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Siempre hay una pequeña parte de su sentimentalismo peleando contra su raciocinio. Estar lejos de él parecía insoportable, como si le arrancaran el corazón de un tirón, sin embargo, estar cerca de él quemaba de adentro hacia fuera, ambos casos terminaba con una terrible sensación de dolor.

Ojalá pudiera recostarse en el regazo de su madre, mientras le acaricia el cabello y le aconseja, diciéndole que estaba bien, porque estar enamorado era doloroso, pero si realmente se trataba de amor valdría la pena.

Pero ¿Qué le hacía creer que realmente estaba enamorado de Giyuu? Simplemente un día despertó, lo vió decidió que tal vez, y sólo tal vez, quería pasar el resto de sus días a su lado, era como si algo en su cerebro hubiera sido encendido transmitiendo una señal de alerta a todo su cuerpo, una señal de alerta que aceleraba su corazón, coloreaba sus mejillas de rosa y lo volvía estúpidamente torpe ante su presencia.

Pero no era más que un triste farsa.
Ese sentimiento le era ajeno, no le pertenecía, entonces el amor no valía la pena y mucho menos valía la sensación de un dolor insoportable.

Pero como ya se mencionó, ese es su parte racional,por otro lado, parte del sentimentalismo también tiene una pelea que dar, y tiene un único y simple argumento.

Se siente bien.

La sensación de amar a alguien le parece comparable con la misma sensación de desear a alguien. El amor podría ser el más simple de los afrodisíacos, las más adictiva de las drogas.

Y bueno, Sanemi en realidad es más simple de lo que aparenta, sabe que quizá, de manera muy lamentable, con su profesión no vivirá por mucho tiempo, y un romance fugaz y candente no suena tan mal como se ha querido hacer creer, tiene 21 años, es joven y bueno, no está tan mal, y por otro lado, ahora que lo ve mejor, Giyuu tampoco está para nada mal.

Es estúpido, demasiado estúpido. Pero por mucho que lo piense y por mucho que busque una respuesta divina en su reflexión siempre regresa al mismo jodido punto de inicio ¿Y por qué no?, es decir, Giyuu a tenido hasta el momento la descendencia suficiente, cualquier otra persona en su lugar habría aprovechado la situación para burlarse, él mismo lo habría hecho si la situación fuese al revés, pero no Tomioka Giyuu, pese a su infinita arrogancia le había llamado “lindo”.

Ojalá su “yo” dentro de la próxima luna llena este tan de acuerdo con su decisión de este momento.

De igual forma, ¿Qué tan difícil podría ser pedirle un simple acoston al arrogante pilar del agua? Sin nada más que placer de por medio.

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Ojalá Iguro pudiera entender a Sanemi, lo hace, sólo hasta cierto punto, se pregunta si se ve igual de idiota cada que intenta acercarse a Kanroji. —en realidad no quiere saberlo, sabe que la respuesta será un “si” que no quiere ni está listo para escuchar—. Pero es una situación algo conflictiva desde su parecer, ¿Cómo pasas de odiar tanto a alguien, al punto donde tu actividad favorita es hablar mal de él, a simplemente pasar a orbitar a su alrededor? Hubo una ocasión donde vió a Sanemi de tal forma, tan perdidamente enamorado pero esa historia tuvo un tragico desenlace; Iguro sabe la verdad, que este repentino enamoramiento es obra de un ser despreciable, pero no puede evitar preguntarse por el ¿qué pasará después?, cuando el efecto termine y Sanemi vuelva a ser el mismo de siempre ¿Cuál será el desenlace en la historia de Giyuu y Sanemi?.

—¿No crees que es guapo?— Pregunta el albino.

Cierto, de tanto pensar en Sanemi había olvidado que estaba hablando directamente con él —No, siempre he creído que la forma de su cara es rara, similar al de una rata—.

—No digas eso de él— Shinazugawa suelta un suspiro y deja caer su cuerpo sobre el de su amigo. —¿Qué debería hacer?—.

—Has disimulada muy mal las ganas que le has tenido, incluso desde mucho tiempo antes— Responde mientras rueda los ojos.

—Me siento como un estúpido— Dice, tratando de ocultar su vergüenza y mantener la poca dignidad que le queda.

Obanai frunce el ceño pero no dice nada, pese a que Sanemi se remueve y ahora parece verse muy cómodo con la cabeza sobre su regazo —Es que eres un poco estúpido— Suelta un suspiro y continúa —¿Alguna vez te lo imaginaste? Digo, antes de toda esta mierda ¿Imaginaste enamorarte de alguien como lo es Tomioka?—.

El contrario alza los hombros antes de responder —No lo sé,  la última vez que tuve tiempo de pensarlo fue cuando era un mocoso pero estaba demasiado ocupado cuidando de mis hermanos y... creo que en el fondo me daba algo de miedo, creía que esto del “amor” tenía una sola forma, la forma del imbécil de mi padre— Sus ojos se cierran, quizá una pequeña siesta no vaya mal. —¿Tú te lo imaginaste alguna vez, cuando eras un niño?—.

—Cuando era un niño no podía imaginar siquiera de color era el maldito pasto—.

Shinazugawa suelta una risa ligera, no porque le parezca divertido, sino porque simplemente sabe que su amigo no necesita muestras condolencia o algún tipo de charla motivacional —Ahora puedes ver un árbol de cerezo y no simplemente el pasto—.

Obanai rie, pese a que su risa se ve distorsionada con las vendas que cubren gran parte de su rostro, sabe a lo que Sanemi se refiere  —¿Acaso debería decir que ahora tú ves el mar o algo por el estilo?—.

No, no debería, porque no está viendo del mar, simplemente ve, en un mundo de escalas de grises, un destelló azul apenas perceptible en su mirar, pero decir algo así sería increíblemente ridículo .

—Sólo asegúrate de decirme si te hace daño, se arrepentirá—.

Es lo último que Sanemi escucha decir a Iguro antes de caer dormido.

Obanai al notar la respiración tranquila de su amigo dirige que diestra a la mata de cabello y acaricia.









Quieran mucho a sus amiguitos 😔

De luna llenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora