—Sabía que tarde o temprano lo aceptarías.
Dijo el muchacho de ojos verdes, quien me había llevado hasta su departamento en la oficina meteorológica. Allí tenía un montón de maquinaria, inventos hechos por él mismo.
—Quise negarlo pero… —suspiré, dejándome caer en una de las sillas de la oficina— estoy en un ambiente desconocido.
La gente trabajaba con mucho fervor, iban y venían con documentos, por otro lado, grababan reportes meteorológicos, pero Caleb y yo estábamos en su cubículo de trabajo, lo que me suponía un gran alivio, sentía que estaba protegida de este nuevo mundo que tanto me aterraba.
—¿Recuerdas lo que te dije? La huella que tienes —planteó con calma. Yo miraba hacia un punto fijo detrás de él, abrumada por todo esto.
—Sí, ¿qué hay con eso? —resoplé.
—Sé que no te lo expliqué bien —arrastró una silla y se sentó frente a mí. — Esto solo lo saben las personas que han estudiado el multiverso y demás, pero hay una huella que diferencia a cada individuo. Esta solo puede ser vista por entidades y personas conocedoras del tema. A estas personas se le llama “Iluminados”.
—Y… ¿Debo suponer que tú eres uno de los iluminados? —jugueteé con algunos de sus pequeños inventos, era muy ingenioso—. Vaya, sí que eres un genio.
El pecoso me respondió con una sonrisita presumida. La verdad si tenía material para presumir. Este volvió a hablar, con seguridad—: Pues sí. Me ha interesado el tema desde que estoy en pañales, y puedo ver claramente tu huella.
De repente, una mujer canosa, que parecía ser de mediana edad entró al cubículo de Caleb, traía consigo una pila de trabajo.
—Ya basta de holgazanear. Te espera el trabajo, charlatán —dejó la pila en el escritorio del chico y salió rápidamente.
—¡Si ni siquiera me pagan! —vociferó, pero debido a los paneles que él mismo había construido el sonido no salía de su cubículo.
Caleb refunfuñó un poco más al ver la pila de documentos, pero hizo caso omiso a estos papeles. De mi parte, mis uñas ya eran casi inexistentes, desde que llegué había tenido los nervios de punta, y las ganas de llorar me invadían. Me sentía como un extraterrestre en una tierra completamente ajena. Este lugar me causaba temor, me dolía el pecho cada vez que pensaba en lo perdida y asustada que estaba.
—Como te decía —continuó el castaño, tras su pequeño berrinche. — Al ser un iluminado, puedo darme cuenta de que tu huella es distinta a la de esta dimensión. Y eso ha traído un poco de caos, como te expliqué; puedes llegar a ver entidades, sombras que se dan cuenta de que no eres de aquí y te quieren atacar.
—¿Atacarme? —me espanté de inmediato, Caleb sonrió con serenidad.
—Sí, sí, atacarte —murmuró mientras hojeaba los papeles. — Pero no es nada que no se pueda resolver.
—Deja de divagar. —Me levanté y golpeé la mesa. Su rostro se vio visiblemente sorprendido— ¿Cómo puedo volver a mi hogar? Tú mismo lo has dicho, las sombras y entidades me van a atacar, este no es lugar seguro para mí.
—Bueno… —comenzó, rascándose su nuca con una mezcla de nerviosismo e incertidumbre — No estoy seguro aún —mi ánimo bajó de repente— Por eso estoy escribiendo mi tesis. Aunque sí es verdad que tengo una pequeña teoría.
Me acerqué, interesada—: ¿Cuál es? Cualquier cosa que me sirva de esperanza…
—Para poder volver a tu dimensión —se ajustó los lentes, mirándome fijamente— Necesitas ir exactamente en el punto donde se conectaron las dimensiones aquella vez, que por cierto —agregó— no me has contado, ¿cómo llegaste aquí?
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Sueños Sombríos
ParanormalHazel, una estudiante de fotografía, se adentra en un bosque místico y, sin darse cuenta, cruza a una dimensión paralela. En este mundo distorsionado, su universidad está plagada de fenómenos inquietantes y figuras que no deberían existir. A medida...