Noches sin dormir

22 6 0
                                    

06 de Julio del 2023
Northamptonshire, Inglaterra

Las noches de Sebastián habían cambiado. Antes, el insomnio era un visitante incómodo, una consecuencia de las constantes preocupaciones que lo atormentaban. Cada noche, los fantasmas de su relación con Lando lo acosaban, recordándole las traiciones y el dolor que había dejado en su vida. Dormir ocho horas se había vuelto un lujo imposible. Sin embargo, últimamente, la falta de sueño ya no se debía a las heridas del pasado, sino a algo... o mejor dicho, a alguien más.

Sebastián se removió en la cama, mirando el reloj digital junto a su cama que marcaba las 2:53 a.m. Como si fuera un reflejo, su mano se deslizó hacia el teléfono. Casi podía adivinar el mensaje que aparecería en unos minutos. Oscar siempre lo sorprendía con alguna llamada o un mensaje a esas horas, como si supiera exactamente cuándo Sebastián no podía conciliar el sueño. Y aunque en el pasado Sebastián habría apagado el teléfono para evitar distracciones, ahora lo mantenía cerca, esperando.

A las 3:00 a.m. en punto, el teléfono vibró.

"¿Estás despierto?" -el mensaje de Oscar apareció en la pantalla, acompañado de un emoji sonriente. Sebastián sonrió, como si la hora no importara, y respondió de inmediato.

"Sí, ¿qué haces despierto a esta hora?" -preguntó, aunque ya sabía la respuesta. Oscar siempre tenía una excusa: revisar estrategias, ver alguna película, o simplemente "estar aburrido".

El teléfono sonó, y la voz de Oscar llenó el silencio de la habitación.

-¡Te lo dije! Nunca puedes dormir más de seis horas seguidas, Seb. Deberías ver algo para relajarte.

-Sí, claro, como si eso funcionara -respondió Sebastián, riendo suavemente mientras se acomodaba en la cama, poniéndose los auriculares-. ¿Y tú? ¿No deberías estar durmiendo?

-Tal vez, pero es más entretenido hablar contigo -contestó Oscar, su voz suave, casi cómplice-. Además, ¿qué harías sin mis consejos nocturnos? Podrías terminar volviéndote loco en McLaren.

Sebastián se rió. Era sorprendente cómo Oscar siempre sabía exactamente qué decir para aliviar cualquier tensión. Lo que comenzaba como una simple charla sobre el día en el equipo, terminaba siendo una conversación llena de bromas, anécdotas y, de vez en cuando, temas más profundos que Sebastián no solía compartir con nadie.

-¿Recuerdas cuando te dije que odiaba las cosas muy dulces? -preguntó Oscar de repente, interrumpiendo un silencio momentáneo.

-Claro -respondió Sebastián, extrañado por el cambio de tema-. ¿Por qué lo mencionas?

-Es curioso, porque he empezado a tomar mi café con azúcar... dos cucharadas, como tú -dijo Oscar, con un tono travieso.

Sebastián no pudo evitar soltar una carcajada.

-¿En serio? Te estás acostumbrando a mis malos hábitos.

-Quizás -admitió Oscar-. O tal vez estoy aprendiendo a disfrutar las cosas de una manera diferente. Como esas noches que no duermo... por hablar contigo.

Las palabras de Oscar resonaron más de lo que Sebastián esperaba. Había algo en esa confesión que lo desarmó por completo. El insomnio que antes lo atormentaba ahora tenía una razón distinta, una que no estaba cargada de dolor, sino de expectación. El reloj seguía avanzando, pero Sebastián ya no se preocupaba por las horas que pasaban sin dormir. Ahora, esas noches estaban llenas de las risas de Oscar, de las conversaciones interminables sobre temas que parecían insignificantes, pero que en el fondo, tenían un peso especial.

-¿Te diste cuenta de que llevamos más de un mes haciendo esto? -preguntó Sebastián de repente, dándose cuenta de la frecuencia de sus charlas nocturnas.

-Sí, y no me molesta para nada. De hecho, creo que es lo mejor del día -respondió Oscar sin dudarlo.

Sebastián sonrió en la oscuridad de su habitación. Había algo en esas palabras que lo llenaba de una calidez que no había sentido en mucho tiempo. Oscar, con su manera simple y directa, estaba logrando algo que ni siquiera él mismo entendía del todo: le estaba cambiando la vida, lenta y sutilmente. Las noches sin dormir ya no eran una tortura, sino un momento que esperaba con ansias.

-Bueno, entonces, supongo que mañana también estarás aquí a las 3:00 a.m. -dijo Sebastián, medio en broma, medio en serio.

-Claro, y si me tardo, solo mándame un mensaje. No quiero que te quedes esperándome -respondió Oscar con una risa suave.

Sebastián no respondió de inmediato, pero su corazón latía con fuerza. Nunca había pensado que alguien pudiera leerlo tan bien, descifrar sus silencios y entender lo que necesitaba, sin que él tuviera que decirlo. Oscar lo había hecho. Y aunque no estaba seguro de lo que eso significaba para el futuro, una cosa sí era clara: esas noches sin dormir habían comenzado a tener un nuevo significado.

Y mientras la conversación continuaba, llena de risas y bromas, Sebastián supo que, aunque no lo aceptara abiertamente, una parte de él ya no podía imaginar sus noches sin esas charlas con Oscar Piastri.

¿Como es que tu? ▬▬ Oscar PiastriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora