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" El amor es más fuerte es aquél que puede mostrar su fragilidad. "  

Mariano.  

Tragué saliva.

— No, Cris. — respondí con nerviosismo, alejando el contrato de mí. — Perdón. 

Suar escupió un sorbo de café, mientras Cristina se limitó a rodar los ojos. 

— ¿Por qué, Marian? — preguntó un poco molesta. 

Hace unos dos meses, volví a Argentina tras estar cuatro años en España, con proyectos laborales. Paso mucho tiempo desde que trabajé en la televisión argentina, por lo que tenía miedo de empezar de golpe. Cris Morena, una gran amiga y jefa de mis pasados trabajos, se había alegrado de mi regreso, y al instante me propuso un nuevo trabajo. Dije que probablemente me sumaría, pero ahora frente a la hoja con la pluma en mis manos, me arrepentí. 

— Hace mucho que no trabajo acá, ya ni se acuerdan de mí. — indiqué con sinceridad. 

Ella puso los ojos en blanco. No me iba a dejar ir de acá con un "no" como respuesta. 

— Eso es miedo. Y vos no tenés por qué decirme esto. — me respondió un poco más suave. — ¡Fuiste el galán con el que miles de chicas soñaban todas las noches! 

Naturalmente, me sonrojé. ¿Porqué me ponía colorado por cada boludes que me decían? 

Fui, Cris. No lo soy. — entrelazé mis manos frente mi pecho. — Aparte no me agrada empezar como un cura enamorado, es un personaje complejo para la situación. 

Adrián intentó intervenir, pero no pudo. 

— ¿Me vas a traicionar, en serio? — dijo un poco rabiosa. — Mira, acordate que no vas a regresar con una chiruza. 

 No entendés ninguna parte del no, creo. 

Me parecía mucho decir que la tracionaba, pero desde un principio no le tendría que haber dejado la duda, tendría que haberle plantado un no sin darle tantas vueltas. 

— ¿Quién es la chica? — pregunté frunciendo el ceño. 

Cris me miró divertida. Tenía un as sobre la manga y no me lo estaba diciendo. 

— Lali Espósito, Marian. — sonrió victoriosa. 

Tragué saliva. Inconscientemente, me atraganté, y empezé a estornudar. Adrian, preocupado, me alcanzó un vaso de agua, el cual en segundos tomé. 

¿Por qué siempre me juntan con ella cuando menos lo quiero? 

Recordar todo lo que me había sucedido cuando trabajé con ella me trajo dolor de cabeza. Nunca me olvidé los celos que Juliana me demostró al vernos juntos frente a las cámaras, en notas, programas, revistas, y otras cosas. Yo y Lali eramos amigos, pero ella no lo quería ver, me amenazó con abandonarme para siempre, lo cual me sorprendió en el momento de ella. Al terminar de grabar "La pelea de mi vida", tuve que desaparecer de su vida, ignorando todos los mensajes, llamadas, correos de voz, mails, que Lali preocupada me enviaba. 

— Vamos a hacer así: Yo te firmo el contrato y me dejas irme en paz. — susurré, mientras Cris y Adrián me miraban preocupados, asintiendo. — ¿Bien? 

Firmé torpemente el contrato, y me paré. Sin ni siquiera saludar, salí de la acogedora oficina. 

En un momento, mi cabeza hizo "click" 

¿Por qué firme? ¡Podía irme sin firmar el puto contrato y lo hice! 

Caminé con audacia los pasillos de Pol-ka, llevándome puesta a una chica, a la cual se le cayeron sus bolsos.

— ¡Uy, perdone señor! — se disculpó juntando sus cosas. 

Señor. 

Che, tengo mas de treinta, pero no para que me traten de señor. 

— No hay ning.. 

Con cuidado, la chica sacó sus cabellos castaños de su rostro, dejando al descubierto sus ojos castaños, y labios rosados. Oh..mierda. 

— ¡MARIANO! — gritó al reconocerme. 

Pensé que estaba imaginándome a Lali, que era algo irreal, o que estaba simplemente loco. Pero me dí cuenta que no al notar me abrazó con fuerza. Me quedé duro, como una piedra. Estaba impactado. 

— Lala..¿me podés soltar? — le susurré en el oido. 

¿Por que le dije Lala? 

Involuntariamente, había empezado a reaccionar frente a ella como cuando eramos felices amigos. Y no era lo que tenía que hacer. 

— Perdona, no sabes lo feliz que me hace verte. — lentamente se despegó de mí. — ¡Pensé que te moriste, viejo loco! 

Avergonzado, tapé su boca con mis manos. Al ver que terminó de hablar, la agarré de sus brazos y la llevé a un camarin de por ahí. 

— Marian..estas medio raro. 

No, chocolate por la noticia. 

Podía sentir que mis cachetes ardían, por lo que debía estar  hecho un tomate. 

— Necesito decirte algo bastante serio, ¿bien? — la miré con seriedad. 

Ella frunció el ceño, pero se mantuvo en silencio. 

— Yo desaparecí por vos. — indiqué, 

Lali se sonrojó, y me mantuvo la mirada. 

Me parece que no se lo dije bien. 

— Mi mujer te tenía muchos celos,  y me amenazó de alejarse de mí sino te dejaba de hablar. — continué, para que entienda mejor. — Por lo que perdí todo el contacto con vos. 

Ahora sus mejillas tomaron color normal, y me miró con seriedad. 

— Entonces..¿a vos te parece que eso esta bien? — me encaró de repente. 

Decile algo, no te puede cerrar la boca. 

A pesar que lo deseé, las palabras no llegaron a salir. Asentí, embobado. 

— ¡Tanto trabajo era decirme por qué desaparecías! ¿eh? — me retó, señalándome con un dedo acusador. 

Sus ojos castaños se fijaron en los míos, con una mirada agresiva. 

— No es tan fácil Lala.. — logré articular, tomando sus hombros con mis manos. 

Ella se sacudió, para liberarse de mi agarre. 

— Deja, ya me amargaste. — respondió molesta. — ¿Vos aceptaste trabajar conmigo?

Su repentina pregunta me asombró, por lo que abrí ambos ojos. 

— Sí, ¿no te alegra?  

¿Y porque le tenía que alegrar? Le acabo de decir que la ignoré porque mi mujer la tomaba de cornuda y pretendo que me quiera. 

— No, porque me vas ignorar porque tu mujer me odia. — respondió cortante. 

Sin más, salió del camerino, cerrando la puerta en mi cara. 

Oficialmente: 

Lali Espósito me va odiar durante toda la novela. 


Solo es amor » MarialiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora