seis

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Ambos estaban en sus respectivas clases, pero con pensamientos muy distintos. Hyunjin estaba ocupado en cómo escribirle una carta a Felix en agradecimiento por todo, mientras que Felix pensaba en cómo convencer a la persona que le gustaba de que debía tomar una pastilla.

—Joven Lee, —una voz femenina interrumpió los pensamientos de Felix, y recién ahí se dio cuenta de que la profesora lo estaba fulminando con la mirada desde su asiento de tutora—. Repito; ¿podría leernos el capítulo cinco y seis?

Sus mejillas se tornaron rápidamente de un color algo rojizo al darse cuenta de que incluso tenía el libro al revés. "Fracasando, como siempre," pensó, y sólo sonrió con recelo mientras comenzaba su lectura.









Hwang suspiró totalmente rendido mientras tiraba otra hoja a la basura; ¿por qué no podía expresar lo que sentía bien?

—Hyung —Felix se acercó a su mayor después de que las clases terminaran. Ladeó su cabeza levemente confundido al ver al mayor frustrado y tirando una hoja de papel con pocas palabras escritas—. ¿Qué haces?

—Una tarea —Hwang le sonrió suavemente a Felix, poniendo un gran esfuerzo para no decirle "¿Por qué eres tan jodidamente atractivo y no me dejas pensar en cómo amarte? Jódete, feo. Te amo." Lo sabía, ni él se comprendía a veces—. Pero la puedo hacer después. ¿Quieres que te lleve a casa?

Felix asintió repetidamente con la cabeza mientras sentía hormigueos en su estómago y mejillas; ¿por qué su Hyung lo hacía sentir tan enamorado?

-¡Claro que sí! Es más, puede quedarse a dormir en mi casa esta vez. -dijo totalmente entusiasmado, -Claro, sólo si quiere.

Hwang asintió con la cabeza levemente mientras le sonreía al menor. Quizá esos momentos que podría vivir con Felix aquel día le ayudarían a encontrar las palabras exactas para describirle exactamente lo que sentía.

El tiempo había pasado y Felix no había visto ni pista de sus ilusiones. Las pastillas no habían sido necesarias y juraba que todo aquello era gracias a la persona que estaba a su lado, tomándolo de la mano.

Sus corazones latían con fuerza, pero ninguno lo sabía más que el ambiente. Ambos estaban sentados en la cama de Felix, el uno justo al lado del otro. Felix estaba apoyado sobre el hombro de Hwang y sus ojos estaban a punto de cerrarse por completo; tenía bastante sueño a pesar de que aproximadamente eran las seis de la tarde. Hwang comenzó a acariciar con su dedo pulgar la mano de Felix, sintiendo la acogedora tranquilidad del momento que le brindaba estar junto a la persona que amaba.

—Lixie —susurró Hwang entrando en razón para ver si este se encontraba despierto—. Ve a recostarte si tienes sueño —murmuró en voz bajita y ladeó su cabeza suavemente en busca de alguna señal.

—Mm-hmm —fue lo único que dijo Felix antes de caer rendido en los brazos de Morfeo, limitándose a apoyarse contra todo el cuerpo de Hwang.

Este rió suavemente y se volteó para tomar en sus brazos el delgado cuerpo de Felix, llevándolo con delicadeza y suavidad hasta su cama. No quería despertarlo, así que, para suavizar un poco el ambiente, estampó levemente sus labios sobre la frente de Felix y sonrió.

—Quédate conmigo... —murmuró entredormido, extendiendo sin ganas una de sus manos hasta la playera de Hwang, jalando suavemente de esta para lograr su objetivo—. Hyung.

El castaño soltó una suave risa y aceptó la propuesta. Estiró su mano para apagar la luz, dejando que la oscuridad del invierno se hiciera cargo del ambiente, envolviéndolo en un velo de pereza y tranquilidad absoluta. Se recostó al lado del menor y se giró para cruzar sus brazos alrededor del delgado y delicado cuerpo de Felix.

—Duerme bien —susurró en voz baja, como era de costumbre para él.

Los minutos pasaron lenta y tediosamente para aquella alucinación de uno de los chicos. Se sentó sobre la cama y observó a la pareja, quienes estaban felizmente abrazados y compartiendo su calor mutuamente.

Chasqueó su lengua en intento de despertar a Hwang, pero fue casi en vano. Este se movió, pero no despertó. Se levantó y, con grandes pero lentos pasos, se acercó a su objetivo, posando su mano sobre los cabellos del castaño y removiéndolos con cuidado. Hwang se sentó rápidamente en la cama, sintiendo cómo su respiración volvía a su cuerpo. Jadeó sin control, pero intentando hacerlo en silencio para no despertar a Felix.

Este se movió, pero no despertó. Se levantó y, con grandes pero lentos pasos, se acercó a su objetivo y posó su mano sobre los cabellos del castaño, removiéndolos con cuidado. Hwang se sentó rápidamente en la cama, sintiendo cómo su respiración volvía a su cuerpo. Jadeó sin control, pero intentando hacerlo en silencio para no despertar a Felix; no entendía bien qué había pasado, pero se sentía bastante asustado.

Su mirada se posó sobre todos los rincones de la oscura habitación, pero sus ojos no localizaron nada. Su corazón latía inquieto y sus pulmones poco a poco controlaban el aire que entraba y salía, buscando ese ritmo normal que Hwang debía tener.

Llevó una de sus manos, totalmente nervioso y confundido, hasta sus propios cabellos y los desordenó desconcertado. Se levantó de la cama y caminó hasta afuera en busca de su mochila y pastillas, pero justo en frente del sofá estaba uno de sus preciados amigos, tapando aquella mochila.

—¿Qué haces aquí? —preguntó el más alto.

—Quiero mis pastillas... ¿podrías...? —pidió Hwang, nervioso, mientras miraba al amigo que tapaba su mochila.

Una risa escuchada solo por Hwang sonó detrás de su nuca, y este se giró bastante nervioso y exaltado. Había otro allí justo detrás suyo.

Retrocedió y, sin saber qué hacer, cubrió sus ojos; si no podía verlos, no estaría asustado, claro que no. Recordaba cuando era niño; se cubría con sus mantas por completo para no verlos ni oírlos. Su cuerpo temblaba al oír mil y un risas. Solo tenía cuatro ilusiones, no mil. ¿Qué demonios estaba pasando?

Intentó acercarse a su mochila aún manteniendo sus ojos cerrados, estando totalmente a ciegas. Pasos se hicieron presentes detrás suyo, y se giró nuevamente, sintiendo cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. Los abrió inquieto, pero no vio nada allí.

Nada más que Felix adormilado, caminando en su dirección.

—¿Hyung? —preguntó Felix, aún medio dormido.

—Lixie... —se giró rápidamente Hwang, sin querer que el menor lo viera en aquel estado. Suspiró con fuerza y limpió sus propias lágrimas, algo frustrado.

Se acercó a su mochila y la abrió algo nervioso, rebuscando su frasco de pastillas.

Felix refregó uno de sus ojos y negó con la cabeza al notar lo que Hwang buscaba. Sacó el frasco que la madre de Hwang le había pasado.

—No las tienes, porque dijiste que no querías tomártelas, ¿o recuerdas?

Hwang tomó un peluche anaranjado de su mochila y lo miró con nostalgia. Luego miró a Felix e hizo una pequeña mueca en sus labios, totalmente arrepentido.

—Toma —Felix le extendió el frasco con una sonrisa suave—. Tómate las pastillas y vamos a dormir de nuevo, ¿sí?

Hwang asintió y sonrió agradecido.

—Amor —susurró suavemente Hwang, suspirando justo cuando Lix se fue. Eso era justo lo que describía lo que sentía por él.

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⏰ Última actualización: Sep 09 ⏰

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