Calentando con mi papá

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Hola, mi nombre es Alisa. Tengo 18 años recién cumplidos y soy fanática de hacer ejercicio. Me gusta mantenerme en forma, así que mi padre convirtió el sótano de la casa en un gimnasio, ya que tanto él como mi madre, también les gustaba, aunque debido al trabajo de mi madre, no le daba mucho tiempo de pasarse por ahí.

Ella es asistente empresarial y siempre anda viajando con su jefe. Mi padre muchas veces le ha dicho que no necesitaba de ese trabajo, que él fácilmente nos mantenía.. y era verdad, él es socio de una empresa de construcción bastante grande aquí en la ciudad y su trabajo le dejaba mucho dinero.

Yo estaba en el primer semestre de la universidad, pero como estábamos en lo que se llama semana santa, estaba de vacaciones, así que estaba relajada en la piscina cuando escucho que mi padre llega bastante molesto, gritando por teléfono sobre un empleado incompetente que no sabía redactar unos informes bien.

A mí no me gusta escucharlo gritar, así que me levanto y me acomodo mi pequeño bikini antes de colocarme una bata encima un poco transparente. La verdad yo no tenía ni intención ni idea de que lo que iba a pasar los siguientes días.

Entro a la casa y saludo a mi papá con la mano, pero él me ignora y sigue gritando por teléfono. Está rojo y sus venas se le ven en el cuello, así que voy a buscarle un vaso de limonada que hice y unas galletas que sé que le gustan.

Él va hacia su estudio y se sienta, viendo hacia la ventana sin dejar de hablar. Cómo una buena hija le coloco la bandeja de galletas pequeña y la limonada.

-Gracias hija.- susurra antes de seguir con lo suyo y yo me giro, golpeando con mi cadera una pelota de tenis que se mete debajo del multimueble. Que estúpida soy a veces.

Me pongo de rodillas y la busco con la mirada, maldiciendo entre dientes cuando la veo algo lejos. Cómo puedo meto mi delgado brazo, lanzando mi cuerpo hacia el frente hasta que estoy prácticamente pegada a la madera. Mis dedos tocan la pelota y siento un frío tirar mis nalgas antes se sentir la vergüenza sonrojar mi piel. Mierda.

La tomo y la saco, levantándome de inmediato, con un silencio en la habitación. Me giro buscando a mi padre y lo encuentro con su teléfono pegado a la oreja y con la mirada en la ventana. Uff, no me vió.

Coloco la pelota en su lugar y mis ojos se van hacia su entrepierna, sintiendo de la nada como mi vientre vibra de exitación y mis jugos mojan a la tela.

-Voy a... Ya me voy.- me despido y el no me dice nada. La imagen de su bulto me detiene fuera de la habitación y me siento no solo enferma, sino también sucia por lo que mi cerebro envía a continuación..

La imagen de mi padre de pie frente a mí, con su verga afuera y exigiendome que me la coma, lo cual hago con ganas, chupando con ansias y tragandome su leche cuando se viene en mi boca.

Con calor corro hacia mi habitación y me niego a tocarme.

Solo fue el calor del momento. Mis hormonas están alborotadas.

****

Al día siguiente bajo con mi outfit de ejercicio. Un pequeño short de licra y un sostén deportivo. Entro a la habitación y me sorprendo al ver a mi padre levantando pesas. Mis ojos se van hacia su entrepierna y me siento sucia de nuevo.

- Bendición, papá.- apenas la pido me imagino el porno que busque anoche sin querer queriendo.

-Dios te bendiga hija.- me responde con una sonrisa.- No me vas a dar mi beso de buenos días.- sonrojada camino hacia él, sin dejar de recordar cómo me masturbe en su nombre en la noche.

-Buenos días.- susurro y lo veo colocar la pesa en su lugar cuando me acerco, colocándome entre sus piernas para darle un beso, que queda cerca de sus labios. Ideas estúpidas se que cruzan por la cabeza, como sentamre sobre él y pegar mi trasero a su verga que tanto quiero en mi boca y en mi coño. Tengo tantas ganas de tenerlo dentro de mí que tengo miedo que mi exitación se note en la tela de la licra, ya que es lo único que cubre mis partes.

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