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Seguramente os estaréis preguntando, ¿Qué coño está pasando? ¿Porque estoy en Nueva York? Y la pregunta más común, ¿El mercenario bocón siendo, al fin, un héroe? Pues bueno, es muy sencillo de contar, pero para hacerlo hay que ir marcha atrás, hace algunas semanas.

Canadá, semanas antes.

Ruido, ruido que era proveniente de una habitación, la cual está echa un desastre y el adolescente que estaba en ella era el causante.

Se le notaba alegre, con una sonrisa de par en par, y esa alegría había sido por una llamada muy especial para él, que llevaba años esperando.

Llevaba años queriendo dejar Canada e ir a la maravillosa ciudad de Nueva York, para volver a reunirse con sus amigos, su segunda familia.

Cajas y muchas cosas eran amontonadas y tiradas por el suelo, la mudanza nunca fue algo divertido o entretenido para el, desde que tuvieron que venirse a Canadá para tener una mejor vida, nunca lo había sido para el, pero esta era todo lo contrario.

Sus ojos, como si fueran dos amatistas de color más intenso, brillaban como si fuera un niño pequeño, su vida nunca fue fácil, pero esta era una de las grandes oportunidades para el, para que mejorara en pasos agigantados.

Unirse a los Vengadores, una de sus sueños que creyó que nunca sería cumplido, se logró hacer realidad, pensaba que si él era un mercenario y un mutante, nunca llegaría hacerlo, pero al parecer, el mundo estaba de su parte esta vez.

Le dolía dejar a su tío aquí, aunque él supiera todo de él, que no hubiera secretos entre ellos, no quería que él corriera algún riesgo por su culpa, total, era una de las únicas personas de sangre que le quedaban a su lado.

El desastre poco a poco iba desapareciendo, remplazandolo con cajas llenas de la mudanza, se escuchaba canciones en el interior de la habitación y el chico cantándolas.

No escucho cuando subieron las escaleras, ni cuando abrieron la puerta, pues, tenía la música algo alta.

—Oh, Fang, menos mal que está más recogido este lugar

Un hombre de alta y gran contextura, que se veía ya mayor hablo en un tono algo alto al adolescente, el cual rápidamente apagó la música y lo giró a ver, veía como se tapaba los oídos por el ruido.

—Tío, pensaba que venías más tarde -Bromeo el peli morado, dedicándole una gran sonrisa- Estoy casi listo para la mudanza, hasta ya me indicaron el apartamento que iba a tener, ¿Te lo puedes creer?

Hablaba muy energéticamente y eso le alegraba a aquel chico de ascendía asiática, a la vez que se le encogía una parte de él, nunca es fácil despedirse de un ser amado aunque sea por un tiempo.

El recién llegado fue a asentarse en la cama del chico, dejando aquellas armas que tenía consigo en un mueble ya vacío.

Le hizo una seña de que se acercara a él, Fang accedió a su petición.

—Quítate la camisa, quiero ver tus cicatrices como van

Ordenó, quitándose su bata, quedándose en camisa, en la habitación hacía mucho calor, y ya se estaba sofocando.

El mercenario solo obedeció, dándole la espalda al chico y quitándosela, dejando ver su torso bien marcado y formado.

—Algunas parecen que quieren desaparecer y otras persisten, pero no te preocupes Fang, haré todo lo posible para buscarte una cura.

Toqueteo las cicatrices, algunas pequeñas y otras grandes, no tenían buen color y tampoco muy agradables a la vista, oía como se quejaba y soltaba leves gruñidos, era claro que eso dolía y mucho.

Insoportable - Fangar AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora