ENDLESS HOUR

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Recuerdo con nostalgia los días de mi infancia, cuando corría libre por la orilla del mar, dejando que las olas me envolvieran mientras el viento jugaba en mi rostro. Aquella vasta inmensidad que me llenaba de calma y me hacía sentir pequeño ante su grandeza, parecía tan inofensiva entonces. Jamás imaginé que ese mismo mar, que un día fue mi refugio, acabaría convirtiéndose en el principio del fin para todos nosotros.

Desde siempre he supuesto que todo tiene un fin y, por supuesto, eso incluye a la humanidad; pareciese que somos seres capaces de superar cualquier reto, ¿no? Crecí con esa percepción basada en que somos la cúspide del universo, que hemos logrado pasar de ser seres salvajes a crear tecnologías que van más allá de los límites soñados.

Hoy me he dado cuenta de que solo son percepciones ególatras debido a que... En una hora seremos reducidos y eliminados y no podemos hacer una mierda.

Relataré todo desde el principio de este fatídico día; solo nos queda una triste hora. Eran las siete de la mañana y el sol estaba saliendo. Hice todo el procedimiento rutinario antes de ir a mi deprimente trabajo; hasta me puse traje y corbata, por lo que imaginaos lo corriente que es mi vida.

Yo trabajo como oficinista en la sede de una revista de información cinéfila y sinceramente no estaba orgulloso de eso porque ni siquiera era fruto de mi pasión. Solo acepté el trabajo para conseguir fondos a fin de que mi hijo de tres años tenga un buen futuro. Dentro de la gran tragedia absoluta que es, todo esto tiene su gracia, ya que lo he dado todo para nada.

Como iba diciendo, llegaron las ocho menos cuarto, así que era hora de coger mi vehículo e ir a trabajar. En el coche estaba bastante alegre porque, a parte de que me relaja conducir, estaba pensando en llevar a mi prometida y a mi pequeño a cenar fuera; en especial a un buen sitio como pienso que se merecen las dos personas que más amo.

Una vez que ya en el oficio estaba realizando mis quehaceres, aunque paré al rato, una sensación muy peculiar y desagradable se tornó en mí para que segundos después me quedara paralizado, viendo dentro de mi mente una especie de animal parecido a un calamar, aunque era diferente. Le estaba viendo dentro del océano, concretamente en las profundidades marinas, y la peor parte es que apareció mi superior y me reclamó que trabajase. El tipo, al percatarse de que yo no estaba moviéndome en lo más mínimo, me dio un leve empujón con la mala suerte de que me abatí contra el suelo. Vinieron el resto de empleados preocupados a intentar despertarme del trance.

Mientras tanto, en la visión que me estaba robando el cuerpo, ocurrió algo extraño y es que ese cefalópodo emitió un zumbido tan poderoso que me despertó del trance, otorgando a mi persona un ataque de locura proporcionado en llantos y gritos... Algunos trabajadores se atemorizaron de mí, otros solo se reían como si la situación fuera cómica.

Al recomponerme les comenté a todos que no se preocupasen y opté por seguir trabajando en el ordenador; claramente estaba nervioso por lo que me había ocurrido, pero también muy curioso de saber que era ese animal. Tras una breve búsqueda en la red lo hallé. La especie es llamada "Magnapinnidae" y es exactamente como lo que vi; podría describirse como un cefalópodo semejante a un calamar pero con ojos enormes, brazos largos y lo más llamativo que son sus aletas que tienen la capacidad de llegar a medir varios metros.

En ese momento me puse a investigar más sobre estos animales y encontré una página web muy, muy curiosa. Trataba de anécdotas de diferentes usuarios que sueñan o tienen visiones con estos bichos.

Había mucha gente que le pasó lo mismo que a mí y curiosamente todos los casos eran bastante recientes.

Tomé la decisión de dejar el tema como algo curioso y ya, así que reanudé el curro hasta que llegase el descanso para almorzar. Una vez llegó ese momento, me puse a charlar con algunos amigos mientras disfrutabamos cada uno de un sándwich. También suelo aprovechar estos momentos para ver las vistas desde lo alto de la oficina, puesto que se ve toda la ciudad y es justo lo que a mayores hice. Podía observar todo el núcleo urbano, los parques, el mar al fondo... Era muy agradable ver aquello; hace pensar a uno en que todo en esta vida es posible y así fue.

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