Tensión

184 29 19
                                    

Yamaguchi Tadashi estaba sentado en el amplio y silencioso despacho de su padre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Yamaguchi Tadashi estaba sentado en el amplio y silencioso despacho de su padre. Las cortinas gruesas dejaban pasar una luz tenue que apenas iluminaba la habitación, creando un ambiente pesado y solemne. Con las manos entrelazadas sobre la mesa, comenzó a hablar, reportando los datos que había logrado rescatar de su reciente acercamiento a Kageyama.

— La familia Kageyama sigue manteniendo el control sobre el puerto — comenzó Tadashi, intentando mantener su tono profesional—. Su estructura de negocio no ha cambiado mucho, pero parece que han comenzado a expandirse hacia los mercados ilegales de tecnología. He logrado identificar a varios de sus nuevos contactos...

Pero antes de que pudiera continuar, su padre lo interrumpió con un gesto brusco de la mano. Yamaguchi senior, siempre frío y calculador, lo observó fijamente con sus penetrantes ojos.

— Basta, Tadashi — su voz era firme y decidida. — He escuchado suficiente sobre los Kageyama. Ahora tenemos otra prioridad... y se trata de alguien mucho más cercano.

Tadashi sintió cómo todo su cuerpo se tensaba, el aire parecía volverse más denso. Su padre no solía desviarse del tema tan bruscamente a menos que algo importante estuviera en juego.

— ¿Otra prioridad? — preguntó Tadashi, intentando no sonar alarmado, aunque la inquietud comenzaba a crecer dentro de él.

— Tsukishima Kei — dijo su padre con absoluta seriedad.

Ese nombre era el que menos quería escuchar. De repente, todo parecía borroso a su alrededor. Tsukishima Kei. Sabía muy bien quién era, o al menos, quién representaba. El apellido Tsukishima era sinónimo de peligro y odio, una familia siempre enemiga de los Yamaguchi, enraizados en una rivalidad que venía de generaciones atrás. Y ahora, su padre le estaba pidiendo que lo capturara.

Las palabras de su padre se desvanecían mientras la confusión y los recuerdos de Kei inundaban su mente. Cada encuentro en la universidad, cada vez que había cruzado miradas con él... se sentía atrapado entre lo que debía hacer y lo que ya no podía ignorar.

— Sí, padre — respondió casi en automático, sin atreverse a protestar. Sabía que cualquier señal de duda sería inaceptable.

El resto del fin de semana fue un torbellino de pensamientos. Tadashi intentaba planificar, racionalizar lo que debía hacer, pero por más que lo intentara, su mente siempre regresaba al mismo lugar: a la sensación extraña que había sentido al estar cerca de Tsukishima. ¿Cómo podía cumplir esa orden cuando ni siquiera sabía qué sentía realmente?

Cuando llegó el lunes, sus nervios estaban a flor de piel. Y cuando entró a su clase, lo primero que vio fue a Tsukishima Kei. Estaba ahí, de pie, mirándolo fijamente con esa mirada fría y calculadora que siempre había llevado. Los ojos de Tadashi se encontraron con los de Kei, y por un momento, todo lo demás desapareció.

Kei lo miraba como si quisiera decir algo, algo importante. El instinto de Tadashi le gritaba que debía ignorarlo, seguir su plan, mantenerse alejado. Pero entonces, la voz firme de Tsukishima, azotó su corazón, sacándolo de sus pensamientos.

— Ven conmigo — dijo, con una autoridad que hizo eco en su mente.

Sin pensarlo mucho, sin siquiera saber por qué lo hacía, Tadashi se levantó y lo siguió. Sabía que, por lo menos, podría sacarle ventaja a aquello... o tal vez, solo quería estar cerca de él un poco más.

Tsukishima caminaba por los pasillos en dirección al aula de música, acompañado de Yamaguchi Tadashi

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tsukishima caminaba por los pasillos en dirección al aula de música, acompañado de Yamaguchi Tadashi. Ambos caminaban en silencio, la tensión entre ellos palpable. Ninguno de los dos había pronunciado una palabra, pero el ambiente se sentía denso, casi asfixiante. Tsukishima podía sentir la incomodidad en el aire, pero no era solo por el silencio. Había algo más, algo que lo molestaba profundamente desde que conoció la verdadera identidad de Yamaguchi.

Cada vez que lo veía, la rabia y la confusión se mezclaban en su interior. No soportaba la presencia del chico de pecas, pero al mismo tiempo, no podía dejar de pensar en él. Lo invadía, lo perseguía en sueños, y eso lo enojaba aún más.

Al llegar a un pasillo desierto, Tsukishima no pudo contenerse más. Giró sobre sus talones, agarró la polera de Tadashi con fuerza y lo empujó contra la pared. El golpe no fue lo suficientemente fuerte como para herirlo, pero sí para dejar claro que había llegado a su límite.

— Ya sé quién eres — escupió Tsukishima con los dientes apretados. Sus ojos brillaban con furia, y su respiración se aceleraba. — Deja de fingir, Yamaguchi. No soporto a la gente como tú.

Tadashi, atrapado entre la pared y el cuerpo de Tsukishima, sintió su corazón latir rápidamente. Su mente se dividía entre dos emociones contrapuestas. Por un lado, el miedo y la incomodidad por ser descubierto; por otro lado, el profundo atractivo que sentía hacia Kei. No podía negarlo. Algo en la forma en que el rubio lo miraba, con esos ojos fríos y calculadores, lo atraía.

Tsukishima se inclinó un poco más, acercando sus labios a los de Tadashi, la tensión entre ambos volviéndose insoportable. — Deja de aparecer en mis malditos sueños — susurró con amargura —, desaparece.

Kei no esperó respuesta, no le dio a Tadashi ni un segundo para reaccionar. En el momento en que sus labios se encontraron, algo explotó dentro de ambos. El primer contacto fue suave, como un roce incipiente, pero tan cargado de tensión que resultó imposible detenerse. Tadashi sintió que sus pensamientos se evaporaban, y su cuerpo reaccionaba por instinto. Apenas pudo asimilar lo que estaba ocurriendo cuando el beso se profundizó, volviéndose urgente, desesperado, como si todo lo que habían reprimido saliera de golpe.

Tsukishima apretó más fuerte la polera de Tadashi, atrayéndolo hacia él mientras su mano libre recorría la cintura del chico con una mezcla de control y deseo. Tadashi, sorprendido por la intensidad del momento, deslizó sus manos hasta los hombros del más alto, aferrándose con fuerza, sus dedos tensos al contacto con la musculatura de Kei.

El beso se volvió más feroz, más incontrolable, una lucha silenciosa por el dominio y el escape de la realidad. Los labios de Tsukishima se movían con voracidad, atrapando los de Tadashi una y otra vez, buscando más de lo que ni siquiera sabían que necesitaban. El calor entre ellos aumentaba, sus respiraciones erráticas y entrecortadas llenaban el pasillo vacío. Cada segundo que pasaba, la intensidad subía un nivel, como si ambos intentaran consumir el aire del otro, como si en ese momento solo existieran ellos dos.

Tadashi sentía el cuerpo de Tsukishima presionándolo contra la pared, el frío de la superficie contrastaba con el fuego que ardía entre ellos. Cada vez que sus lenguas se encontraban, un estremecimiento recorría sus espaldas. Tsukishima lo sujetaba con una mano firme, mientras la otra deslizaba sus dedos por la parte baja de su espalda, aferrándose a la delgada línea de la razón.

Yamaguchi, perdido en el calor de la piel de Kei, correspondía con igual fervor, sintiendo cómo una parte de sí mismo cedía ante el atractivo brutal del rubio. Ambos sabían que no debían hacerlo, que sus familias, su mundo, no permitía este tipo de debilidad. Pero en ese momento, no había nada más, solo el deseo salvaje de estar cerca, de romper con las barreras que los dividían.

Finalmente, ambos se separaron, jadeando, con los labios hinchados y los ojos nublados. La intensidad de lo que acababa de ocurrir era casi abrumadora, pero por un breve instante, fue liberador. En esos pocos segundos, habían dejado de lado todo lo que los definía.

En Negación [TSUKIYAMA] [KAGEHINA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora