Los tambores afirman un nuevo día despertando a todos los habitantes de la islas que cantan himnos de piedad a su Dios, a los guardias y a los Duce. Arrastran sus tristes pies a la espera de lo inaudito y otros que ya ni pueden caminar hacen de sus brazos sus nuevas piernas. parecieran soldados que marchar a la guerra pero no son más que tristes campesinos , ciudadanos de la isla de la muerte.
De entre los desterrados despierta Cornelius , solo , su receloso compañero lo había abandono apenas la barca encallo , ahora deambula sin rumbo fijo, blasfemando a todo lo que siguiera vivo, a las plantas que crecen a costa de los muertos, a las nubes que huyen del hedor de la isla y al mar que como los reos tiene que convivir bajo la piel de esas escorias que ensuciaban sus aguas.
Veo que Cornelius pronuncia un soliloquio dirigido para los que rigen la vida y la muerte .
¡ Qué indignación! metido en esta isla sabiendo que mis seres queridos están en Venecia y para peor me han que la semana próxima nos van incinerar a todos, es un suspenso atemorizante saber que solo te quedan pocos días para sonreírle a la vida, aunque aquí seria llorarle, ¿pero qué más da? , me resignare a mi descanso eterno...cerrare los ojos y esperare. Tropieza con un cuerpo tumbado en la arena.
- deja de llorar, si quieres ambos nos podemos acompañar. Le hablaba a nuestra queridísima Vittoria que se encontraba en un ataque de nervios, ya hacía días que no veía al hombre pájaro y le aterraba que le hayan llevado a una jaula (la cárcel) por estar con ella. La joven lo miro y prorrumpiendo de nuevo sus esternones le dijo.
- Por favor ayúdeme, no soporto más esta tortura constante, me han arrebatado todo, ¡todo!, mi madre, mi hogar, ¡mi patria!, esto fue un latigazo que un hombre me dio por estar con un soldado, ¡oh!, usted lo hubiera conocido, es lo más de amable, aunque no conozco su rostro sé que es un verdadero caballero, me dio agua y comida, ¡si, es un verdadero caballero!, logro apiadarse de esta alma supuestamente deteriorada por una maldita enfermedad que en realidad ¡no tengo!, pero si estoy más tiempo en esta isla la tendré. ¿Usted la tiene?-él negó con la cabeza- tampoco, ¡bravo! Ahora nos llevan injustamente, ¡piensan que no valemos nada! - el pescador le cuenta lo que harán la semana próxima- ¡¿qué nos van a quemar?! ¿Vivos? ¡Esto no me puede estar sucediendo!, le juro señor que antes mi vida era muy buena, no tenía todo lo que quería la mayoría del tiempo pero era aceptable.
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Los ojos de la muerte
Historical Fictionun pequeño relato contado desde distintas perspectivas (pescador, una chica y un joven soldado) sobre la peste negra en Venecia. Estos tendrán que olvidar su pasado para poder escapar de la isla de la muerte, el lugar que enviaban a los enfermos y...