ASTROS

Capítulo 1.- Tener fe.

Me gusta cuando no hay nubes en el cielo nocturno, y me  disgustan las luces de ciudad. He tenido muy pocas ocasiones así. Pero esta es única.

Escucho música tranquila mientras analizo el panorama, a mis espaldas mi mundo. Y frente a mis ojos, la luna y el sol.

El profundo vacío en el que los astros se encuentran, quizás meditando, así como yo. Me voy alejando de mi planeta y pronto llego al Sol, es tan pequeño que nuestro cohete le da varias vueltas usando su gravedad para acelerar y salir disparados hacia los mares del cosmos.

Siempre pensé en este momento, incluso en este momento lo pienso. Es sorprendente, es tal y como lo imagine, sabía que no podía ser diferente, en el fondo lo sabía. Estábamos justo en el borde del cielo, por debajo nuestro se extendía un océano de estrellas que seguro eran galaxias, un océano de colores únicos, colores que se observaban desde el cielo de planeta marcando de una belleza solo descrita como una apasionante visión de colores, que parecían quemar el gran vació del espacio por su gran iluminación.

Empuje la palanca de aceleración, no había forma de volver.

Estoy cayendo del cielo del universo, y yo lo siento como si fuera mi vuelo de liberación. La nave parecía iba a desintegrarse de la velocidad, todo temblaba de forma grotesca, pero estamos muy bien posicionados. Las correas de mi silla impiden que me mueva hacia los costados.

 Acelero en la caída libre y los colores del océano cósmico comienza disiparse y duplicarse en mi pupila. Siento que me voy a desmayar, pero estoy dando todo de mí. He estado dando todo de mí. Por eso estoy aquí.

El cohete de Gleen y sus compañeros de tripulación impactó en el océano cósmico y llego a tal profundidad que penetro en las capas de color más intensas. Miraban por las ventanas con asombro como los planetas de este océano tenían colores fulminantes y fosforescentes. Se podían distinguir los que tenían vida de los que eran infértiles en este momento, o de los que nunca podrían albergar vida, solo al observar el color que bordeaba sus orbitas y contornos podíamos distinguir el ambiente de su superficie.

Dentro de este océano habían pequeñas burbujas de oxigeno, estas del tamaño de montañas. Y su nave había detectado que estaban dentro de una de ellas.

''He de atreverme''.  Pensó Gleen. El joven salió de la nave, enlazado a un cable que a la vista parece no ser seguro. Su nave es un poco pequeña para 4 personas vista desde afuera. Pero el camina por el exterior de la misma, se deslumbra y se permite dejar caer un par de lágrimas. Entonces se quita el casco, apretando con sus dos pulgares atrás de su nuca, lo retira y realiza una profunda inhalación. Es apenas un adolescente, uno que le grita al vacío del universo que al fin es libre.

Desde el interior de la nave escuchan los gritos de Gleen, las dos chicas parecen no creer el suceso y comienzan a llorar de alegría. Mientras el otro muchacho se queda mirando los instrumentos, su cara muestra una satisfacción incomparable, pues, el universo les dio la razón.

La nave comienza a recibir comunicaciones desde la base.

- Equipo Blanco. Reporte.

- Hemos llegado y nos encontramos a salvo.

- ¡Nos alegra mucho escuchar eso! ¡¿Hay algo que quisieras decir al mundo, o alguno de tus compañeros?! Están en vivo, todo el planeta los está escuchando ¿Hay señales de vida? 

- Si, o eso pensamos, es diferente aquí abajo, las atmosferas tienen mucho color.- Analizando los múltiples destinos que observaba. -Quisiera que supieran todo lo que pasamos para llegar aquí. Ha sido algo que nunca imagine.