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Domingo por la mañana. Hace un clima hermoso y decido salir a correr. Realmente no soy una persona muy deportista, pero últimamente me siento muy frustrada y tengo ganas de desestresarme un poco.

Me cambio por un conjunto deportivo, una calza corta y un top. Me pongo unas zapatillas de deporte blancas y ato mi cabello en una coleta.

Agarro mis audífonos y mi botella de agua y me marcho hacia el parque.

Llevo aproximadamente 1 hora corriendo y una playlist acabada. Comienzo a trotar suavemente en dirección a mi casa para tomar una ducha y desayunar.

Entonces veo a la pelirroja de mis fantasias, parada en su jardín regando unos arbustos con espinas. Rapidamente cambio de lado de la calle para topármela, o al menos que me vea.

Bajo un poco la velocidad y la observo al pasar, veo como nota mi presencia y observa mi figura por unos minutos, no dice nada.

Esta situación me tiene arta, se nota que la mujer me tiene ganas, pero está negada a hacer algo al respecto.

Justo llegando frente a ella mi agacho para atarme las agujetas, por lo que al terminar me levanto y le sonrío simpática.

— Buenos días, profe

He notado que no es de su agrado que la llame de esa informal forma, pues la mayoria de la gente se dirige a ella como "profesora venable" o "señora Venable" o algunos como "Venable". Por lo que continúo llamandola así solo para molestarla un poco, después de todo es culpa de ella está frustración que lleva en mi cuerpo hacia ya un mes que ella llegó a la universidad.

— Stone—. Saluda secamente.

Continúo con mi camino y al llegar sigo con mi rutina de sábados. Me baño, desayuno y busco una serie de Netflix que me entretenga durante el fin de semana.

El día pasa rapidamente y comienzo a alistarme para salir con Alexandra. Me pongo un vestido de cuero corto negro y unas botas altas hasta la altura de las rodillas de color vino. Pinto mis labios del mismo color que mis botas y les doy a mis ojos un efecto ahumado.
Aliso mi cabello y ya estoy lista.

Escucho el ruido de su motocicleta afuera y salgo rapidamente.
Lex estaba vestida con unos jeans negros y un top estilo corset del mismo color, con una chaqueta de cuero encima.

La saludo con un beso en la mejilla y vamos al club.

Entramos y enseguida nos envuelve el ambiente de tranquilo pero divertido, la música suena, pero no demasiado fuerte. Nos sentamos en la barra y pedimos unos tragos mientras conversamos de trivialidades.

—¿Te enteraste que Marina está embarazada? Tuvo que dejar la universidad—. Dice ella con una mueca

—¡Si! Pobrecita. No por el embarazo, claro, sino por tener que dejar la universidad.

Lexie continua dando su opinion y una especie de discurso feminista que en otro momento apoyaría completamente, pero mis oidos dejan de escucharla cuando cierta pelirroja hace acto de presencia.

Está vestida nuevamente con un vestido largo de color morado y una coleta alta. Su aire de elegancia llama la atención de algunos, pero ella ignora todo a su paso y se sienta también en la barra, a unos metros de nosotras, y pide un wisky al cual le da un gran sorbo.

I'd rather take my whiskey neat
My coffee black and my bed at three
You're too sweet for me
You're too sweet for me

Suena de fondo una canción que apenas logran apreciar mis oidos, mientras observo su etéreo rostro en la tenue luz del bar.

En un momento chocamos miradas y siento que el aire sale de mis pulmones. Sigo observandola y ella se levanta rapidamente se se dirige al baño.

— Disculpa Lex, voy al baño. Ya regreso

La sigo sin pensarlo mucho, veo como entra en el baño aparentemente vacío y dudo por un segundo antes de abrir la puerta.

Ella está parada frente al espejo con las manos apoyadas en la bacha. Me observa por el reflejo y lentamente le coloco seguro a la puerta detrás de mi.

Arquea una ceja inquisitiva y me acerco antes de que pueda hablar. Con ella aún de espaldas, acerco despacio mi rostro a su cuello, oliendo y dejando un suave beso en él.
La pelirroja suspira y noto que cierra los ojos.

Una de mis manos baja a su cadera y con la otra tomo su rostro para darme más acceso a su cuello.

En un momento dejo de besar su cuello y nos observo a través del espejo.

Las manos en el lavabo, su respiración agitada, su rostro ligeramente enrojecido y sus ojos cerrados, me pregunto como es que esta mujer puede lucir aun más caliente que siempre.

Ella abre los ojos y también nos observa, puedo ver la culpa en sus ojos, pero también sus pupilas dilatadas por el deseo.
Sin darle tiempo de arrepentirse, la giro y estampo mis labios en los suyos con brusquedad. Rápidamente iniciamos una guerra por el dominio del beso y mi mano estira de su cabello mientras que una de las suyas me acerca por la cintura y la otra ejerce presión en mi cuello.

La empujo bruscamente contra el lavabo, donde se sienta con las piernas abiertas permitiendo ubicarme en medio.

Sin romper el beso, mis manos recorren todo su cuerpo mientras ella aprieta mis pechos.

Despego mi boca y vuelvo a atacar su cuello pero con mayor intensidad que antes; lamo, chupo y muerdo, lo más probable es que eso le deje marcas mañana, pero a ella parece no importarle y mucho menos a mí.

Parece tener una fascinación con mis pechos, porque de un rápido movimiento los deja expuestos y comienza a acariciarlos y chuparlos, suelto un par de maldiciones entre gemidos y cuelo mi mano por su ropa interior, su vestido se había subido en algún momento, por lo que tenía libre acceso.

Juego un poco con su entrada provocandole gemidos que intenta tapar con su cara undida en mis pechos, la obligo a despegar su rosotro cuando me agacho para pasar mi lengua por su intimidad. Ella suelta un fuerte gemido que rapidamente tapa mordiendo su mano.
Comienzo a practicarle sexo oral mientras ella se refriega descaradamente contra mi rostro, desesperada.
Cuando acaba, me ocupo de lamer todo rastro de su orgasmo y vuelvo a incorporarme a la altura de su rostro.
La observo a los ojos y me siento orgullosa de lo que he provocado. Si rotro está totalmente enrojecido, sus labios hinchados y hechos un desastre por la junta de nuestros labiales. Su cabello anteriormente perfectamente peinado, ahora caía libremente por su espalda.
La beso una vez más, haciendole probar su propio sabor.

Cuando me separo,está a punto de decir algo antes de que suenen unos golpes en la puerta seguidos de una voz conocida.

— Charlotte, ¿estás ahí?

Sunshine || Wilhemina VenableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora