Cornelius el pescador

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-¡nunca se apiadarían de nosotros los humildes! , Si no es fácil vivir de la pesca cómo mi familia sobrevivirá sin mí - replicaba para sí mismo el pescador de bacalao conocido como Cornelius.

Veía como se iniciaba el movimiento renacentista en el siglo XIV cuando de "un día para el otro" yo, "La peste" decidí amedrentar a toda Europa con mi mensaje de muerte, esta andaba por capricho y trabajaba sin fatiga comenzando por un pobre carpintero y lentamente como se esparce el aroma de un perfume así se extendió la fragancia de la muerte que carcomía a la población hasta dejarla en una purga que sería muy difícil de reponer. De igual manera vivía castigado la isla del pescador, su bella Venecia aquella la tierra de artistas que vivían inspirados bajo sus mares donde las musas se asolean, las reinas paseaban como ángeles celestiales y festejaban carnavales hasta desfallecer. Pero todo eso eran recuerdos, ahora se utilizan las mascaras como signo de protección contra mí, ¡y qué decir! de esos trajes de multicolores, ahora solo son negros y lúgubres, las reinas ya se fueron, los artistas ¡los que quedaban se murieron! .

En la misma barca del pescador subió una familia completa haciendo que sus pensamientos se extraviaran a la suya. - ¡ah!... no es de extrañar que está mis niños fueran llevados a ese isla de nunca regresar, maldita por la sangre que se escurre en ese infierno en tierra donde se cuentan historias de fantasmas vengando su muerte, se escucha los alaridos de los que expían sus dolencias pero que nadie sabe totalmente lo que ocurre allí, solo se ve en el horizonte un gruesa capa de humo negro que subiendo desaparece en el firmamento. Más estoy seguro de los que ya no están con nosotros gozan mas en el cielo que nosotros en la tierra.

Se despide de su mujer que lo ve tras la ventana de su humilde casa. Él se había sacrificado por ella , la verdadera contagiada , yo sabía que él estaba libre de toda culpa pero no tendría que preocuparse mucho, pronto su mujer estará sentada en el mismo lugar en donde él estuvo. Al lado suyo iba un desgraciado igual que él, que al verlo suspirar a cada segundo y celoso de que este todavía podía lamentarse le profirió un codazo para que se callara.


Los ojos de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora