Febrero 26, 2023
Hace una semana habían instalado el servicio telefónico. Gerónimo estaba contento. Decía que era como tener una parte de su padre más viva con él. Por mi parte cada vez que veía ese teléfono me acordaba de Amalia. Esa llamada que nunca ocurrió. Todavía había algo dentro de mi que no se creía que me lo imaginé. Intenté ignorarlo pero inconscientemente me paraba cerca del teléfono, esperando una llamada.
—¿Qué haces ahí parado, Rodrigo?
—Nada.
Gerónimo siguió masticando el pan, mirándome con los ojos entrecerrado.
—Estás actuando raro.
—¿Eh?
—Sí, estás más distraído, que se yo.
—Solo estoy cansado.
—¿No querés ir a dormir a tu cama? —me pregunto, acercándose a mi para apretándome suavemente el hombro.
—No.
Gerónimo se me quedo viendo por unos segundos en silencio, dejando de masticar el pan y entreabriendo un poco la boca.
—Te veo toda la boca llena, Gero.
Él parpadeó y cerro la boca rápido.
—Perdón, me distraje.
Gerónimo se limpio la boca para terminar de tragar el resto de pan.
—Tengo que irme a la panadería —dijo el. —Se me hace medio tarde.
—¿Y qué haces acá comiendo como si nada si tenias que irte?
—¿Querés que no coma?
—Obvio que quiero que comas, pero hacelo más temprano, boludo.
Gerónimo se acerco al perchero para sacar su abrigo y ponérselo. También agarro el paraguas.
—Nos vemos más tarde, Rodrigo.
—Chau Gero.
Solo pasaron como siete minutos cuando sonó el teléfono. Me acerqué a contestar. Debía ser nuestro amigo Germán o como le deciamos de cariño: “primo”.
—Hola Germán.
—Amalia, no Germán.
Mi corazón comenzó a latir más lento, ¿Cómo era posible que Amalia me llamara si esa llamada nunca existió por lo tanto ella tampoco? No contesté. Me quede quieto, mirando con los ojos bien abierto el cable del teléfono enredado en mis dedos.
—¿Hola? ¿Rodrigo seguís ahí?
Ahora que me daba cuenta. Amalia tenia un acento casi italiano.
—Esto no es real. No sos real.
—¿Estás borracho o algo así?
Parpadeé varias veces.
—No estoy borracho.
—¿Entonces por qué decís que no soy real?
—La primera llamada que tuvimos no existió.
—¿Cómo que no existió? ¿Consumís o algo así?
—No consumo.
—No te entiendo, Rodrigo.
—No era posible que hubiéramos tenido esa llamada porque mi teléfono no funcionaba.
—Hablando de cosas extrañas. Nos dimos cuenta con Davino de que nuestros teléfonos no funcionaban o al menos no para llamarnos entre nosotros. Después de la lluvia eléctrica que interfirió con la señal telefónica están así.
—¿Lluvia eléctrica?
No recordaba que haya habido una lluvia eléctrica hace una semana.
—Sí, entonces tu teléfono le debe haber pasado algo también. Intenté llamarte varias veces pero no sé porque no podía hacerlo. Era como si no existiera tu número que es el de Davino.
—Creí que nunca me llamaste y que me lo imagine.
—Soy real, Rodrigo. Ningún producto de tu imaginación.
La llamada se cortó de repente, dejándome desconcertado. Entonces noté que el cable se había desconectado del teléfono porque lo enrede mucho en mis dedos. Lo conecte de nuevo y en cinco minutos exactamente volvió a sonar.
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Teléfono fijo ; Rodrigo Carrera, carreraaa
Hayran KurguRodrigo atiende una llamada del telélefono fijo que solía pertenecerle al papá de su amigo Gerónimo sin saber que la persona que llamaba lo hacía desde el año 1995.