Mariposas en el estómago

17 7 0
                                    

10 de Julio del 2023
Northamptonshire, Inglaterra

La invitación de Oscar había llegado de manera tan casual que a Sebastián casi no le dio tiempo de procesarla. Era solo una cena, un encuentro informal con algunos pilotos después de una semana intensa de trabajo en el circuito. Pero para Sebastián, la idea de estar rodeado de sus compañeros, especialmente con Oscar, le generaba cierto nerviosismo.

-Vamos, Seb. Será divertido. Solo es una cena, nada del otro mundo -le había dicho Oscar, con una sonrisa en el rostro.

Sebastián había intentado encontrar una excusa. No se sentía preparado para socializar de nuevo, mucho menos después de todo lo que había pasado con Lando. Pero algo en la manera en que Oscar lo había mirado, en su insistencia sutil pero sincera, lo había convencido.

Así que ahí estaba, caminando hacia el restaurante, con un nudo en el estómago que no podía explicar. Cuando entró, vio a varios de los pilotos ya reunidos, riendo y conversando. Charles y Pierre parecían estar discutiendo sobre una apuesta que habían hecho en la última carrera, mientras que Daniel , siempre animado, contaba una historia que hizo reír a todos en la mesa.

Oscar, al verlo, se levantó de inmediato, con esa sonrisa cálida que últimamente hacía que Sebastián se sintiera... diferente.

-¡Seb! Me alegra que hayas venido. -Oscar lo saludó con un abrazo amistoso y lo guió hacia la mesa-. Ven, te guardé un lugar.

Sebastián se sentó entre Oscar y Max, quien apenas levantó la vista de su teléfono para saludarlo. La conversación fluía con naturalidad, pero Sebastián no podía evitar sentirse fuera de lugar. A pesar de que trabajaba en McLaren y conocía a muchos de ellos, su experiencia pasada con Lando lo había hecho más reservado, evitando abrirse demasiado.

Sin embargo, cada vez que miraba a Oscar, notaba algo diferente. Oscar se aseguraba de incluirlo en cada conversación, de preguntarle su opinión sobre las anécdotas que contaban los demás, y cada tanto, le lanzaba una sonrisa o un comentario que hacía que Sebastián se relajara un poco más.

La cena avanzaba, y para su sorpresa, Sebastián se encontraba disfrutando. Se rió con las ocurrencias de Daniel, compartió algunas opiniones con Charles y Pierre sobre las últimas carreras, y aunque Max se mantuvo más callado, había una especie de camaradería en la mesa que lo hacía sentir bien. Pero lo que más lo desconcertaba era cómo su atención siempre volvía a Oscar.

Había algo en la manera en que Oscar lo miraba, algo en su voz, en sus gestos... que le hacía sentir cosas que no había experimentado en mucho tiempo. Eran pequeñas cosas, casi imperceptibles: cómo le alcanzaba el agua sin que él lo pidiera, cómo notaba cuando Sebastián estaba a punto de hablar y le daba el espacio para hacerlo, o cómo lo hacía reír con algún comentario inesperado.

Y entonces sucedió.

Estaban en medio de una conversación cuando Oscar le dirigió una mirada que lo desarmó por completo. Era una mirada que parecía atravesarlo, como si pudiera ver más allá de las capas que Sebastián había construido para protegerse. Y en ese momento, lo sintió: un cosquilleo en el estómago, una sensación que no había sentido desde hacía mucho tiempo.

Mariposas.

Sebastián trató de ignorarlo, pero era imposible. Su corazón latía más rápido cada vez que Oscar le dirigía una sonrisa, y se dio cuenta de que algo estaba cambiando dentro de él. Había pasado tanto tiempo evitando el dolor, cerrándose al mundo, que no se había dado cuenta de que, poco a poco, Oscar había comenzado a colarse en su vida, derrumbando las barreras que había construido.

La cena continuó, pero Sebastián ya no podía concentrarse del todo. Las risas y las conversaciones se mezclaban en el fondo, mientras su mente intentaba procesar lo que estaba sintiendo. Cada vez que miraba a Oscar, las mariposas en su estómago se agitaban más.

Cuando la cena finalmente terminó, todos comenzaron a despedirse. Oscar, como siempre, fue el último en irse, asegurándose de que Sebastián estaba bien.

-Me alegra que hayas venido, Seb. Sabía que lo pasarías bien -dijo Oscar, sonriendo.

-Sí, lo pasé bien... -Sebastián intentó sonar casual, pero su voz lo traicionó un poco-. Gracias por invitarme.

Oscar lo miró por un momento, y luego, con un gesto que parecía casi automático, le dio una palmadita en el hombro.

-Nos vemos mañana en el equipo. Descansa.

Sebastián asintió, pero mientras caminaba de vuelta a su hotel, no podía dejar de pensar en lo que había sentido esa noche. Había sido una cena casual, sí, pero para él había significado mucho más. Algo dentro de él estaba despertando de nuevo, algo que creía haber perdido para siempre.

Y mientras subía las escaleras hacia su cuarto de hotel, las mariposas en su estómago seguían revoloteando, recordándole que, aunque no quisiera aceptarlo, Oscar estaba cambiando todo.

¿Como es que tu? ▬▬ Oscar PiastriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora