-El aburrimiento es el padre de las malas ideas-

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No existe nada más perezoso que los malditos domingos, cada día de la semana parece tener un propósito, pero el domingo parece existir solo para curarse la cruda (a veces alcohólica y otras moral), y ese domingo, Carla tenía una de esas resacas que te hacen llorar por cada maldita publicación en redes sociales, era mediodía cuando finalmente se despertó, aunque había dormido casi 11 horas seguía sintiéndose cansada, trato de contactar con varios de sus amigos sin obtener respuesta, tirada en su cama con la cabeza colgando por un costado y la pijama todavía puesta, se preguntaba cómo había llegado a este punto de su vida en que se sentía como las sobras del brunch, lo único que deseaba desesperadamente en la vida era ser feliz, ella sabía que ese era el propósito de vivir, todos se lo decían constantemente, desde las jodidas tarjetas de cumpleaños hasta los mensajes motivadores en las toallas sanitarias, lo que nadie le decía es como conseguirlo, se habla mucho de la felicidad, pero nadie te dice que pasa si no sabes crearla, qué hacer cuando pareciera que nada es suficiente pero tampoco insignificante, cuando nada tiene sabor, no es que este malo, tampoco bueno, simplemente es insípido como un vaso de agua tibia.

En opinión de su hermano mayor, lo que Carla tenía era solo aburrimiento, ella tenía esa jodida sensación desde que sus padres murieron, cuando ella todavía estudiaba el colegio y fueron enviados a vivir con su tío, él no era una mala persona, de hecho, en muchas formas, Lucas era lo mejor que pudo pasarles a los tres huerfanitos.

El tío Lucas era un cuarentón soltero y poco responsable que de la noche a la mañana tuvo que convertirse en el adulto de la casa, sus padres habían muerto recientemente y su única familia era la de su hermana, una hermosa familia pequeña de 5 miembros, los padres y sus 3 criaturas, él era el tío divertido, iba a visitarlos cuando no tenía nada mejor que hacer y en fechas importantes, llenaba a sus sobrinos de regalos y siempre se reunía con su cuñado en los días que pasaba el fútbol en la televisión, su vida era perfecta, tenía un departamento espacioso que le habían heredado sus padres y suficiente dinero para hacer con su vida cualquier cosa que se le pudiera ocurrir a un tipo común y sin obligaciones, se iba de vacaciones tres veces por año, asistía a todos los eventos importantes de la ciudad (conciertos, partidos importantes, la Fórmula 1, exposiciones de arte y convenciones de comics), coleccionaba zapatillas deportivas y también discos compactos, nada le preocupaba, ni siquiera se ocupaba de si mismo, su alimentación era muy mala, se desvelaba mucho, se olvidaba de pagar las facturas a veces y cuando algo se descomponía en casa pedía el apoyo de su cuñado para negociar con los técnicos. Cuando su hermana y su cuñado fallecieron durante aquel aparatoso accidente vial múltiple, él ni siquiera lo supo de inmediato, fue la trabajadora social la que llegó a tocar a su puerta con los 3 adolescentes para explicarle que debía recoger el cuerpo de sus familiares, se suponía que fuera fuerte por sus sobrinos, pero no pudo, se desmayó en frente de la trabajadora social. Cuando volvió en sí, llamó a un abogado y contrató gente que hiciera todo por él, no fue capaz de decidir nada sobre el funeral de la que era su alma gemela, su hermana y él eran como Batman y Superman, eran mejores amigos luchando juntos por mantener su mundo a salvo, jamás imaginó que algún día la perdería, él era el hermano menor y ella siempre fue su ángel de la guarda, lo mismo para defenderlo en el receso escolar que para acompañarlo a hacerse la prueba de VIH cuando su entonces pareja dio positivo, su hermana siempre estaba allí, en las buenas y las malas, y su cuñado era como un hermano más, nunca lo vio como el marido de su hermana, ellos fueron camaradas desde el primer instante, era quién lo sacaba de la comisaría cuando cometía infracciones de tránsito y también su compañero de basquetbol, aquella tarde fue como quedar huérfano otra vez.

Como el padre de los niños era hijo único, y sus abuelos paternos vivían en una casa de retiro, los chicos fueron asignados a su tío, él no se negó, tampoco los recibió con el consuelo y protección que necesitaban, pero firmo todo y luego los llevó con él a su apartamento, de la casa y de las cosas se encargaron los abogados, los chicos no eran niños exactamente, pero mentalmente hablando, los cuatro tenían 15 años.

LA ESPERANZA MUERE AL ULTIMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora