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Madeleine

Siempre despierto en la misma cama .

A la misma hora .

Mirando el mismo techo .

Oyendo ese mismo programa de radio .

Oliendo el aroma del café .

Sintiendo las mismas sábanas .

Deseando otra vida .

Queriendo dejar la monotonía .

Pero siempre siguiendo la misma rutina.

Siempre tan cobarde como para salir de mi zona de confort.

Tan incapaz de levantarme y empezar a vivir .

— ¡Maddy el desayuno está listo!— la inconfundible voz de mi abuela suena desde la cocina .

Bufo frustrada conmigo misma y me pongo en pie calzandome las mismas pantuflas color rosa que he tenido desde el año pasado y que me niego a tirar a la basura porque son mis favoritas.

Con la garganta seca y las pestañas pegajosas me dirijo a la cocina a por mi taza de café matutina . Me siento en el mismo taburete de siempre, justo el último a la izquierda, frente a la barra y de espaldas al refrigerador. Tomo en mis manos la misma taza verde con franjas blancas en la que toda la vida he servido mi café —que por cierto, no me gusta — y la lleno de él líquido negro que me mantendra despierta durante el resto del día.

Vacilo antes de llevarme la taza a los labios y tomar un sorbo caliente que despierta todos mis sentidos y al mismo tiempo rememoro ese sueño que se viene repitiendo cada noche desde hace algunos meses. Incluso mis sueños se repiten, parece que mi vida se convirtió en un bucle interminable del cual no creo salir .

Levanto la vista hacia la morena de cabello afro salpicado de canas, que se me planta al frente con las manos en las caderas y rostro sereno que apesar de los años y las múltiples arrugas, conserva esa calidez que denota amabilidad y tranquilidad.

— ¿No piensas desayunar? ¿O es que aún no te despiertas? —

Dejo la taza sobre la barra y le dirijo una mirada cansada al plato lleno de tostadas con mantequilla de maní.

— Hoy paso de desayunar. No me siento bien —

La abuela enarca una ceja mirándome como si quisiera decir «se que mientes Maddy» .

— ¿A qué te refieres con que no te sientes bien? —

— B-bueno yo...—

— ¿Te duele algo?, ¿Quieres que te prepare un té?, ¿O prefieres alguna píldora?—

— Abuela yo...— intento hablar pero ella me ignora mientras da vueltas en la cocina con una mano sobre la cabeza.

— Ya decía yo que ese color tan amarillo que tiene no era para nada buena pinta. Yo creo que debería llamar a Julio, él si sabrá que es lo que le pasa a esta muchachita —

— Abuela...— insisto

— Seguro tiene alguna anemia, sí eso debe ser, así era mi hermana Amelia de joven toda pálida y con los ojos saltones, nunca quería comer y siempre se la pasaba en la habitación contando grillos, hasta que ...—

— ¿¡Abuela, que estoy bien si!?— chillo y para mí sorpresa si me presta atención

— Hijita, ¿Segura que estás bien? — pregunta ahora con voz suave mientras me analiza de cerca

— Que si abuela, solo no me apetece desayunar hoy — explico nuevamente

Asiente no tan convencida, pero por lo menos deja el tema .

— ¿Necesitas que te ayude en algo?— pregunto mientras me levanto a dejar la taza en el lavavajillas.

— De hecho quería pedirte que me acompañaras al cementerio esta tarde, necesito llevarle flores nuevas a tu abuelo — me sonríe tristemente

— Vale iré contigo. Mientras tanto me voy a pasar por la sastrería. Camelia me ha dicho ayer que mi vestido estaría listo para hoy —

— ¿Vas por el vestido o por Rodriguito? —  insinúa levantando las cejas

— Por ambos — respondo siguidole el rollo

— Sabes que es un buen muchacho — dice está vez con seriedad

— Y también sabes que no me gusta — respondo de la misma forma

Suspira pesadamente

—Bueno, en ese caso ya no hay nada más por hacer, ya llegará el que logre cavar en ese impenetrable corazón — dramatiza señalándose el lado izquierdo del pecho

— Espero que nunca llegue ese caballero — contesto levantando las manos exageradamente

— Ay hija, el amor le llega a todo mundo — asevera

Ruedo los ojos

— Como sea, ya me voy . Nos vemos luego —

***

*C va*

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