Capitulo 2: Fin de la introducción

10 5 0
                                    


Me encuentro en una época que parece sacada de una leyenda, en el año 283 del Dragón, un calendario venerado y perpetuado por el grandioso Imperio de Ultimus, en el cual resido actualmente. Para simplificar, he adaptado las fechas y los sistemas para que sean más comprensibles, aunque no voy a sumergirme en las complejidades del calendario o el horario, que sorprendentemente funcionan de manera bastante similar a los de la Tierra. Es como si el sistema hubiera sido diseñado por un antiguo terrícola que cruzó las estrellas, dejando atrás un rastro de familiaridad en un mundo tan ajeno.

El continente en el que ahora habito se llama "La Sagrada Tierra de los Titanes", un nombre bastante imponente. Esta vasta y majestuosa tierra debe su título a un evento que marcó la historia hace 701 años. En aquella época, cuando el cielo se rasgó y descendieron 20 dragones y 300 titanes de las alturas celestiales, cuatro sabios se alzaron como los únicos bastiones de esperanza para la humanidad. Con un poder que desbordaba los límites de la comprensión, estos cuatro sabios se enfrentaron a la amenaza y, en un acto de heroísmo y fuerza inconmensurables, los derrotaron con nada más que sus habilidades sobrehumanas.

Sí, han captado la magnitud de la situación. Esta tierra ya ha sido escenario de una invasión alienígena, un ataque que, por fortuna, fracasó. La memoria de esa batalla y el heroísmo de los cuatro sabios permanecen grabados en la historia, casi como un recordatorio eterno de la capacidad de la humanidad para enfrentarse a lo inimaginable. Esos sabios no eran simplemente poderosos; eran titanes entre los mortales, superando lo que se conocía como Clase SSS en mi antiguo mundo, e incluso se dice que alcanzaron la legendaria Clase EX. Aunque nunca se podrá confirmar con certeza el verdadero alcance de su poder, la leyenda los envuelve en un halo de misterio y admiración.

En este imperio, el sistema de clasificación no sigue el mismo esquema de Clases que estamos acostumbrados gracias a mi vida pasada. En lugar de eso, se emplea un sistema de estrellas, un reflejo del prestigio y la maestría de quienes dominan sus artes. Cada uno de estos cuatro sabios poseía un asombroso rango de 10 estrellas en sus habilidades, una medida de poder y destreza que los colocaba en una categoría más allá de lo que cualquier ser común podría alcanzar.

En la vasta y enigmática historia de este mundo, cuatro figuras emergen como los Grandes Sabios de la humanidad, cuyas hazañas han dejado una huella indeleble en la memoria colectiva. El primero, y sin duda el más destacado, fue el genio Archimago Zahir de la Escuela del Dragón Milenario. Su poder era tal que se decía que podía invocar tormentas y rasgar el cielo con su magia. Su maestría en las artes arcanas era tan profunda que se rumoreaba que el mismo continente temblaba ante su voluntad.

El segundo era el legendario Leonidas Ultimus, el gran maestro espadachín cuyo legado se consolidó al fundar un imperio que aún resuena en la historia. Con su espada, se cuenta que podía cortar montañas y abrir valles, un virtuoso del acero cuyo nombre sigue siendo sinónimo de fuerza y determinación. Su imperio, construido sobre la base de su increíble destreza, perdura como un bastión de justicia y honor.

El tercero en la tríada de héroes inmortales era el gran Baltazar de Phoenos, el alquimista del Fénix Dorado. Sus habilidades en la alquimia eran tan avanzadas que se decía que podía transmutar elementos y crear elixires capaces de alterar la propia esencia de la vida. Baltazar, con su conocimiento arcano y su sabiduría sin igual, dejó un legado de descubrimientos que aún son estudiados y venerados.

Finalmente, el cuarto era Zheng Long, el Avatar de las Naciones de los Cuatro Elementos. Su habilidad para controlar los elementos —tierra, agua, fuego y aire— era tal que podía provocar terremotos, tormentas y erupciones volcánicas con un solo gesto. Zheng Long era visto como el guardián supremo del equilibrio natural, y sus poderes eran tan inmensos que se decía que podía dividir un continente entero con un solo ataque.

La gran espalda de un HeroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora