El Sótano

139 19 12
                                    

Advertencia: Ligero horror corporal

Bajó cada peldaño con tranquilidad, habiendo perdido la cuenta después de los veinte escalones, ya incluso se terminó el dulce que venía comiendo desde que comenzó a descender.

Bostezó ruidosamente, levantarse dos horas antes de su horario normal era cansado y pudo no haberlo hecho, pero la amenaza de su sensei de prohibirle cualquier dulce dentro y fuera de la escuela era algo que no quería comprobar si era capaz de cumplir.

Por fin llegó a lo que llamaban el" Sótano", un lugar que muy pocos sabían de su existencia y solo unos cuantos eran autorizados para bajar; usado para albergar y estudiar maldiciones que eran dignas de investigación antes de ser catalogadas y selladas.

Al estar debajo del instituto, se ubicaba dentro de la dimensión creada por Tengen-sama, lo que incluía que las barreras lo protegían de que un ser no permitido saliese o entrase a su gusto, de ahí a que no muchos pudiesen bajar. Podía comprender porque el entrenamiento de la Hyuuga era aquí, si lo que vio, irónicamente, en el sótano del hospital era su máximo potencial, las alarmas arriba en la superficie saltarían y al instante habría hechiceros tratando de matarla erróneamente.

Abrió las puertas dobles, silbando ante lo espacioso del lugar; una gran plataforma a cuatro metros por encima del suelo es donde se encontraba su sensei sentado, mirando hacia abajo.

Se aproximó de puntitas con la idea de asustarlo al verlo tan concentrado en lo que sea que estuviese observando, deteniéndose de golpe cuando algo más le devolvió la mirada.

-"¡Panda!"

-"¡Puberto!" -el pequeño animal lo miró con sorpresa, succionando con rapidez el chupete que tenía en el hocico.

-Ah, llegaste -su profesor giró la cabeza en su dirección, acomodando mejor al panda en el hueco que quedaba entre sus piernas-. Ven y siéntate. Hinata está calentando.

-Eh... claro -se sentó a su lado, viendo de reojo al animal que tampoco dejaba de verlo-. Ejem...

-Él es Panda -dijo como si le hubiese leído la mente-, es algo nuevo en lo que estoy trabajando. Aún necesito ver cómo se desenvuelve y con Hinata será una buena manera de experimentar.

-Ya... veo -miró hacia abajo, donde se encontraba la chica haciendo algunos estiramientos. A sus pies había agua, supuso que se pudo filtrar por algún lado y dejado una delgada capa del líquido en el piso-. "Al menos no es de verdad" -pensó, viendo de soslayo al, que supo ahora, era un peluche bastante... realista.

-Bien, Hinata-san -la peliazul levantó la mirada al oírle, notándose bastante nerviosa-. Tranquila, será como otras veces. Si no te sientes segura, lo haremos con pocas maldiciones, pero luego quiero que intentes volver a traer a tu madre cuando yo te lo diga.

Se puso más nerviosa, comenzando a jugar con las mangas de su chaqueta blanca, asintiendo de todos modos.

-Como dijimos, Satoru estará aquí como apoyo, al igual que Panda, en caso de que los necesites -volvió a afirmar con la cabeza-. Abriré la puerta -sacó un control remoto con solo dos botones, uno verde con un candado abierto y el otro rojo con el candado cerrado. Presionó el verde, escuchándose la abertura de una puerta metálica en uno de los lados-. Puedes comenzar.

Gojou se asomó por la barandilla algo curioso, dejando que su técnica le mostrara lo que nadie más podría. Lo primero que notó fue la voz de la chica, suave, tranquila, agradable al oído, como si estuviese calentando sus cuerdas vocales, sintiendo un estremecimiento al oírla, era... escalofriantemente hermosa. Hizo algunos movimientos con sus manos y luego las venas alrededor de sus ojos se abultaron, comenzando a cantar.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 08 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ojos que todo lo venDonde viven las historias. Descúbrelo ahora