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Narrador Omnisciente

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Narrador Omnisciente

A la mañana siguiente, la luz del sol entraba suavemente por las cortinas de la habitación. Alexandra abrió los ojos despacio, parpadeando contra la claridad, y lo primero que vio fue a Austin durmiendo a su lado. Su respiración era lenta y constante, su pecho subía y bajaba de manera rítmica. Sin hacer ruido, Alex se quedó observándolo, enamorada, sus dedos trazando pequeños círculos sobre la sábana entre ellos. Había algo en su expresión tranquila que le hacía sentir una paz indescriptible, como si el caos del mundo se quedara fuera de esa habitación mientras él estaba allí.

Pero ese momento íntimo se interrumpió por el sonido de su teléfono vibrando en la mesita de noche. Alex se movió con cuidado, intentando no despertar a Austin, y contestó la llamada.

—¿Alex?— la voz familiar de Sean sonó al otro lado. —Necesito que vengas al taller con Austin. Hay algo que quiero mostrarles.

Alex arqueó una ceja, su curiosidad despertada. —¿Ahora mismo?

—Sí, es importante. Nos vemos en una hora— respondió Sean antes de colgar.

Suspirando, Alexandra se dio la vuelta para ver que Austin ya se había despertado. Él la miraba con una sonrisa soñolienta, claramente disfrutando de la manera en que ella lo había observado.

—¿A dónde vamos tan temprano?— preguntó, estirándose y apoyando la cabeza en su mano, aún tumbado en la cama.

—Sean nos necesita en el taller— dijo ella, inclinándose para darle un beso rápido antes de levantarse.

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Una hora después, donde Austin parecía no querer abandonar la cama y se dormía cada dies segundos, logrando hacer enojar un poco a su novia, ambos llegaron al taller, donde Sean los esperaba. Había una gran lona cubierta en una de las paredes, lo que avivó la intriga de Alexandra.

—¿Qué es todo esto?— preguntó ella, mientras Austin se acercaba al cuadro.

Sean sonrió, un brillo de orgullo en sus ojos. —Es un homenaje, algo que quería hacer hace tiempo. Es un cuadro dedicado a alguien muy importante... Y bueno, a la historia que hemos construido juntos.

Con una rápida maniobra, Sean retiró la lona, revelando un cuadro con el rostro de Han, su foto en el centro, rodeada de otras imágenes de momentos clave en su vida. Fotos de carreras, de celebraciones, de la familia improvisada que habían formado a lo largo de los meses.

Austin soltó un leve silbido de admiración. —Vaya, es impresionante.

Alexandra miró cada foto con detenimiento, una mezcla de nostalgia y orgullo llenando su pecho. —Sean, esto es... increíble.

Sean simplemente asintió. —Era hora de dejar un legado. Y el se encargó de crearlo, me aseguraré de mantenerlo, por el.

—Espera... Entonces.... ¿Te quedaras aquí en Tokio?—pregunto Alex con una sonrisa aunque una pizca de tristeza.

𝑅𝑈𝑁 𝑂𝑅 𝐷𝐼𝐸-F&FDonde viven las historias. Descúbrelo ahora