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Jamás olvidaré el día en que te conocí, eras tan pequeño, tierno y temeroso pero en tus ojos había un brillo singular, sin dudar me acerque a ti, quería ser tu amiga, te tendí la mano y tu la tomaste sin dudar.
¿Cómo podríamos saber...
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Muchos dicen que las promesas son eternas, otros que las promesas están para romperse y otros que solo anhelan cada día que esa promesa aun este presente día con día.
Izuku caminaba cabizbajo, con raspones en su mejilla, estaba harto de la escuela, estaba harto de sus compañeros, estaba harto del que había sido su mejor amigo, pero... ¿Qué podía hacer él? era más pequeño comparación de sus agresores, sumando la carencia de un quirk, y su aspecto tierno e indefenso era un claro incentivo para ser un gran blanco para sus agresores.
¿Qué pasó con Katsuki?
El recordaba como antes era el primero en defenderlo cuando otros lo molestaba, pero de un momento a otro eso cambió, se volvió distante, ahora él lo lastimaba con sus palabras y acciones, pero ¿Podía culpar lo? El tenía un maravilloso quirk y el no tenia nada, él era asombroso y lo idolatraba creía que eso estaba bien, que era su culpa lo que sucedía hasta que llegó su amiga, aquella niña que sin duda le brindo una mano cuando más lo necesitaba, si, Kacchan rompió su promesa y dolió, pero en cambio Ayari sello con el un pacto inquebrantable, una promesa que cada mañana atesoraba, ella mantenía su promesa, seguían juntos, seguían lado a lado.
Su ánimo sin duda cambió y una sonrisa apareció en su rostro cuando escuchó su nombre.
— !Izuku¡ – ahí estaba, venía del lado contrario, con un uniforme diferente al suyo.
— !Ayari! – grito de regreso contento, conforme más se acercaba podía apreciar más el brillo que su amiga tenía en sus ojos.
— Izu, no vas a creer hoy... — se detuvo y su sonrisa se transformó en preocupación al apreciar el rostro del pecoso, tomó su rostro con delicadeza, el solo cerró los ojos ante el tacto — ¿Que te paso?
— No es nada
— Fueron esos bravucones de nuevo ¿verdad?
— No importa, ya me siento mejor – dijo sonriéndole y restando importancia — sabes me sentiría mucho mejor si estuvieras conmigo.
Tomó la mano de la chica y caminaron hacia su edificio.
— Evadiendo de nuevo el tema – suspiro – también quería que estuviéramos juntos.
— Umm tal vez podríamos convencer a tu mamá de que te cambie conmigo.
— Podríamos intentarlo – ambos entraron al departamento de la chica, ella lo obligó a sentarse — espera – se alejó y tan rápido se fue regresó con una pequeña caja, al abrirla coloco un poco de alcohol en un gasa – te dolerá un poco – con sumo cuidado tomó su rostro y limpio suavemente sus mejillas, un quejido salió de los labios del pecoso – lo siento, pero ya esta.
— Gracias Ayari.
— No hay de qué, pero ya debes decirle a tu mamá lo que está pasando
— Solo no quiero preocuparla, no me gusta verla triste, se sigue sintiendo culpable de que yo no tenga un don – pequeñas lágrimas se comenzaron a acumularse en sus ojos y la joven no dudó en abrazarlo.
