LAIA

197 13 2
                                    


 ––¿Lista para tu primer día?

Suena la voz de mi madre desde el teléfono, que se encuentra en el baño con el altavoz puesto.

––No -niego, sé que no me ve, pero aun así lo hago- ¿Puedo volver?

––No digas tonterías -ríe, puedo escuchar como Harry hace lo mismo- Llamaré a tu padre, prepárate.

––Bien -le lanzo un par de besos y cuelgo-

Hoy diez de septiembre dan comienzo las clases en Escocia, concretamente en Edimburgo.

He intentado dormir al menos una hora para no ir con ojeras a clase, pero he estado dando vueltas toda la noche, pensando en si esto ha sido buena idea. Llevo viviendo desde los ocho años en Irlanda del norte, desde que mis padres decidieron separarse por el bien de todos. Ahora me encuentro a cinco horas de mi madre y Harry, su marido.

Siempre me han dicho que soy una joven con suerte, no cualquier pareja después de tantos años de matrimonio decide separarse y aun así tener una amistad tan bonita. Pero a mí eso me importa una mierda, lo que necesito es tenerlos a los dos cerca de mí, no separados por una inmensa cantidad de agua.

He pasado a lo largo de estos años, cientos de noches llorando por pasar más tiempo junto a mi padre, que por desgracia no pudo venir a visitarme todo lo que le gustaría, ya que es un profesor muy reconocido. Por lo que cuando me dieron a elegir una universidad a la

que ir, no dudé en decantarme por Widinton, la más cercana a él. Sin olvidar lo conocida y famosa que es.

Durante un tiempo me planteé si era buena opción, o si estarían satisfechos con mi expediente. Meses después recibí la enhorabuena de mis padres en una videollamada conjunta, aún estaba saliendo del instituto junto a mis amigas, y en ese instante me dieron la noticia, lanzando pétalos que solo ellos podían ver.

––¿Estás lista cariño? -suena la voz de mi padre tras la puerta-

––Dame un par de minutos más -me acerco a él, a pesar de no poder vernos-

––Está bien.

Me acerco al gran espejo que mi padre me ha puesto en la habitación y comienzo a ponerme el uniforme. Antes esto solo era una buhardilla, en cambio ha decidido reformarla a mi gusto para que me sienta cómoda, se lo agradezco.

He estado investigando a algunas personas con las que iré a clase, y todas opinan lo mismo, los uniformes son una mierda. Pero tras verme varias veces con él, puedo negar lo que dicen. Llevar una falda, junto a una camisa y un jersey por encima, todo de un color azul marino es de todo menos feo. Sé que estoy acostumbrada a vestir elegante, ya que mi madre y Harry visten de esa manera para todo, pero me he acostumbrado, y he de decir que me favorece mucho.

––Cómo ha dormido mi pequeña -ríe mientras le doy un abrazo- Aún no me creo que vayas a estudiar en Edimburgo, tan cerca de mí.

––Estoy acojonada papá -confieso-

––No tienes por qué estarlo -me tiende un plato lleno de comida, lo miro con poca gana pero al final lo acepto- Eres una gran estudiante, con una personalidad increíble. ¿A qué le tendrías que tener miedo?

––A mí misma, tal vez -lo miro mientras me insiste en que me termine el yogurt con frambuesas-

––No seas tan dañina contigo -acaricia mi mejilla- Estaré a tu lado para todo lo que necesites. Por cierto, estás a tiempo de decirme si quieres quedarte en la residencia, o por lo contrario quedarte conmigo. Puedo llevarte cada mañana.

Un Otoño Llamado Nosotros🎃🍂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora