Hola, humanos estúpidos.
Este capítulo debe ser mío; es una falta de respeto no dedicarme uno.
Déjenme explicarles...
—¡ARAEL! DEJA EL MALDI —Es Azzel.
—(AH-lar) /significa "atar"
Eso debería mantenerla controlada... por ahora.
Lo que acaban de oír es una 'orden'. Aprendimos que el idioma antiguo, funciona de manera subconsciente en cualquier humano. Nos permiten controlarlos como marionetas, jugar con cada parte de sus retorcidas cabecitas. Cada palabra que suelto tiene un peso que podría salvarlos o arruinarlos por completo, y eso, sinceramente, es lo que más me emociona. No evito sonreír cuando pienso en ello.
Aunque, admito, también es útil para evitar llamar la atención de... otros seres indeseables.
Las órdenes son solo una pequeña parte de todos los dones que tenemos. Azzel, mi hermana mayor, siempre ha sido la mejor controlándolos. De dónde venimos, ella era considerada el símbolo de lo perfecto, nació con el don de ver el futuro, está claro que, jamás pude darle un regalo sorpresa.
Verlo todo fue como una bendición, o una maldición, junto con las hermosas sorpresas, vino también el caos. el don que la hizo tan feliz terminó siendo aquel que le trajo su destrucción.
Lo mío es más el control del presente y del pasado; puedo ver absolutamente todo lo que pasa. Excepto a Azzel. Ella usa el "bloqueo", una especie de jaula invisible que evita que pueda observarla, ella guarda muchos secretos con eso.
Yo prefiero limitarme a solo ver lo que me interesa, como echar un vistazo al icónico Crazy Horse.
Sobre el pasado... es un don aburrido. No hay un solo rincón del pasado en el que yo no haya estado ya, así que, mejor saltémonos esa parte.
Como sea, lo interesante aquí soy yo. Seguro se estarán preguntando: ¿cómo acabé pudriéndome en este magnífico hospital?
Todo inicio en el principio, para ser específicos, antes del tiempo mismo, ya lo entenderán. Mi hermana y yo fuimos escondidos dentro del tiempo, con un juramento claro: destruir a la raza humana cuando llegara su final.
Vagamos por cada rincón del tiempo, reencarnando una y otra vez. Vivimos cada vida juntos, morimos juntos en cada una de ellas. El tiempo, por cierto, no era un lugar agradable. Nos arrojaba a épocas aleatorias, nunca un año demasiado cerca del otro, ya que eso podría llevar a que nos encontraran. Pasamos incontables aventuras, vivimos sueños... pesadillas.
La era de piedra fue un espanto, pero todo lo que hicimos fue para cumplir nuestro juramento.
Justo antes del final, Azzel desapareció. No era raro que nos separáramos, solíamos hacerlo, y ella siempre volvía después de unos meses. Nacer y morir juntos, ¿recuerdan? Pero esa vez fue diferente. Se fue por más tiempo del habitual. Pensé que estaba celebrando que, finalmente, terminaríamos con todo. Sin embargo, lo único que recibí fue una llamada.
"Te veré en la siguiente."
Siempre fue alguien de pocas palabras, sin muchas explicaciones. No solía enojarme por eso; era parte de su carácter, lo que la hacía quien era. No obstante, en ese momento, estaba profundamente enojado. No quería vivir una vida más, no cuando estábamos tan cerca, yo solo quería destruirlo todo, pero no lo lograría, no sin ella. A pesar de mis incontables dudas, confiaba en mi hermana. Porque sin ella, yo estaría completamente solo.