3. Novias

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Me encontraba en el parque esperando si en esta ocasión me encontraba con Sofía, esperé más de dos horas y ya tenía que irme, cuando de pronto alguien me habla por detrás.

—Pensé que podrías esperar al menos un minuto más —di la vuelta y ahí estaba ella, la rubia guapa.

—Lo tuyo definitivamente no es la educación, Sofía —me miró sin entender —Buenas noches señorita.

—Y lo tuyo si es el sarcasmo señora anónima, porque todavía no sé tu nombre.

—Te lo diría pero ya me tengo que ir.

—Pero, ¿Cómo? ¿No aceptarás el helado?

—Sofía, primero saluda, creo que tengo que enseñarte modales.

Me acerqué a saludarla con un beso en la mejilla y me miró sorprendida.

—¿Ya no será al estilo europeo?

—Eso se gana mi estimada Sofía, ahora de verdad me tengo que ir, cambié de turno en el trabajo por esperar a una rubia pero llegó muy tarde.

—Quería saber cuánto estabas dispuesta a esperar

—Rubia ¿desde cuándo estás aquí?

—Desde que llegaste, y al parecer si tienes paciencia como los otros días que esperabas también.

Lo dijo con gracia pero me sorprendí, acaso ¿ella estuvo aquí todas las veces que vine y no se acercó?

—De acuerdo, rubia, espero hayas disfrutado mientras me observabas, ahora ¿Negaras que me espías?

—No, per...

—Bueno, Sofía —la interrumpí —te espero mañana, será el último día, ahora te toca a ti acertar con la hora —le guiñé el ojo y me fuí.

Pensé que no la encontraría al día siguiente, pero me equivoqué, cuando la vi sonreímos y empezamos a conversar, me comentó que estuvo toda la tarde esperando.

—Entonces esa preciosura es tu hermanita, por cierto, siento lo que le pasó a tu mamá.

—Fue lo único que me quedó de ella.

—Disculpa que pregunte, Pero, ¿y su papá?.

—Mamá me dijo que salía con un tipo y al tiempo quedó embarazada, luego no supo más de él, menos yo que no lo conocí.

—Que desgraciado.

—Milagros me tiene a mi, mientras yo exista no necesitará de nadie, ella es mi prioridad, por eso no quiero hijos, ni familia ni nada.

—Nuna digas nunca, tal vez llegue alguien y te haga cambiar esa perspectiva.

El tiempo se nos fue volando y ya era realmente tarde, me preocupé de que Melissa estuviera enojada.

—Ya me tengo que ir, es súper tarde

—Si, lo siento, no me di cuenta de la hora.

—Cuídate Sofía, fue un gusto hablar contigo.

—¿Podemos repetirlo?

—¿Por qué no? Te veo el otro sábado rubia, a las 18:00, en este parque si te parece.

—Ok, pero aún no me dices tu nombre.

—Cierto, soy Christina —me acerqué y le di dos besos, una en cada mejilla —ya sabes al estilo

—Europeo —completó ella y sonreímos.

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—¿Dónde estuviste? —Melissa si estaba realmente enojada.

Destino o Casualidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora