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Lisa se levantó con dificultad, el dolor en sus músculos haciéndola tambalear. La sal en el aire irritaba sus fosas nasales, y el olor a mar le parecía más intenso de lo normal. Su mente intentaba poner en orden los fragmentos rotos de lo que parecía una pesadilla. Caminó unos pasos, con la arena pegándose a sus pies descalzos y fríos. Miró a su alrededor, reconociendo la playa, pero algo en ella había cambiado. No sabía si era la luz del amanecer o la sensación extraña en su pecho, pero el lugar le parecía tanto familiar como ajeno.

De repente, vinieron los recuerdos como un golpe. El yate. La tormenta. El agua tragándola. Su cuerpo congelado en el océano, hundiéndose lentamente, cada burbuja de aire escapando de sus pulmones. El miedo había sido abrumador, pero en ese último segundo, cuando todo se volvía oscuro y pensaba que sería el final, los vio: esos ojos. Unos ojos felinos y brillantes, observándola desde las profundidades. Eran hipnotizantes, llenos de misterio, y en lugar de miedo, sintió una curiosa calma. Pero lo último que recordaba era esa mirada.

Lisa sacudió la cabeza, frustrada. "¿Qué fue eso? ¿Alucinaciones?", se preguntó en silencio, intentando procesar la imagen que seguía persiguiéndola. Sin embargo, algo dentro de ella le decía que no había sido un simple sueño. El agua, el frío, esa sensación de estar al borde de la muerte... todo se sentía tan real. Pero entonces, ¿cómo había sobrevivido? ¿Cómo había llegado a la playa?

Mientras se frotaba las sienes, una extraña sensación se extendió por su pecho, una mezcla de curiosidad y temor. "Alguien me salvó," pensó, sintiendo que esa idea se hacía cada vez más fuerte en su mente. Pero, ¿quién? Y sobre todo, ¿por qué sentía que había algo más allá de lo que su memoria le permitía ver?

A lo lejos, Jennie observaba en silencio desde una posición oculta entre las rocas, su cuerpo parcialmente cubierto por la sombra

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A lo lejos, Jennie observaba en silencio desde una posición oculta entre las rocas, su cuerpo parcialmente cubierto por la sombra. Sus ojos seguían cada movimiento de Lisa, cada paso que daba en la arena, mientras trataba de encontrar respuestas. La sirena había pasado la noche en tierra firme, observando a Lisa desde la distancia, asegurándose de que estaba a salvo después de haberla rescatado del mar. Su corazón latía con fuerza, y aunque sabía que no debería involucrarse más, no podía evitar sentir una conexión con la chica humana.

Jennie sabía que estaba rompiendo las reglas. Las sirenas no debían salvar a los humanos. Se suponía que no debían interferir en sus vidas, especialmente porque eso atraería atención no deseada hacia su mundo. Pero cuando vio a Lisa hundirse en el agua, algo dentro de ella no pudo dejarla morir. Algo en los ojos de Lisa, en su lucha desesperada por vivir, había resonado en Jennie de una manera que no podía explicar.

-¿Qué estás haciendo, Jennie? -La voz de Rosé interrumpió sus pensamientos.

Jennie no se movió, pero pudo sentir la presencia de su amiga acercándose, siempre silenciosa, siempre cautelosa. Rosé se colocó a su lado, observando también a la chica en la playa.

-No deberías estar aquí. -continuó Rosé en tono bajo, casi como si intentara evitar que alguien más las oyera, aunque estuvieran solas. -Sabes lo peligroso que es intervenir en el mundo de los humanos.

Mareas del Destino [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora