Hace más de cinco minutos que intentaba cerrar la puerta principal pero parecía estar rota. La manija se notaba que era vieja porque era de esas redondas. Después de unos intentos más por fin pude cerrarla. Miré el cielo que se estaba poniendo gris para después caminar por el pasillo que daba al portón. En ese momento escuche la radio de la vecina. Esa mujer nunca apagaba esa radio. Hasta cuando trabajaba en turno nocturno y volvía a la madrigada la radio seguía encendida.
—Los meteorólogos informan que se acerca una tormenta eléctrica…
No le presté atención a la radio y abrí la puerta del portón para irme a la panadería en donde trabajaba Gerónimo. No podía esperarlo más tiempo. Le tenia que contar sobre la llamada, aunque probablemente piense que estoy enloqueciendo. No lo culparía si pensara eso porque comienzo a pensar que eso es probable.
Las calles normalmente concurridas de Buenos Aires estaban particularmente sin tanta gente y eso que era la hora en que mas se llenaba de gente. Pero tampoco le preste mucha atención. Una par de cuadras más tarde la lluvia me atrapo y como un boludo no había traído paraguas.
El cielo comenzó a rugir. Para no mojarme por la lluvia me puse la capucha del buzo antes de cruzar la calle. Estaba caminando por la peatonal cuando escuche el ruido de un auto acercarse a máxima velocidad. Intenté cruzar más rápido pero fue demasiado tarde.
La oscuridad me atrapo.
No sentía ninguna parte de mi cuerpo ni tampoco podía ver nada. Simplemente había una oscuridad silenciosa. Intenté sentir algo. Mover un brazo, una pierna o abrir los ojos pero no podía. Intenté hablar pero no me salía la voz, ¿Así se sentía morirse? Que decepción. Era como un vacío eterno.
—Por favor despertarte.
No reconocía esa voz ni tampoco podía verlo pero me dio la esperanza de que no estaba muerto.
—¿Por qué hiciste eso? La puta madre.
No entendía de que me estaba hablando, ¿Qué fue lo que hice?
—¿Me escuchas?
Le quería responder pero en serio no me salía la voz de la boca.
—Por favor no te vayas. Tenés que lucharla.
Intenté con todas mis fuerza sentir alguna parte de mi cuerpo pero nada. Estaba por rendirme cuando me recorrió un intenso dolor por todo el cuerpo que cada vez se iba intensificando más y más. Quería que el dolor parara porque sentía que me estaba matando -si es que todavía no estaba muerto-. En ese momento el silencio fue llenado por un ruido sordo. Ese sonido que hacían las maquinas de los hospitales que registraban los latidos del corazón. Un pitido que me helo el corazón -que al parecer había dejado de latir por el pitido que hizo la maquina-.
—Enfermera el desfibrilador.
—Aquí tiene doctor.
El primer choque eléctrico no me hizo ningún efecto. El pitido siguió resonando en la oscuridad en la que me encontraba envuelto.
—Enfermera rápido que lo perdemos.
El segundo intento hizo que el dolor que sentía antes desapareciera y aunque lo agradecía, me daba miedo que eso significara que me estaba muriendo porque el pitido seguía.
—Hagamos otro intento. Enfermera rápido.
El tercer choque hizo que el pitido cesará. Mi corazón volvió a latir de manera regular, aunque no me había despertado estaba con vida. Las voces se hicieron lejanas hasta que no escuche nada más. No sabia cuanto tiempo exactamente paso hasta que vi un punto blanco. Era diminuto, brillante y se iba cada vez haciendo mas grande hasta que hizo que la oscuridad desapareciera. Entonces supe que no era un simple punto sino una luz que colgaba del techo. Miré hacía un lado al escuchar el ruido de una maquina. Me di cuenta que estaba conectado a esa maquina y que además estaba en el cuarto de un hospital.
Por un momento creí que estaba solo hasta que miré hacía la esquina donde había un pibe sentado en sillón individual. Se me hizo extraño que estuviera usando un Walkman Sony -ignorando el hecho de que no sabia quien era él-, ¿no era mas fácil escuchar música en Spotify?
—¿Quién sos? —le pregunté con la voz medio rara. Esta no era mi voz.
—Despertaste… —él se levanto rápido del sillón para quitarse los auriculares y acercarse a la camilla. —¿No me reconoces? Soy Carlos.
No lo recordaba pero su cara se me hacia familiar.
—No te recuerdo.
—Soy tu hermano, ¿en serio no te acordas de mí?
—¿Mi hermano?
—Sí, tu hermano. Quédate tranquilo que la llamo a la enfermera.
Carlos abrió la puerta pero antes de salir de habitación me miro preocupado. Parecía que iba decirme algo más pero simplemente se fue sin decir ninguna palabra. Estaba seguro que él me estaba confundiendo con alguien más. No éramos hermanos.
Oh, no.
No me imaginaba como debía estar Gerónimo. Lo que menos quería era hacerle sentir angustia pero tampoco era mi culpa que me atropellaran. En ese momento Carlos abrió la puerta.
—Espero que no lo hagas de nuevo, Davino.
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Teléfono fijo ; Rodrigo Carrera, carreraaa
FanficRodrigo atiende una llamada del telélefono fijo que solía pertenecerle al papá de su amigo Gerónimo sin saber que la persona que llamaba lo hacía desde el año 1995.