El psicólogo

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Me llamo Anna. Soy de Jalisco, Mexico. Soy morenita de cabello y ojos negros, mido 1.60, de facciones muy finitas en la cara que me hacen ver más chica. Siempre he sido delgada, de niña era muy flaquita y ahora que tengo 28 soy delgada y acinturada. No tengo senos grandes pero si buen culito paradito y redondo para compensar.

Cuando estaba en primero de secu. Una pinche maestra vieja y amargada me cacho en coqueteos con mis amigos del salón y le dijo a la directora que debía ir al psicólogo, por alguna razón. Mi mamá no estaba muy de acuerdo pero para quitarse el problema de encima me convenció de que si fuera al menos un mes para callarlas y ya. Obvio mi mama busco un psicólogo barato nomas para salir del problema. Acordó por teléfono con la recepcionista que iría los martes por la tarde.

Llegamos a un edificio viejo, de esos que son varios consultorios de distintos médicos, y la recepcionista me indico en que piso estaba el psicólogo y que ya me esperaba. Mi mamá se fue a un café cercano a esperar. Las sesiones eran de una hora. Obvio no iba muy animada y no sabía que esperar.

Estaba emparejada la puerta pero igual toque y me dijo que me pasara y cerrara la puerta. Era una oficina vieja y se veía que no había cambiado los muebles desde hace años. Tenía un escritorio chico con silla y compu. Un sillón individual de piel café y otro grande tres espacios que hacia juego.

Se presentó, con una sonrisa, como Alfonso diciéndome que con confianza le podía decir poncho y me indico que me sentara en el sillón grande. Él fue y se sentó en el chico. No fue una sorpresa tan desagradable. Era un señor simpático como de 50 años. Morenito claro, con barba de candado ya canosa y lentes. Tenía el cabello rapado pero también se le veía canoso y se notaba que se rapaba por que igual se estaba quedando pelón. Era medio desalineado, tenía el típico traje caqui con camisa blanca y la corbata medio puesta y manchada. Los botones se tensaban en la panza por lo gordo jaja.

La verdadera buena sorpresa fue cuando se sentó en el sillón, despreocupado, con las piernas abiertas. El pantalón se le pego mucho en el bulto. Se alcazaba a ver que traía trusa y que había una buena verga gorda ahí debajo. Hasta se veía la línea de la cabeza. Nunca se me había ocurrido que esto de ir al psicólogo era oportunidad de que me dieran más verga jaja y esa se veía jugosa.

Esa primera sesión solo nos presentamos bien y básicamente solo nos pusimos a platicar de todo. Después de esa sesión ya tenía ganas de volver el siguiente martes y me la pase toda la semana pensando en su bulto y esperaba que si quisiera cogerme.

En la segunda sesión me fui con mi uniforme la escuela, el típico de faldita a cuadros. Lo salude de beso en el cachete y todo bien amigable. Se sacó un poco de onda pero no le dio mucha importancia. Afortunadamente me dio buena entrada con la conversación. Me pregunto que esta vez empezara diciéndole porque me habían mandado al psicólogo.

Me dio risa como penosa y le dije que una maestra, vieja y amargada me vio muy coqueta y se molestó. A él le dio risa y me pregunto que como estaba coqueteando. Yo pensé uy de aquí soy jaja.

Me puse a platicarle que mis compañeros de la escuela ya sabían que yo era medio zorrita pero que a mí no me molestaba. No le veía nada de malo a que me gustara el sexo. Le comente también que ya me había cogido a varios de ellos. El solo asentía, sonriendo, escuchándome y lo vi acomodarse en el sillón. Lo más seguro es que ya empezara a sentir que la verga se le prendía jajaja. Continúe y le dije que de todas formas lo mío, lo mío, eran los señores o maduros.

Hizo un poco expresión de sorpresa y me pregunto de qué edad me refería con señores y que si ya había tenido experiencias. Le conteste que señores como de su edad jajaja. Y me puse a platicarle varias experiencias de lo rico que me habían cogido. Nada más de contarle se me estaba calentando mucho la panochita y ya la sentía mojada. Me subí un poquito la falda y abría un poquito las piernas para que notara que estaba en celo jaja.

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