➳ II

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N/A: Les agradezco el afecto que he recibido por ser nueva en esta clase de historia  (Mariali, papá) Espero que siga creciendo esta humilde historia.

Mariana. 

Usualmente, soy muy chispa para todo lo vinculado al trabajo. Le dedico esfuerzo, ganas y buena onda. La clave es tener una buena relación con quienes te rodean, porque te facilitan lo demás. Pero ahí va el lío: Con quién debo llevarme bien, no lo hago. 

  Al ver los ojos celestes de Mariano otra vez, tras tantos años de haber perdido contacto, me había alegrado demasiado. Era uno de esos amigos a los cuales les tengo un cariño incondicional, pero que me venga con que la causa de haberme ignorado por años soy yo misma, me derrumbo. 

¿Cómo puede ser que su mujer desconfíe de mí?  

No es que sea un santa, ni nada por el estilo, pero me dolía un poco mucho. Con decirle que estoy más que entregada a Benjamín, su mujer habría mantenido en calma las aguas, y habríamos continuado con nuestra amistad. Pero no, él siempre hace todo al revés. 

Igualmente, si yo fuera Juliana, nunca desconfiaría de Mariano, porque tiene pinta de ser un hombre de palabra. 

¿Por qué lo defiendo si se supone que estoy enojada? 

Cosas normales que padecen los amigos de Mariano. Es tan buena persona que casi imposible acusarlo de algo. 

Adormilada, aferré más las frazadas a mí. 

Cuando el sueño volvió a llamarme, el ruido de la vieja puerta blanca de madera me interrumpió. 

— Lala, deja de intentar dormir que vas a llegar tarde. — indicó con dulzura Benjamín. 

Puse los ojos en blanco, sentándome en la cama. 

— ¿Desde cuando llego tarde? — pregunté, cruzándome de brazos. 

Era atolondrada, desordenada, enérgica, entre otras cosas, pero impuntual, no. Al revés, hasta llego antes que el productor. 

— Enana. — se limitó a bromear, dando media vuelta. 

Resoplé, y me preparé para una buena ducha. 

Como no andaba de buenas para manejar, preferí ir en colectivo. A las seis de la mañana siempre se encontraba semi-vacío, por lo que se viajaba en bastante armonía. 

Al llegar, por suerte mía, la entrada de Pol-ka estaba desolada. Pude bajar con tranquilidad, sin escapar de cámaras que intentan escracharme. 

Los pasillos estaban con más movimiento, entre los que se encargan de la limpieza, los productores, guionistas, entre otras cosas, estaba lleno. Me dirigí derecho a la sala de maquillaje, pero alguien decidió empezar mal la mañana.

— Lala.. — canturreó Mariano, parado frente la puerta. 

Y después la nena soy yo. 

— Lala nada, correte. — indiqué cortante, intentando correrlo. 

Como Mariano era más fuerte que yo, logró no dejarme entrar. 

— Dale, no me hablés así. — puse los ojos en blanco. — Tenes razón en que hice mal en esconderte lo de Juliana, pero tampoco me vas a ignorar todo el día.  

Parece que que descubrió mis planes. 

Igualmente, no iba a poder seguir ignorándolo por meses, porque la poca química que nos queda se esfumaría. 

— ¿Sabes qué? Lo intentaría. — rodó los ojos. 

Como el maquillaje podía esperar, me dirigí hacia el camerino. 

—  Parece que no me perdonas más ¿qué tengo que hacer? — preguntó siguiéndome. — Ya te conté todo, y me arrepiento de lo que paso. 

La voz de Mariano empezó a cansarme. Cuando quería ser terco, lo podía. Y obviamente, hasta que no salga un perdón de mi boca, no pararía de parlotear. 

— ¿Y porqué te interesa tanto que te perdone?  — pregunté, mientras escuchaba sus pasos. 

Un silencio incómodo se ocasionó. 

Por un momento me quedé parada, y me di vuelta para verlo bien. 

—  Porque me da lástima arruinar una tan linda amistad. — respondió cabizbajo. 

Puse los ojos en blanco. 

— ¿Solo por eso? 

Hay momentos que ni yo entiendo porque pregunto tantas cosas. Y sin sentido.   

Miré con curiosidad los celestes ojos de Mariano, los cuales brillaban. 

—¿Y por qué más va a ser, Lali? — preguntó con una voz ronca.

Su mirada estaba conectada a la mía. Por un momento no supe que contestar. 

— Deja.  — le dí menor importancia.  — Asunto arreglado. 

Sin más, sonreí. 

Mariano suspiró, terminando también sonriendo. 

—  Gracias, Lali — su sonrisa se agrandó.

Por razón de impulso, lo abracé con fuerza, hundiendo mi cara en su pecho. Sus grandes brazos me rodearon, lo que me sorprendió, porque pensé que se iba a quedar dura.

 — Chicos. — murmuró una voz incómoda tras nosotros.

 Mariano, nervioso, me soltó con rapidez. Suar nos miró serio, cruzado de brazos.

 — ¿Qué hacen acá, solos? — inquirió molesto.

Miré hacia otro lado, guardando mis manos en mis bolsillos. Mariano me lanzó una mirada asesina.

Los hombres se entienden mejor entre sí.  

— Solo nos encontramos y nos agarró..nostalgia.  — rascó su nuca. 

Uh, este mintiendo es peor que yo. 

Me mordí los labios para evitar reírme. 

— ¿Nostalgia? — se notó el sarcasmo en su voz. — Vayan a grabar antes de que los mate. 

Mariano sonrió falsamente, y caminó hacia el set. Lo seguí, mientras Adrían murmura cosas en voz baja. Ya más lejos de él, me acerqué a Mariano. 

— Nostalgia.  — reí. 

Este me miró con la peor de sus caras, y siguió caminando. 

A medida que que caminaba, se iba relajando un poco más. En un momento, se paró en seco. Por alguna razón, también me quede ahí, observándolo. 

—  Sí, Lali. —  dijo de la nada. — Nostalgia.

La seria expresión de Mariano cambió por una gran sonrisa. 

Sus ojos se iluminaron. Lo miré de otra forma. Lo veía diferente. Antes que otras veces, como cuando trabajamos en otro proyecto, lo veía como algo más. Se me armó un nudo en el estómago al notar que fijó sus ojos celestes en los míos. 

Esa sensación la conocía. Y me aterraba.


Solo es amor » MarialiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora