seis

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Ese día Julián se encaminaba a una travesía llamada ir de compras, ya habían pasado unas semanas de su mudanza y poco a poco la comida en su alacena comenzó a desaparecer, así que ya era momento de hacer su compra grande del mes.

Le habían dado el día libre y no sabía bien que hacer, su única opción para salir era Gonzalo y él trabajaba, por el momento no había conseguido más amigos en la ciudad. No se sentía con ánimos de salir muy lejos de su casa, fue entonces cuando tuvo la idea de cocinar algo y entretenerse con ello.

Iba a cocinar unas galletas, estaba lloviendo en la ciudad y la temperatura había descendido considerablemente, así que pensó que sería buena idea cocinar algo rico para tomar con su preciado mate.

Eran pasadas las tres de la tarde, estaba oscuro afuera y en el supermercado no había casi nadie, su carrito estaba al tope y ya era hasta difícil de empujar. Agradecía tener auto porque no podría haber llevado todo a su casa de otra forma.

Su búsqueda de objetos para cocinar se vió obstruida por un pequeño tirón en su pantalón, al darse la vuelta se encontró con una pequeña cachorrita que lo observaba con una sonrisa y ojos brillantes.

"¡Hola Juli!" lo saludó, abrazando su pierna.

"Hola, hermosa" devolvió, agachándose a su altura. "¿Dónde está tu papá?" preguntó al no ver al adulto por ninguna parte.

La nena pareció darse cuenta de que alguien le faltaba, empezando a mirar desesperadamente por todos lados aunque no le dio mucho resultado, al ver su carita angustiada intentó tranquilizarla.

"Vamos a buscarlo, vení Oli" dijo ofreciéndole su mano, ella la tomó, pegándose a él.

No tuvieron que dar muchas vueltas más antes de que Olivia saliera corriendo a los brazos de su papá, pudo ver el alivio que se instaló en el rostro de Enzo apenas tuvo a la nena en brazos.

"Hija, no vuelvas a hacer eso" pidió, llenando su rostro de besos. "Vos sabés que siempre tenés que quedarte a mi lado."

"Perdón, papi" se disculpó con voz bajita, poniendo una mano en su mejilla. "No te enojes."

"No estoy enojado amor, pero me preocupaste" dijo depositando un beso en su frente. "¿Dónde estabas?"

"Con Juli" señaló a sus espaldas para que el alfa pudiera visualizar al omega.

Julián se acercó tímidamente, con una pequeña sonrisa asomando en sus labios. Enzo lo vió sorprendido, ya había perdido la cuenta de cuántas veces se habían encontrado, era como si algo les impidiera separarse por demasiado tiempo.

"Hola, Julián" saludó, clavando sus ojos en él. "Gracias."

El omega se encogió de hombros, restándole importancia. Olivia los observaba con una sonrisa, Julián era su adulto favorito después de su papá.

"¿Te estamos molestando?" preguntó, tomando a la cachorra entre sus brazos. "Nosotros igual ya nos íbamos."

"No, ¿cómo me van a molestar?" era todo lo contrario, pero él no iba a admitir eso en voz alta. “¿Vinieron en auto? Puedo llevarlos, si quieren.”

Las palabras se le escaparon antes de que pudiera procesarlas, no fue su intención decirlas pero naturalmente sentía la necesidad de estar cerca de ellos. Y él no quería que alguno de los dos se enfermara por la intensa lluvia.

“Vinimos caminando pero no te preocupes, podemos esperar un rato” el alfa desistió. “Los dos tenemos paraguas por si las dudas.”

“No digas pavadas” resopló. “No me cuesta nada llevarlos, además, así Oli no se enferma.”

Enzo aceptó a regañadientes, después de todo, él nunca haría algo que pusiera en riesgo a su hija.

Ambos terminaron sus compras rápidamente, el alfa amablemente se había ofrecido a llevar el pesado carrito mientras Julián llevaba a Olivia en brazos. El omega había dejado el auto cerca de la entrada del lugar así que no fue problema encontrarlo.

Ingresaron al vehículo luego de guardar sus cosas en el baúl. Enzo sonrió ligeramente al ver la pequeña nariz de su cachorra olfatear el aroma a miel y manzanilla que era más prominente ahora que estaban en un espacio cerrado, él también lo había notado pero había sido más discreto que ella.

Olivia se apoyó contra él con los párpados pesados, el dulce aroma combinado con los cálidos brazos de su padre la hicieron adormecer rápidamente.

Julián los observó con una tierna sonrisa, poniendo el auto en marcha. Viajaron en un silencio cómodo, ambos eran demasiado tímidos para iniciar una conversación pero disfrutaron de la compañía mutua.

Al llegar, ingresaron al edificio huyendo de la lluvia.

“¿Querés que te ayude a bajar las cosas?” le preguntó el alfa, sosteniendo a una Oli dormida contra su pecho.

Julián negó suavemente. “Llevala a que descanse” le dijo, observando a la cachorra. “Yo puedo, no te preocupes.”

Enzo hizo una mueca pero asintió, él no quería que el omega cargara tantas cosas solo pero sabía que Olivia tendía a asustarse si se despertaba y él no estaba ahí. No le quedó otra más que aceptar.

El alfa inhaló profundamente cuando Julián se acercó más a él, el omega retiró con delicadeza los cabellos que se habían pegado a la frente de su cachorra, dándole una suave sonrisa.

Olivia, que usualmente era sensible al contacto cuando estaba dormida, no sé inmutó ante el toque del omega, solo se acurrucó más contra su padre. Él se sorprendió, pero sabía que en el fondo tanto él como su hija se sentían cómodos con la presencia de Julián.

“Gracias por traernos” murmuró, sin querer alterar la paz que se había instalado entre ellos.

“No es nada” devolvió. “Nos vemos más tarde.”

Asintió, viendo al omega desaparecer por el pasillo. Soltó un suspiro que no sabía que estaba conteniendo, miró brevemente a su hija que seguía dormida, sin ser consciente de la previa interacción.

Enzo se encontró deseando secretamente que el omega se hubiera quedado con ellos un rato más.

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Luego de subir y acomodar todas las cosas que había comprado, Julián se dió un rápido baño y se puso a cocinar.

En un principio, la idea de cocinar galletas había sido para comerlas en soledad con un mate caliente, pero después de los acontecimientos de ese día pensó que sería un lindo gesto regalarselas al alfa y su cachorra.

Lo cierto es que Julián quería invitarlos a ambos a merendar con él pero no sabía si aquello sería bien recibido por el alfa. Si bien ya habían hablado varias veces y tenían un entendimiento mutuo bastante similar a una amistad, él sabía que Enzo seguía siendo retraído a su alrededor y no quería empeorar eso haciéndolo sentir incómodo.

Pensó que regalarles un lote de galletas era la mejor opción.

Él quería ganarse su confianza, la de ambos. Claramente no era consciente de que eso ya había sucedido, pero aún tenía que averiguarlo.

Cuando su alarma sonó, indicando que la comida ya estaba lista, sonrió.

Tenía un regalo que hacer.

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actualizaba un año después no ???

la verdad me puse a releer esta fic y me dieron ganas de seguirla, no creo que nadie la lea ya pero ya fue.

yo sigo amando enzulian.

si alguien todavía lee esto espero que les guste <3.



yes to heaven ✦ enzo x julián Donde viven las historias. Descúbrelo ahora