —saludó, sin levantarse de donde estaba sentada.

—¿Cómo está tu hombro?

Por supuesto, Natsu no perdió el tiempo en saludos inútiles. Siempre escueto de palabras y siempre al grano, así era él y Mirajane comenzaba a aprender a leer sus gestos y a ver más allá de sus frases secas. Así, descubrió preocupación genuina en los confines de su mirada y una curva en sus labios, apenas existente, que apreciaba su bienvenida. Ese chico tenía su particular forma de comunicarse y ella empezaba a encontrarlo encantador.

Cuatrocientos añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora